No recuerdo quién me lo dijo pero sé que lo he utilizado varias veces este año. Soy veranista. Hay personas más de navidades, otras de septiembre, primavera… mi momento favorito del año es el verano. Ya sé que no voy a contracorriente ni soy demasiado rupturista.
Terminaba de leer estas semanas el libro de Parisi sobre los sistemas complejos, la ciencia y las metáforas que ayudan a construir modelos. Hay un capítulo donde se para a describir los procesos de creación y vuelve a recordarnos que junto a una exploración rigurosa, contraste de fuentes, experimentación y profundización en un tema, necesitamos, para lograr un salto en la investigación y creación de nuevas posibilidades, que nuestra mente divague, se pasee por otras realidades de manera abierta. En una pequeña conversación u observación relajada puede emerger la forma en las que, por ejemplo, ideas dispares pueden encontrarse. Steven Jhonson hablaba de “colisiones de corazonadas” en aquel libro que tanto nos gustó “Las buenas ideas”.
El maestro Julen Iturbe acuñó hace años el neologismo “Trabacaciones” para hablar de este tiempo de descanso y actividad. En nuestra familia hace años que procuramos alargar este tiempo de descanso en verano aunque suponga mantener cierta actividad “laboral”. Cada año lo he llevado de una manera distinta y ha tenido que ver, entre otras cosas, con la carga y la exigencia. Este año ha sido más baja y me ha permitido conectar también con el placer de mantenerse activo en tiempo de descanso.
Bajo mucho el pistón en julio y agosto. La lectura, los paseos, jornadas de playa, conversaciones con amigas, fiestas populares del entorno… tienen prioridad frente al resto. Y esto no me ha impedido leer algunos ensayos, escribir algunas notas, redactar un informe y adelantar parte del trabajo que me espera en septiembre.
Me he quitado de Instagram en agosto. Todavía no soy consciente de lo que significa pero creo que es bueno y me ha permitido dedicar parte de ese tiempo para otras actividades.
Este estado de “descanso activo” o “actividad relajada” me gusta mucho. ”Vindicación de la vida holgada” subtitula Valls Boix su libro “El derecho a las cosas bellas”. Disfruto de esta suerte de duermevela. Cuando duermo ligero (o mucho) sueño y recuerdo lo que sueño. A veces me despierto con ideas que me parecen maravillosas. En algunas ocasiones son más bien ruidos que me impiden conciliar el sueño. En otras ocasiones las veo más como semillas con todo el potencial que pudieran germinar en diferentes formas y tamaños, solo con la atención adecuada. Suelen ser distintas maneras de contar algo que rumiaba hace tiempo. Posibles proyectos de futuro. Lugares donde me gustaría estar un tiempo el curso que comenzará dentro de unas semanas… Esto es para mi el verano: Vivir, soñar, registrar, rumiar, compartir…
Este post es una suma de 10 publicaciones parciales que compartí en Linkedin entre finales de julio y comienzos de agosto de 2025. Hoy terminando este mismo mes ya he incorporado la lectura de varias perspectivas que modificarían algunas de las ideas que compartí.
Cada nota generó su conversación y os invito a que buceeis en ellas y sigais construyendo conocimiento desde el diálogo.
Escribo para esto, para seguir indagando en la práctica y en las tensiones que esta me genera. Reuno todas estas ideas en un único post para que sean más accesibles y volver a ellas para descubrir los itinerarios y los relatos que voy construyendo en el directo de este trastear con la Inteligencia Artificial Generativa.
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En los últimos meses he ido experimentando con diferentes usos de diferentes herramientas de lo que se ha venido a llamarse Inteligencia Artificial Generativa. Siempre he sido un trasteador en esto de lo digital y un poco ciberoptimista o ciber iluso. Cuándo miro a mi actividad en Redes Sociales y mis esperanzas creo que estuvieron ajustadas hasta un momento y que luego quizás me faltó perspectiva crítica para hacerlo mejor.
Voy a compartir una serie de textos que buscan compartir mis prácticas, reflexionar sobre mis experiencias y construir músculo en un mejor uso de estas posibilidades incorporando una mirada crítica. No pretendo hacer análisis profundos ni aportar guías de uso. Son algunas notas desde la experiencia. Cada nota procurará enfocar un uso o una rutina concreta y trataré de compartir no solo qué hago, sino también cómo lo hago, qué dudas me genera y qué precauciones tomo.
Con la intención de abrir conversación, y quizás de acompañar también los recorridos de otras personas u organizaciones que estén explorando estas herramientas.
Nota 01 sobre usos de IA generativa: Grabar notas, transcribirlas y pintarlas para aumentar la escucha y estructurar ideas y conversaciones.
Una de las primeras reflexiones que quiero compartir tiene que ver, precisamente, con esto mismo qué estoy haciendo ahora: utilizar una inteligencia artificial para atrapar y dar forma a ideas. En los últimos tiempos, he ido incorporando una rutina que combina mi forma tradicional de tomar notas con el uso de herramientas generativas. Me gusta tomar notas a mano, en papel, especialmente durante videollamadas o conversaciones telefónicas. Ahí hago un esfuerzo por escuchar activamente, por recoger lo que se dice y también por recoger cómo me lo cuento a mí mismo, cómo lo espejo. Esa manera de parafrasear, de hacer de espejo en directo, la intento trasladar también al plano documental.
Lo que hago habitualmente es leer esas notas en voz alta y grabarlas. A veces utilizo una aplicación de grabación específica, otras simplemente dicto el contenido con la herramienta de voz a texto de Google Drive. A partir de ahí, si he usado la app de grabación, paso ese audio por Whisper (gracias infinitas Asier Amezaga por recomendarme la herramienta) para obtener una transcripción bruta. Si he dictado directamente al Drive, tengo ya ese primer texto.
En cualquiera de los dos casos, el siguiente paso suele ser trabajar con GPT u otras herramientas para mejorar, revisar o transformar ese contenido. Esta parte es clave. A veces, lo que necesito es que el texto tenga forma de acta. Otras veces, que adopte la estructura de un correo electrónico. Depende del uso que quiera darle al documento.
Pero en ambos casos, me interesa que el tono sea fiel a cómo pienso y me expreso. Y aquí hay una tensión: cuando le pido a GPT que imite mi estilo a partir de otros textos que le he proporcionado, no me gusta el resultado. No me gusta cómo me copia. Por eso, procuro hacerlo de forma más artesanal, ajustando yo mismo el tono y la forma del texto una vez generado.
Otra cosa que he probado es jugar con la aplicación para que vaya aprendiendo conmigo. Modifico algunas palabras, corrijo ciertas frases y observo si va interiorizando matices o giros que uso habitualmente. No siempre ocurre, pero es un campo que sigo explorando.
En resumen, esta primera rutina que comparto tiene que ver con cómo combino una práctica analógica —tomar notas en papel— con un proceso digital que incluye grabar, transcribir, limpiar y dar forma al contenido con ayuda de herramientas de IA. No tanto para que la herramienta me sustituya, sino para que me ayude a ordenar, clarificar y transformar lo recogido en algo compartible. Manteniendo siempre una actitud activa, de intervención, de contraste y de cuidado en el tono.
Nota 02 sobre usos de IA generativa: Explotar datos y redactar informes: intuiciones, limitaciones y contrastes necesarios.
Otra de las maneras habituales en que utilizo IA generativa es para trabajar con información y extraer conocimiento de textos ya escritos. Cuando me acerco con materiales propios, tengo la sensación de que puedo controlar mejor el proceso. Si son textos cortos y con información muy situada, el resultado suele ajustarse mejor a lo que busco. Pero cuando le pido a la IA que trabaje con información más amplia o diversa, aparece con fuerza su faceta generativa, y ahí es donde surgen algunas precauciones.
Una de las cosas que he aprendido es que puede ofrecer respuestas o resultados muy distintos sobre un mismo material. La manera en que organiza, prioriza o resume cambia de una vez a otra. De alguna forma es lo que nos ocurre como humanos cuando nos acercamos a un ejercicio de estas características. Tengo un acercamiento doble a este fenómeno:
Por un lado relativizo la idea de que haya una única forma correcta de “explotar los datos”. El contenido está, los patrones se señalan y, si lo hacemos bien, se trata de descripción ordenada de una manera u otra. Me ha ayudado a soltar la idea de control absoluto.
Por otro lado me despierta desconfianza, inseguridad y la necesidad de desarrollar una práctica de contraste sistemático. Y ese contraste lleva tiempo. No se trata solo de leer lo que genera, sino de cotejar si eso que ha resumido o listado realmente aparece en los documentos de origen. Porque, si no estás atento, la herramienta “alucina” (Sobre esto os comparto en otra nota)
Otra idea más. Me ha ocurrido en algunas ocasiones que con los proyectos guardados y anidados (usando la opción de algunas IAs de generar carpetas por proyectos que es muy útil) y cuando la suma de prompts o solicitudes se acumula, la herramienta se bloquea y comienza a dar fallos. Me ha funcionado salir de ese proyecto y comenzar en uno limpio. Además en la medida de lo posible, como explicaba antes, troceo los textos.
Y, por último, algo que me funciona especialmente bien es trabajar al detalle una parte del texto y usarlo como referencia. Trabajo mucho una parte del texto, cuido las extensiones, la forma, el tipo de preguntas, títulos, listado… y cuando me gusta el resultado lo propongo como modelo para el resto del texto. Esto es valioso en aquellos documentos con estructuras recurrentes.
Nota 03 sobre usos de IA generativa: Sobre las alucinaciones.
Recuerdo especialmente un momento al principio de mis exploraciones, cuando le pedí a GPT una lista de libros de un autor que yo conocía muy bien. Me sorprendí al ver varios títulos que no reconocía. Mi reacción fue pensar que quizá me estaba perdiendo algo. Pero no: eran invenciones. Y ahí comprendí que este tipo de herramientas no están diseñadas para parar o decir “no tengo esa información”, sino para seguir generando contenido, aunque no sea real.
Me ha pasado también con contenidos sensibles, como la preparación de materiales que van a llegar a un cliente. En esos casos, un error puede ser grave. Por ejemplo, si le pides que resuma las intervenciones de una mesa redonda sin haberle proporcionado esta información como punto de partida, la herramienta tiende a inventarlas. No devuelve un “no sé”, sino una ficción plausible. Y eso es peligroso si no lo detectas.
En un par de ocasiones he preguntado a estas IAs si se imaginan un futuro y una evolución donde estén diseñadas para mostrar sus límites y no lo tienen claro. 😀
Esto conecta con una cuestión más amplia sobre el papel que estamos dando a estas herramientas en la construcción del conocimiento. Hace una década, las críticas a Wikipedia eran constantes: se decía que estaba llena de errores, que no era fiable. Sin embargo, se demostró que la inteligencia colectiva que la sostiene era capaz de corregir rápidamente cualquier desvío o bulo. Hoy, con las IAs generativas, no tenemos esa comunidad vigilante. Y el algoritmo que define estas operaciones no es algo que podamos modificar, ni conocer, de momento.
Estas herramientas siguen generando contenido incluso cuando no tienen los datos, incluso cuando no entienden del todo el contexto. Inventan, suponen, rellenan vacíos. Por eso, cada vez que utilizo la IA generativa como espejo, tengo presente que ese reflejo puede estar deformado. Puede decirme lo que quiero oír, aunque no sea cierto. Y si no soy yo quien contrasta, no habrá nadie más que lo haga.
El trabajo de contraste y debate desde estos textos es clave. Antes de compartir con cliente y con este. Además hago hincapié en reuniones de entrega de documentación donde el compromiso es de lectura previa y construcción final del documento de manera participada. Para mí es una de las claves. Os presentamos un texto para seguir discutiendo.
Nota 04 sobre usos de IA generativa: Asistentes como herramienta de apoyo y prototipo compartido.
Uno de los descubrimientos más interesantes en este recorrido ha sido la posibilidad de configurar asistentes personalizados, una forma de interacción más avanzada y dirigida con la inteligencia artificial. Llegué a esta práctica gracias a una pista que me dio Juanma Murua, que fue la primera persona que me habló de esta posibilidad.
En este camino he tenido también la oportunidad de aprender de otras personas. Ramón Besonías, por ejemplo, ha hecho un trabajo muy sugerente desarrollando asistentes aplicados al ámbito de la educación formal. Ese enfoque me ayudó a ampliar la mirada sobre las aplicaciones que pueden tener estos dispositivos.
A partir de ahí, comencé a alimentar un asistente con materiales generados en mi blog, construyendo un espacio que me permitiera consultar y contrastar contenidos de manera interna.
Este asistente personal funciona como una especie de IA entrenada únicamente con los textos que tu aportas, en este caso, mis propios textos. La lógica era clara: podía configurarlo para que respondiera exclusivamente en base a los datos que yo le había introducido, incluso al 100%. Esto me permitía obtener respuestas mucho más coherentes con mi propio marco de pensamiento, experiencia y contenido.
La experiencia con este tipo de asistente fue tan interesante que empecé a explorarlo también como posible producto. En algunos procesos con clientes, lo utilicé como beta para contrastar información, como una forma de prototipo que podíamos testear y mejorar. No solo como una herramienta interna, sino también como un posible resultado de un proceso compartido. Una herramienta para explorar sobre el conocimiento construido.
Esta práctica me ha llevado a pensar en los asistentes no solo como herramientas de consulta personal, sino también como espacios que pueden albergar conocimiento compartido. Como lugares donde se acumula contenido generado colectivamente y desde donde se pueden activar nuevas preguntas.
Al trabajar en equipo, por ejemplo, nos dimos cuenta de que los prompts que diseñábamos para interactuar con el asistente eran casi siempre individuales, aunque el contenido fuera colectivo. Eso nos llevó a preguntarnos: ¿cómo diseñar prompts y rutinas que permitan una interacción verdaderamente compartida con una IA?
Actualmente, estoy participando en procesos de configuración de asistentes dirigidos por personas que saben mucho más que yo, y ahí estamos experimentado directamente con cómo se pueden vincular a la explotación de información generada de forma colaborativa.
Nota 05 sobre usos de IA generativa: Inteligencia colaborativa o cómo generar construir colectivo con estas herramientas.
Este cambio de foco, del uso individual al uso colectivo, me parece un tema importante y al que igual no le prestamos atención. No se trata solo de tener un asistente vinculado a una organización, sino de generar entornos de interacción conjunta. De encender un ordenador, sentarnos varias personas, y conversar juntas con el conocimiento construido y las posibles interacciones con una interfaz que nos permite interactuar con este. De abrir una ventana para el debate, la conversación y el aprendizaje colectivo. La pregunta que nos hacemos es: ¿cómo hacer esto posible desde las herramientas que ya tenemos?
Hasta ahora, la mayoría de nuestras interacciones con estas herramientas han sido individuales. Consultamos, preguntamos, generamos contenido en solitario. Incluso cuando el conocimiento que volcamos en ellas es colectivo, el canal de entrada sigue siendo personal.
Esto se hace evidente cuando configuramos asistentes vinculados a procesos colaborativos. Por ejemplo, si hemos generado un corpus de conocimiento sobre el propósito de una organización, los prompts que solemos diseñar para consultarlo siguen respondiendo a lógicas individuales: ¿esta acción está alineada con el propósito?, ¿esta decisión encaja con el marco estratégico?, etc.
Lo que falta, además de seguir incidiendo en unos algoritmos con perspectivas sistémicas entre otras cosas, son formas de interacción que permitan a varias personas dialogar con ese conocimiento al mismo tiempo.
Aquí aparece una pregunta clave: ¿cómo generar prompts o dinámicas de consulta que fomenten la conversación colectiva con la IA? Ya no se trata solo del contenido o del diseño del asistente, sino del contexto de uso. ¿Qué ocurre si varias personas se sientan juntas frente a un ordenador para interactuar con el asistente? ¿Qué nuevas formas de conversación y aprendizaje pueden emerger de ahí?
Esta línea de exploración apunta hacia una inteligencia artificial más relacional. No cómo un oráculo que responde a preguntas individuales, sino como herramienta que activa procesos grupales. Eso implica repensar no solo la interfaz, sino también las rutinas, los tiempos, los acuerdos y los modos de escucha compartida. En mi experiencia, cuando lo hemos intentado, aparecen preguntas nuevas, se abre el debate y se fortalecen las decisiones conjuntas.
Lo interesante de este enfoque es que cambia el papel de la herramienta: ya no es un soporte que uso yo, sino un entorno que compartimos. Eso exige cuidado, diseño y una cierta pedagogía sobre cómo interactuar. Pero también tiene un potencial enorme para procesos organizativos, deliberativos y de construcción de conocimiento compartido. También, y lo pienso mientras escribo, lo veo como otra oportunidad para seguir desarrollando músculo crítico.
Nota 06 sobre usos de IA generativa: ¿Conversaciones con una IA? Entre el espejo complaciente y el pensamiento crítico.
Hace unos días conversaba con la hija adolescente de unos amigos sobre el uso que hacía de esta tecnología. Además de hablar de algunos contrastes y tareas académicas me contaba que contrastaba temas de conflicto y de manejo de relaciones con su grupo de amigas. En ese contexto me contó que en una ocasión fue consciente que ante una situación de tensión la “máquina” siempre le daba la razón a ella. En un ejercicio que me sorprendió por maduro, esta joven cuestionó este punto a la IA con una frase del estilo “¿No crees que mi amiga también puede tener razón en este punto?”. La respuesta la siguió alabando como interlocutora y poniendo en valor su capacidad de empatía.
Esta viñeta nos podría llevar a muchos sitios; la IA como psicólogo de cabecera es un tema apasionante. Voy a centrarme en esta sensación de empatía, a veces excesiva, y mi experiencia.
Hace unos meses usé durante unos días una IA que te permitía discutir sobre el tema que te propusieras. Me pareció una manera interesante de entrenar algunos músculos. No recuerdo la herramienta concreta y navegando veo que hay diferentes posibilidades.
Por otro lado, podemos pedir a cualquiera de las IAs generativas que juegue a un rol. Definiendo lo que buscas la IA puede interaccionar con nosotros como ese personaje. Amigos me han mostrado este tipo de “entrenadores” para experimentar por ejemplo con un enfoque centrado en soluciones en el setting personal. Creo que es bien interesante.
Normalmente, cuando le pides una lectura crítica de un texto o perspectiva, suele devolver una respuesta amable, incluso complaciente. He intentado utilizarla como contraste de mis propios textos. A veces le doy materiales y le pido una devolución, una mirada crítica. Pero no está diseñada para eso. Tiende a responder con una especie de hiperempatía, como si no pudiera entrar en conflicto con lo que dices.
En este sentido, estas IAs generativas funcionan más como un espejo que como un interlocutor exigente.
Leí hace unas semanas que pacientes que habían sido atendidos por IAs generativas sentían que no solo el diagnóstico había sido más certero sino que habían sentido más empatía. Es un terreno que me apasiona. Creo que hay un valor muy importante en escuchar y hacer sentir a la otra persona escuchada. Por otro lado considero que hay una parte del límite y del rigor que estas tecnologías no están abordando en esta relación tan “íntima” y “personal” que se está generando y que puede tener sus riesgos al seguir ampliando los sesgos más personales.
Lo que se pone en juego aquí no es solo el uso técnico de la herramienta, sino una forma de estar ante el conocimiento: pasiva o activa, crítica o conformista.
Nota 07 sobre usos de IA generativa: Decisiones, algoritmos, sesgos, estructuras y acompañamiento desde lo profesional.
Pesando la verdura el otro día en un supermercado la máquina reconocía con un margen de acierto importante el producto que pesaba y me daba a elegir entre, por ejemplo, calabacín y pepino. El chat que se abre en la página web y el “ente” con el que interactúas para contrastar un producto, esa llamada vendiendo algo con acento robótico… Son muchos los territorios donde se está haciendo cada vez más evidente la presencia de las inteligencias artificiales.
Me interesa especialmente el potencial de estas herramientas en la toma de decisiones personales pero sobre todo colectivas. Y en este sentido tengo una inquietud sobre cómo estas herramientas pudieran ayudarnos a enfrentar retos complejos y de impacto social. En este tiempo de lemas populistas que prometen soluciones simples a retos complejos me gustaría pensar en estas herramientas como una interfaz dinámica con la realidad. He experimentado son arquetipos sistémicos, por ejemplo, y da mucho juego (esto será otro post en Septiembre) Sin buscar causas aisladas y de implicación directa, sino permitiéndonos observar las relaciones, patrones y dinámicas que, en su interacción, generan los fenómenos que queremos comprender o transformar.
En nuestra práctica directa y en muchas de las organizaciones a las que acompañamos, cada vez más herramientas algorítmicas evalúan, priorizan o seleccionan información para orientar decisiones estratégicas, especialmente en ámbitos como los recursos humanos.
En el libro “El algoritmo paternalista: Cuando mande la inteligencia artificial” de Ujué Agudo Díaz y Karlos g. Liberal abordan este tema de una manera exquisita. Allí se habla de todo esto. Solo os hago un spoiler; Hemos interiorizado una narrativa que idealiza la automatización como solución a problemas humanos. Se asume que la tecnología es más racional y objetiva que las personas, lo que favorece la delegación acrítica de decisiones.
Aunque no trabajemos directamente en ese nivel técnico, creo que tenemos que estar atentos. Entender cómo funcionan estos sistemas, qué datos utilizan, qué sesgos pueden incorporar.
Desde esa conciencia, uno de los aportes que podemos hacer es generar herramientas y rutinas críticas de acompañamiento: que ayuden a detectar distorsiones, a equilibrar miradas, a contrastar los criterios que están en juego. No solo desde una lógica de eficiencia u optimización, sino con una mirada más amplia, que considere también a las personas y los efectos a largo plazo.
Aquí también aparece la dimensión estructural: quién diseña los algoritmos, con qué fines, con qué acceso a los datos. Las decisiones sobre qué se entrena, con qué fuentes, y con qué propósito tienen consecuencias.
Nota 08 sobre usos de IA generativa: Infraestructuras y ecosistemas: pensar en alternativas públicas y abiertas.
GPT de openAI fue la primera herramienta que probamos muchas personas. Se ha convertido en una especie de estándar, en una interfaz familiar. Pero eso no significa que sea la única, ni que debamos quedarnos ahí. Además de otras herramientas diseñadas para diferentes objetivos tenemos otras IAs más generalistas bien interesantes.
La entrada de Deepseek fue una bomba. Tecnología china con un desarrollo más eficiente de los recursos que puso en jaque a la industria (Impresionante la cantidad de dinero que está moviendo este desarrollo solo en los últimos meses. ¿Olemos la burbuja?).
Tengo como tarea explorar la versión de pago de Mistral, una propuesta que por europea, cumple con una legislación que la regula de una manera más protectora. Creo que esta es una clave.
La reflexión aquí no es solo sobre resultados o prestaciones, sino sobre infraestructura. ¿Dónde están los datos? ¿Quién decide qué se entrena y cómo? ¿En qué legislación se enmarca cada modelo? ¿Qué derechos tenemos como usuarios y como ciudadanía? Estas preguntas importan por muchas razones y son las claves sobre qué tipo de tecnología elegir para nuestro trabajo, conscientes de los impactos que tiene a corto y plazo en esta capa digital que no deja de ser una dimensión de nuestra sociedad.
Me parece clave pensar en infraestructuras públicas o, al menos, de código abierto.
Espacios y herramientas donde la innovación tecnológica no se separe de la innovación social, donde podamos explorar y experimentar sin renunciar a principios de protección de derechos y retorno social. En el origen de muchas de estas tecnologías está el apoyo público. La explotación de nuestros datos, qué es el verdadero negocio hace tiempo, se explota de manera muy lucrativa desde entidades privadas. Esta búsqueda del máximo beneficio es la que ha dado forma a esta economía de la atención que está teniendo semejantes impactos en la calidad de la información y nuestro bienestar.
La gestión abierta de datos es una de las realidades que con más fuerza vislumbramos como oportunidad y que más lejos de las expectativas ha quedado. No hay una reflexión compartida ni liderazgo en este sentido por parte de la administración pública, salvo honrosas excepciones. Y es clave. La apuesta por desarrollos de código abierto e infraestructuras público-privadas que nos protejan de la manipulación y la exposición para utilizar los datos de una manera más global y ayudarnos a tomar buenas decisiones se ha convertido en una utopía.
No se trata solo de elegir herramientas, sino de imaginar qué tipo de relación queremos establecer con estas tecnologías, de reclamar el derecho a participar también en su diseño, en sus límites y en sus objetivos. Ojalá.
Nota 09 sobre usos de IA generativa: La ilustración como collage virtuoso del trabajo de millones de artistas.
En los primeros momentos de exploración, usaba herramientas como DALL·E. Aquellas primeras versiones ofrecían resultados que, aunque rudimentarios, tenían un punto divertido: figuras deformes, composiciones que parecían fantasmas, una especie de Frankenstein digital hecho de recortes. Sé en qué proyecto utilice por primera vez estas imágenes, no lo pensé demasiado.
Con el tiempo, la calidad de las imágenes generadas ha dado un salto enorme. Hoy es posible transformar una fotografía, generar variaciones estilísticas, aplicar efectos visuales con solo un clic. Muchos hemos jugado ya con esas funciones: subir una imagen, cambiar su estilo, explorar posibilidades gráficas. Es bastante impresionante.
Gran parte del mundo de la ilustración está en batalla contra estas herramientas que se basan en su trabajo para ofrecer otros resultados que comienzan a ser “competitivos”, es decir, a sustituir a precio ridículo el trabajo de un sector ya precarizado. Como amante del cómic y la ilustración en todas sus formas me siento absolutamente solidario con esta sensibilidad. Sigo apostando por el trabajo hecho por personas, por el oficio y la creación manual.
Esta amenaza no pende sólo encima de este colectivo, lo hace de manera transversal, por ejemplo, también sobre el que escribe, sobre mí. Cada salto tecnológico supone la amortización de una serie de roles, funciones, puestos, oficios… Las quinielas ya echan humo. Hace unos años eran los robots los que iban a quitarnos el trabajo, ¿recordáis a Gates proponiendo que pudieran cotizar como los humanos?.
En estas reflexiones también conversábamos sobre la competencia a desarrollar no sólo en el manejo de tecnología. Hablábamos de “aprender a trabajar con robots”. Pues ya han llegado los “robots incorpóreos”.
Muchos profesionales de la ilustración (y de la fotografía, del video…) han incorporado herramientas de IA a sus procesos. Si me lo permitís diría que como en el salto del vinilo al CD; echando de menos ese ruido de la aguja rozando con los surcos.
Yo a veces me apoyo en estas herramientas. Sobre todo para materiales más internos, documentos visuales que acompañan procesos con clientes, ilustraciones que no tienen una vocación pública ni comercial. Pero incluso en esos casos intento mantener un cierto cuidado: saber cuándo y cómo usarlas, y sobre todo, no dejar que lo automatizado sustituya a lo sensible. Procuro trabajar con imágenes con licencias abiertas que rescato de distintas páginas webs y cito, soy especialmente adicto a las fotografías vintage. Por cierto, es más que interesante el debate sobre si estas imágenes generadas por IA tienen copyright o no.
De manera tensionada, la imagen de esta nota está generada en una IA.
Nota 10 sobre usos de IA generativa: Cajón de sastre y algunas fuentes.
Pretendía compartir unas reflexiones y aprendizajes desde la experimentación con la IA en los últimos meses. Me he acercado ligero y sin presión.
Podría continuar hablando sobre, por ejemplo:
Qué ocurre con los datos que llevamos a estas IAs y cómo aseguramos la protección de esta información,
compartir algunas dudas y sugerencias para el uso de esta tecnología en la producción de píldoras formativas; videos con avatar, podcasts desde nuestros textos,
cómo gestionar de una manera más virtuosa la tensión entre las exageraciones en la posiciones tecno-optimistas y tecno-alarmistas,
sobre el arte de preguntar no ya como un diseño de prompts acertado sino como una suerte de juego de ping pong donde vamos matizando los resultados,
la falsa sensación de supereficiencia que da el trabajo apoyado en estas herramientas y cómo distinguir lo rutinario y aquellas tareas en las que aportamos más valor,
una fantasía de si esta era de la IA nos va a colocar con más distancia de los artefactos que entendamos que están construidos apoyados en estas herramientas (¿leemos menos informes porque los sabemos redactados con apoyo de IAs?) ,
el impacto ecológico del uso de estas herramientas de una manera extensiva,
sobre si el ejercicio de unir palabras y trazos por parte de un humano es tan diferente del ejercicio propuesto por una red de manejo de datos programada …
No he necesitado tener seguridad ni justificar las ideas. Ha sido un pequeño “juego serio”. Un rosario de notas que sé que caducarán relativamente pronto.
Desde el principio, como cuando en el comienzo de la pandemia compartimos pequeñas estrategias y herramientas para digitalizar nuestras propuestas, he mantenido la curiosidad y he trasteado. He compartido mis reflexiones desde la práctica. Y este ejercicio ha estado también cruzado por un momento de desencantamiento importante por esta internet de la economía de la atención.
Tengo muchísimas más preguntas que respuestas, permitidme que comience por la práctica, algunos aprendizajes y reflexiones.
Acercarme con curiosidad, experimentar, contrastar, aprender desde la práctica, sistematizar algunos aprendizajes y compartirlos de manera abierta para seguir aprendiendo. La capa digital ha sido, hasta hace unos años de manera natural hoy buscando resquicios “insistencialistas”, una aceleradora de la curiosidad y la construcción de conocimiento.
Os comparto un enlace a mi marcador en diigo donde sigo recogiendo algunas lecturas que sobre la IA me ayudan a pensar.
En la página web tenéis más enlaces a los temas que me interesan junto a imágenes que también me ayudan a conectar con la mirada sistémica, los equipos, la innovación, la ciudadanía activa, la educación y los ejercicios de escucha y construcción de relatos.
Quiero compartir algunas notas desde la lectura del libro escrito por Thierry Jobart, que se titula Contra el desarrollo personal y que publica la editorial Txalaparta.
Imagino que si el autor leyera mis notas las quemaría por apropiación y asimilación. Hago spoiler cuando traigo una frase del texto: “El capitalismo procede según un modo de desarrollo dialéctico que le permite integrar la contradicción para apropiársela: él es la revolución permanente.” Yo lo hago en el contexto de abrazar mis contradicciones y viviendo todas y cada una de las tensiones. No es un salto de malabarismo exento de riesgos. Esta lectura me ayuda a poner atención en algunas claves e inercias en las que, desde el rol que ocupo profesionalmente, a veces puedo caer o contribuir sin conciencia.
Voy a apoyarme en algunas frases literales del texto y me voy a permitir una pequeña reflexión. No sin antes recomendaros ir al texto original y hacer vuestra propia digestión.
El autor desmonta piedra a piedra la literatura del Desarrollo Personal y las prácticas “buenrollistas” del acompañamiento personal y organizacional. Digo que con detalle aunque muchas veces usa material de demolición como cuando utiliza adjetivos como “especialistas de la felicidad”. Me gusta que comience reconociendo que “Es cierto que no todo lo que dicen es falso”. Continúa advirtiendo que “El problema es que a menudo se contentan con reformular, en una jerga sentenciosa y pomposa, todo lo que simplemente —y en el mejor de los casos— es sentido común.” Para apuntillar: “Es la ventaja de una buena formación intelectual: se puede hablar de manera brillante de cualquier cosa usando clichés.”
Me gusta la idea de ser “profesionales del sentido común” a años luz de esa idea de “especialista en felicidad” aunque es un dardo que me llega. La gestión del conflicto es el contexto en el que desarrollamos una buena parte de nuestra actividad. Necesitamos dar un lugar al malestar sin saltarlo, obviar ni aplacarlo. Se trata de dar espacios de encuentro para conversar, compartir mapas sin correr a buscar soluciones mágicas y construir acuerdos que nos permitan continuar trabajando. A veces se trata solo de dar los espacios y esto parece sencillo, de sentido común.
Más adelante y denunciando a un autor que ha construido un personaje realmente arquetipo de todo lo que el texto denuncia, Robbins (Si no te ríes a carcajadas, o te quedas congelado por su exageración, con “No soy tu Gurú”, este no es tu libro), nos escupe “Todo esto, o realizado como una gran misa, con muchas bromas y gesticulaciones, desde un arte exasperante por estar permanentemente en escena.” La construcción del personaje y la energía invertida en la seducción daría para un libro. El equilibrio entre cuidar la ritualización necesaria para el impacto y la desnudez que permite estar presente, conectado con la experiencia, necesidades y deseos (que pudieran ser reivindicaciones) es clave.
Y es aquí donde describe la tensión que atraviesa toda experiencia de colaboración “Es simple, es hermoso, es falso. Inmediatamente percibimos la paradoja que reposa en dos afirmaciones contradictorias: ser autónomo y querer crear vínculos.” Este es el foco de nuestro trabajo. Confieso que a veces nos escoramos hacia la responsabilidad personal y esto a veces suena a culpabilización y a otras a esto del “tu puedes”. (Trabajar en el círculo de incidencia decía Covey y Belen Gopegui le dedicaba unas páginas en otro texto que hay que leer en estas lógicas de revisión crítica). “Ahora, siempre hay algo que hacer, una solución que encontrar, al igual que siempre hay un responsable de lo que pueda ocurrir.” escribe.
Otras veces también exageramos el poder de los patrones, las estructuras y la complejidad. Escribiendo este post camino por lugares de frontera y sutileza tengo la sensación que una determinada redacción de una frase me puede llevar a caer un por una ladera o por la otra. Creo que es una sensación muy real y, diría, que necesaria.
En esta necesaria adaptación de lo individual a lo colectivo y viceversa denuncia las estrategias que invitan a “No reconectarse con su (nuestro) ‘yo profundo’, sino hacerlo más maleable, para lo que se espera de él”. Y continua “Por un lado, está nuestro Yo (en mayúsculas), suficientemente plástico como para que, al ejercerlo, podamos hacerlo cambiar y evolucionar. Y, por el otro, nuestro cerebro”.
En este momento el autor trae al último grito en el desarrollo personal, la Neurociencia. “Ahora, en el mercado de las verdades, la hegemonía es ejercida por las neurociencias.”
Sobre las identidades líquidas, la plasticidad y la invitación a cambiar en lugar de profundizar volverá más tarde. Antes nos recuerda el para qué de estos relatos. Para que la eficiencia y al servicio de quienes. Os recuerdo que traigo aquello que me tensiona. Entended por tanto que detrás de estas frases literales descubro valor y además necesito seguir profundizando y contrastando con otras ideas que también siento importantes y que igual son contradictorias. Sumo un par de párrafos para comprender la denuncia que hace el autor en relación a los efectos y objetivos detrás de este management con el que colaboramos.
“Según Adam Smith, el trabajo libre es más rentable que el trabajo de los esclavos. De hecho, estos últimos tendían a carecer de motivación.” (…) “olvidarse del management por la coacción y dar lugar al management con la confianza. ¡Yupi! Hay resultados evidentes en la productividad y en la calidad de compromiso del personal. Hay menos bajas médicas, menos absentismo, menos rotación de personal y, por lo tanto, mejores resultados económicos.” (…) “Aquí, el uso de una simplicidad bíblica: si le anuncia al trabajador que se le confía un proyecto, si le asigna un objetivo y magnánimamente se le otorga toda la autonomía que requiera para lograrlo, puede reformular las cosas a su manera (incluso es deseable que lo haga, con el fin de apropiarse completamente del proyecto), a sentirse más responsable de su éxito. En teoría, es la obligación del logro. Sin embargo, sería imprudente llevar este estímulo a la autonomía hasta dejarle decidir sobre el objetivo. Eso sería pasar de la confianza a la ceguera.”
Hace tiempo que encadeno lecturas que sostienen esta perspectiva crítica al trabajo que desarrollamos en el acompañamiento a organizaciones desde la formación, consultoría y esto que cuesta ya nombrar; “coaching”. Lo hago espoleado por una reacción personal a las “Tazas wonderful” y al buenrollismo. No comparto esa mirada, me mantengo alerta y la combato. He sufrido, por ejemplo, los mensajes de ánimo cuando no tocaban.
Queriendo profundizar en una práctica que de manera insistente quiere seguir bebiendo de la Teoría General de Sistemas, procuro comprender los mecanismos detrás de todo lo que se alía para que las cosas permanezcan como están (a pesar a veces de nuestro sufrimiento). Me he encontrado a colegas y clientes que desconfían del enfoque centrado en soluciones, por ejemplo, y su apuesta por los recursos y lo que funciona. Para mí es una perspectiva que avanza desde una comprensión compleja de la psicología social y en la que quiero seguir profundizando. No me olvido de las críticas y la necesidad de evolucionar en el malestar.
Resumamos: Hay una tensión entre el yo y el nosotros, la identidad es algo adaptable, está en nuestras manos movernos y “el capital” ha descubierto que es más rentable seducir que obligar.
Jobart continúa bajando a tierra esta suma de tesis: “De ahí que la personalidad misma del trabajador se haya convertido en un problema, y que el desarrollo personal desempeñe un rol en la empresa.” (…) “Las empresas organizan formaciones idóneas o recurren a formadores, consultores o coaches que juegan el rol de mercenarios.” (Sabe qué palabras usar para que duela) “Por supuesto, en ambos campos, privado y profesional, no se trata de obligar, sino de incitar, sugerir, persuadir. La obligación es externa, impuesta desde fuera; la necesidad puede ser interna y aparecer como emanando de uno mismo.”
Habla de la noción de empowerment, de empoderamiento, término utilizado en los años 70 en un contexto de luchas feministas y sociales, reciclado, y manipulado, en un sentido diferente por el management. Me parece muy interesante cómo evoluciona en el pensamiento del crecimiento profesional como una especie de especulación o venta de uno mismo permanente. Como si hubiera que invertir en el potencial para seguir siendo. Une, como no pudiera ser de otra manera, esta tensión con el cansancio y el deterioro. Creo que hay ideas interesantes a tener muy presente en esta aproximación. “Ahora todo es capital: se invierte en su vivienda (que debe revalorizarse y revenderse con pluralidad), sus estudios, sus relaciones sociales y, por lo tanto, en sí mismo, desarrollando sus competencias y empleabilidad. (…) Como muestra el filósofo Michel Feiger, nos hemos convertido en ‘invertidos’, es decir, ‘proyectos que tratan de hacerse apreciar’. (…) Entonces conviene fabricar un yo, una identidad que convenga a los inversores. El desarrollo personal es una ayuda para este proceso.”
Necesitamos revisar esta realidad y ver cuánto de lo que hacemos contribuye a esta locura. Nuestras conversaciones en Redes Sociales aumentan esta realidad. La siguiente sentencia me parece espeluznante: “De ahora en adelante, el régimen que se impone es el de la coincidencia de uno mismo, lo ilimitado del deseo y la inmediatez de su satisfacción.”
Rumiar durante un rato esta idea creo que puede ser un buen ejercicio como rutina. Conecta con el texto de Gopegui y otro maravilloso que es “No seas tu mismo” de Eudald Espluga. De lo que aprendí con Espluga me gustaría escribir algún día.
Imagino que aquí hay algo de escribir sobre lo que escribo o hablar sobre lo que hablo. Me dedico a esta industria del management. Necesito estas lecturas. Creo que necesitamos conversar con otras maneras de entender lo que está en evolución. No se trata de dar espacio al terraplanismo. No escribo ni pierdo el tiempo sobre lo que no tiene sentido. Soy consciente de que las perspectivas sobre los temas importantes son muchas y diversas. Necesito, necesitamos, ir a este gimnasio. Este es el lugar en el que construimos nuestra capacidad de atención, alerta y pensamiento crítico. Dice el autor terminando la obra: “El sentido crítico no se enseña en ninguna parte. La participación en el desarrollo personal profesional sin duda irá creciendo, al igual que lo políticamente correcto y la intolerancia frente a todo lo que no reproduce lo idéntico.”
Me pregunto sobre cómo seguir facilitando espacios seguros donde entrenar estos músculos. Defiendo que la apertura a otros marcos y la construcción de modelos mentales que dialoguen con las realidades e incluyan otras perspectivas nos ayuda personal y colectivamente. Pero quizás incluso esta es una idea que debo de soltar.
Y termina Jobart situando este debate en su contexto. En nuestra sociedad y planeta. Porque nuestro trabajo es uno con la deriva y el futuro de lo que construimos juntas. “Mientras la creencia en recursos ilimitados nos siga llevando al caos, será la misma visión del mundo, individual y envuelta en malvaviscos, la que vacíe nuestro imaginario. Solo hay una cosa para crear otra: el tiempo. Justamente es lo que nos va a faltar.”
Vuelvo a escribir y utilizar mi blog para sistematizar algunos aprendizajes, compartirlos y seguir conversando. ¿Cómo te suena esto que comparto?
Ahora que voy abandonando algunas redes sociales donde compartía lecturas, voy a hacer un pequeño post con las lecturas de este julio, el comienzo del verano de 2025.
Comencé con el libro “El informe Penkse” de Jaime Rubio Hancock. Me conecté con el humor, la burocracia y la capacidad de procrastinar. Me sirvió, primero, para reírme —algo que no suelo hacer con novelas humorísticas— y, después, para conectarme con el mundo del trabajo desde una perspectiva diferente.
“Visión Nocturna: Un viaje filosófico a través de las emociones oscuras” de Mariana Alessandri me ha parecido un libro impresionante, uno de los mejores ensayos que he leído en los últimos años. Me ha ayudado a entrar en el mundo de la depresión, la ira, el enfado y la tristeza de una manera distinta, complementaria a la que suelo manejar. Me ha llevado a territorios donde habitualmente no estoy. Gracias.
“209 rue saint-maur, parís. Autobiografía de un edificio” de Ruth Zylberman me gustó mucho. Esa forma de hacer historia desde un punto geográfico concreto, de entrevistar y observar no solo a las personas que pasaron por el edificio, sino al propio edificio, me pareció muy potente. Me conectó con la dureza de lo vivido por el pueblo judío durante la Segunda Guerra Mundial y con el silencio cómplice de parte del pueblo francés. También me hizo pensar en el dolor y el tormento que se está viviendo ahora mismo en Palestina, aunque la autora no lo mencione explícitamente.
“Breves amores eternos” de Pedro Mairal me sorprendió desde el comienzo, no esperaba relatos eróticos y me pareció una buena forma de disfrutar el verano desde otra dimensión :D. Además, me reconectó con su escritura y con otros textos suyos que ya había leído como “La Uruguaya”, “Salvatierra” o “Una noche con Sabrina Love”
Los dos libros de Theodor Kallifatides —un autor que no conocía— me conectaron mucho. He leído “Madres e hijos” y “Otra vida por vivir”. Su manera de escribir, aparentemente sencilla, me dio ganas de seguir escribiendo, de seguir experimentando con eso de contarme desde las palabras. Me gustó esa cercanía con la descripción, tanto interna como externa, y esa transparencia de lo íntimo.
“Los náufragos del Wager. Historia de un naufragio, un motín y un asesinato” de David Grann, me pareció especial. Una aventura muy bien escrita, con datos e información interesantes. Me gustó esa suma entre bitácora rigurosa y narración bien contada.
Por fin pude leer “A sangre y fuego”, de Manuel Chaves Nogales. Había intentado leerlo en dos ocasiones y no lo había conseguido. Esta vez sentí que era el momento. Me resuena esa “tercera vía” que menciona en la introducción, y su mirada crítica no hacia un bando, sino hacia el fracaso que supone una guerra. Me sigue resonando la pregunta de como responder a la violencia sin alimentarla.
Por último, “Las Maravillas” de Elena Medel me pareció un libro bonito y duro a la vez. Atraviesa el mundo de la precariedad y los cuidados desde la perspectiva de distintas mujeres, hilando diferentes historias familiares. Me gustó la forma de presentarlas. Siempre necesaria incorporar esta mirada que corremos el peligro de olvidar.
“Te veo, te escucho, te reconozco” de Teresa Arsuaga me ha regalado estructura para ordenar las ideas que he ido construyendo estos últimos meses en talleres de regulación de conflictos. Además me ha ayudado a seguir pensando sobre la necesidad de sentirnos vistos como algo profundo e importante. Seguimos bailando en la frontera entre agradecer, reconocer y adular.
Espero que todas estas lecturas que hago sigan hackeando un poco la manera en que veo la realidad. Me gustan las lentes que me han ofrecido estos nuevos libros. Seguimos para agosto.
Estas claves son algunos aprendizajes que hemos ido adquiriendo en procesos de cambio y participación ciudadana. Algunas de estas ideas ya las hemos ido expresando, de una manera o de otra, a lo largo de las semanas que llevamos trabajando en #Bherria. Las compartimos para seguir conversando; nos interesa seguir profundizando en estas reflexiones, aterrizándolas en prácticas concretas.
Os proponemos algunas ideas sobre las habilidades o dinámicas más invisibles que, a menudo, se llevan nuestra energía en los proyectos. Solo unas ideas, a veces preguntas e incluso algunos videos.
LÍMITES
Necesitamos reflexionar sobre qué cosas dentro de este tipo de procesos no pueden modificarse. El listado puede ser amplio o escueto, pero debe de ser consciente y compartido. De esta manera, dibujamos una especie de marco para los procesos; explicitando los límites estamos también dibujando el área de todo lo que sí podemos cuestionar y modificar. Todo lo que no está dibujado como incuestionable, se puede cuestionar. Es importante que este ejercicio pueda realizarlo quien invita al proceso, por ser parte de su responsabilidad. Hay algo en el establecer límites que despierta la creatividad y la energía que supera obstáculos.
¿Dejáis claros los límites en los proyectos que impulsamos junto a otras personas? ¿Sabéis cuáles son las cosas que es importante pudieran permanecer en el cambio?
El poder de las limitaciones creativas – Brandon Rodríguez
CONFLICTO
Los procesos de cambio no son fluidos. El conflicto es parte de estos por definición. Tenemos un reto que tiene también de insatisfacción, hay algo que nos gustaría modificar. Si se mantiene en el tiempo es porque hay algo importante que, a su vez, está permitiéndolo; suena extraño, pero en estas situaciones siempre hay una ganancia actual y oculta.
Comenzar a trabajar en el cambio a veces significa cuestionar equilibrios precarios. Nos necesitamos. No se trata de buscar responsables fuera de nosotros; los enemigos también cumplen su función, nos construyen más fuertes como colectivo. Nosotros contra vosotros.
¿Nos sirve esta fotografía de bandos? ¿Qué nos estamos perdiendo que ven desde la otra perspectiva? ¿Cuáles son las necesidades detrás de las partes que declaran de manera explícita o implícita resistencia? ¿Y si en lugar de defender nuestra perspectiva defendemos los procesos?
Why are we so attached to our things? – Christian Jarrett
POTENCIALES
Estamos programados para ver lo que no funciona de todo lo que ocurre. Muchas veces invertimos tiempo y energía en aquellas personas que parecen responsables del ritmo lento de los proyectos, las dificultades del proceso, lo que falta… Hay otra estrategia que puede ayudarnos a trabajar de otra manera: vamos a fijarnos en aquello que ya está ocurriendo y se parece a lo que nos gustaría que ocurriera.
En la variedad de futuros posibles hay uno que está cogiendo forma y nos parece interesante y, además, permitimos que nos cuestione e inspire en la construcción de otras alternativas que no estaban en nuestros planes.
¿Cómo hacemos que esos futuros tengan más oportunidades de ser? ¿Cuáles son las habilidades y capacidades que tenemos en nuestros equipos y proyectos? ¿Dónde está el punto de palanca? ¿Dónde invirtiendo menos energía puede comenzar el primer cambio?
Son procesos frágiles. Estamos experimentando a hacer diferente y las inercias para repetir lo conocido son muy fuertes. Este tipo de procesos colectivos cogen forma como resultado de la aportación de todas las personas implicadas. Un cuestionamiento sin respuesta, un abandono por parte de alguien importante, una respuesta rápida, una necesidad expresada con fuerza y no respondida pueden ser una oportunidad o un paso hacia el desdibujado definitivo. Cuando un proyecto de estas características no funciona y cerramos en falso, la siguiente vez que invitemos a las personas a participar no lo harán.
¿Cómo escuchamos las críticas? ¿Cómo cuidamos a las personas participantes en estos procesos? ¿Reconocemos la acción voluntaria y ciudadana? ¿Somos conscientes de cuáles de las acciones, o falta de acción por nuestra parte, han podido contribuir a que ocurra eso que nos molesta por parte del resto de actores/actrices en el proceso?
How to practice effectively…for just about anything – Annie Bosler and Don Greene
RITMOS, ESTRUCTURAS Y CONSTRUCCIÓN COLECTIVA
El manejo de los tiempos es una clave. Por un lado, necesitamos mantener la tensión suficiente que nos mantenga dentro. A veces, otras necesidades hacen que los procesos se alarguen, las personas que podrían estar interesadas en aportar su trabajo ya se han enganchado en otros lugares, quienes tenían dudas las ven confirmadas.
Si estos tiempos son necesarios es importante pensar para qué vamos a aprovecharlos. Podemos seguir contando el proyecto e ir sumando perspectivas. Muy importante informar de estos procesos más invisibles, invertir energía en conversaciones e ir avanzando. Incluso cuando aparezcan los bloqueos comprender las necesidades detrás de estos e incorporar ese aprendizaje al proyecto.
Y rescatando espacios para aprender de la experiencia y comunicarlo, lanzamos semillas para nuevos proyectos en nuestro municipio y en otros. Rescatamos ideas para las siguientes acciones en común y por separado.
¿Cómo unimos los hitos? ¿Cómo compartimos los procesos? ¿Qué proyectos podemos cerrar para dedicar energía a los que priorizamos? ¿Cuál es el lugar que debo ocupar en este proyecto y cuáles pueden ocupar otras personas?
INNOVACIÓN Y ORÍGENES
Pareciera que hoy el saber reposado y fruto de la experiencia no es tan importante como la fuerza de lo nuevo. Quizás porque detrás de algunas prácticas defendidas como las “verdaderas”, las “únicas” o las “mejores”, se escondía cierta repetición de una misma experiencia en lugar de aprendizaje acumulado. De la misma manera que hay quienes quieren acabar con todo lo viejo para impulsar lo nuevo, hay quienes se protegen de todo lo nuevo y su potencial. Parece “humo”, “cantos de sirena”…
En ocasiones esta actitud en relación a la “innovación” se descubre en un rechazo a la tecnología, renunciar a aprender a usar nuevas herramientas, a entender lo que podemos hacer con ellas.
Nos ocurre a veces que en el mundo de lo digital tenemos la experiencia de estar en cualquier lugar en cualquier momento.
Necesitamos de toda la experiencia, la construida y la por construir; necesitamos entrenar la mirada de sorpresa y curiosidad además de la distancia que da la experiencia.
¿Cómo unimos los proyectos? ¿Cuidamos las marcas para dar continuidad a los esfuerzos? ¿Cómo reconocemos los proyectos que fueron el origen de lo que estamos haciendo en este momento? ¿Cómo conseguimos que las experiencias de valor sobrevivan el cambio político en nuestras concejalías? ¿Cuáles son las palabras que usamos para nombrar las nuevas ideas y avanzar? ¿Cómo incluimos el potencial de las nuevas herramientas para la conectividad, la escucha y la colaboración en nuestros proyectos? ¿Cuáles son los espacios donde nos encontramos complementando las conversaciones digitales?
DEFENDER Y ARRIESGAR
A menudo, desde la perspectiva de la relación público-social, nos situamos en la crítica a la función garantista de la Administración Pública. La sensación es que incluso leyes como la de transparencia, que compartimos en todo su potencial, está haciendo aún más rígidos nuestros procedimientos. En esta tensión, las batallas a menudo se dan entre departamentos de nuestros ayuntamientos y entre técnicos/as sensibles a unas necesidades a otras.
Cuestionar las necesidades detrás de la protección, defensa, rigidez de los procesos solo los hacen más rígidos. Necesitamos reconocer estas necesidades para ver de qué manera podemos incluir estos objetivos en los procesos que necesitan de mayor flexibilidad y adaptación. De alguna manera habría un proceso en dos tiempos:
No nos peleamos con los límites. Solicitamos información sobre los mismos, conocemos experiencias en marcha similares y dentro de la estructura y de lo posible. Pedimos a las personas expertas en procesos que nos lo recuerden a lo largo del proyecto.
Por otro lado, necesitamos también poder crear y cuestionar parte de estas estructuras. Conocer otras iniciativas similares gestionadas desde otros lugares similares. Y en todo caso, quizás, acompañar explotando las áreas de incertidumbre, pequeños cambios que se vivan como positivos e inspiradores.
¿Qué necesidades están detrás de los procedimientos? ¿Cuáles son los lugares donde podemos explorar a hacer nuevo porque no están aún regulados? ¿Cómo construir una burocracia colaborativa?
A lo largo de estas semanas estamos explorando, recordando, viviendo parte de estas dificultades y estrategias en los procesos de cambio. No hay recetas. Es posible que las soluciones de un lugar no sirvan para otro. Puede ser frustrante o podemos vivirlo como una aventura. Lo primero nos paraliza, lo segundo nos lanza. Seguro que hay caminos intermedios; lo que también es seguro es que las personas que están participando de esta edición de Bherria están conectadas con el movimiento, la investigación, como decía una vez alguien que conocí “el insistencialismo”. ¿Cómo lo veis? ¿En qué terreno os movéis mejor? ¿Cuál os atrapa? ¿Qué hemos intentado? ¿Funcionó? ¿En quién podemos apoyarnos? ¿Dónde probaron a hacer algo diferente?
Las personas que estamos enredados en la reflexión continua sobre esto del cambio y el equilibrio vamos llenando nuestra mochila con modelos, autoras, referencias… Hace muchos años que conocí el trabajo de Virginia Satir. El trabajo con esculturas familiares fue una introducción clave para mucho del trabajo que realice más tarde con organizaciones. Esta terapeuta llevo a una gráfica una conversación que de otra manera otras personas habían esbozado y lo hizo, desde mi punto de vista, con una didáctica y representación más que interesante.
Utilizo el modelo muy a menudo y hasta hoy no había escrito nada al respecto. De nuevo uso mi blog como un espacio de apuntes para no olvidar, guardar y compartir reflexiones. Espero que os sea inspirador.
Equilibrio
Los sistemas; personas, equipos, organizaciones… nos mantenemos en un equilibrio precario donde repetimos más que innovamos. En relación con nuestro entorno vamos construyendo una identidad y una manera de hacer e interaccionar. Construimos modelos mentales o culturas que filtran la realidad y nos ayudan a responder de manera más rápida y eficiente a los retos.
A menudo surge una nueva información que cuestiona nuestras inercias. Algo que nos cuesta integrar. Una experiencia o una aportación que no podemos asumir sin hacerle lugar ni cuestionar el resto de lo que somos o nos decimos ser. Tenemos dos opciones: obviar esta información y cerrarle el paso o escucharla y darle lugar.
Resistencia
Cerrar la puerta a esta información es una reacción lógica, protege el equilibrio y una manera de responder que a corto plazo parece eficiente y con un grado de rendimiento importante. A veces esta energía de resistir a la nueva mirada se alarga en el tiempo e invertimos tiempo y fuerza en defendernos.
Caos
Si damos espacio a esta nueva información el primer paso no es sencillo. La energía que sin más reflexión se situaba en la acción ahora se invierte en integrar esta nueva información. El primer impacto, dependiendo del tamaño del cuestionamiento al que nos invita el cambio, es de caos y crisis. Si habéis tenido una experiencia de formación reciente lo tenéis fresco. Pensábamos que sabíamos y ahora conectamos con todo lo que aún está fuera de nuestra comprensión. Es una sensación que de alargarse es incómoda y nos coloca en la duda y una sensación de paso atrás.
Por esto mismo en algún caso hemos pretendido volver atrás y rechazar el viaje por el que acabamos de comenzar a transitar. Buscamos refugio y queremos volver al mismo lugar donde estábamos. El modelo nos recuerda el pago que pagamos. Esta digestión realizada a medias no es gratuita. Puede haber frustración o incluso una reacción de defensa ante la nueva idea (esa que había pasado el corte inicial y por tanto parecía sugerente). Siguiendo la metáfora de la gráfica nos situamos en un nuevo equilibrio que estaría por debajo del nivel de rendimiento anterior al del punto de partida.
Esta idea de rendimiento la vinculamos con la capacidad de aumentar nuestros recursos desde el ejercicio de coger distancia, tener más información, más detalles, comprendiendo mejor las dinámicas… Ampliando el mapa sobre el territorio.
Es clave en este momento conversar, explorar, permitirnos cierta retirada o al menos permiso para no ir tan rápido ni tener que acertar.
Integración
Tras el caos llega el momento de la integración. Para los amantes de la teoría U nos gusta sentir y pensar sobre ambos modelos y como en el momento de inflexión entre el caos y la integración podemos recordar ese momento de girar la cámara, reflexionar sobre nosotros como colectivo o individuo y conectar con el nosaber de una manera activa. Qué dejamos ir y que comienza a coger formar y permitimos llegar. Cuando Satir habla de Idea transformadora se refiere a conectar con la funcionalidad de una propuesta que en el comienzo era disruptiva o desestabilizadora.
En la integración vamos incorporando mayor capacidad para activar respuestas y por tanto se trata de un viaje menos doloroso, más satisfactorio. Seguimos necesitando permitirnos algunos errores y dudas. Experimentar, practicar y reflexionar es fundamental.
Nuevo equilibrio
El tiempo invertido en esta fase nos permite llegar a otro lugar de equilibrio que, esta vez sí, nos coloca de nuevo en un modo más o menos automático y sin energías invertidas en grandes cambios pero con más recursos y perspectiva gracias al trabajo realizado. Y así hasta el próximo contacto con una realidad suficientemente provocadora o inspiradora.
Country week tennis, 5 January 1937, by Sam Hood. Flickr Commons
En el contexto de acompañamiento de un equipo surgió la necesidad de conversar y reflexionar juntos sobre el CAMBIO. Cuando me llegan este tipo de demandas en mi cara se lee algo así como “No hemos trabajado más que sobre la gestión del cambio en este tiempo” y algo de “¿Cambio?, ¿Cambio?, ¿Qué cambio?”.
Mi siguiente reacción es vivirlo como una oportunidad. Rescato todo lo escrito, todo lo preparado, mis dudas, modelos, … y comienzo a tejer con diferentes materiales. En el contraste con el líder la sensación fue de borrachera. A veces me pongo estupendo y aprovecho cualquier ocasión para compartir licores sin medida hasta cantar aquella de “Cambia todo cambia”.
Decidimos utilizar un único modelo para hacerlo más comprensible. Descartando otras miradas me decidí por profundizar sobre una herramienta que utilizo mucho desde que la descubrí de la mano de Georg Senoner; las cuatro habitaciones del Cambio en Claes Janssen. Ya la citaba en este material de Otoño de 2011 así que me acompaña hace algún tiempo.
Janssen cuenta en una web bastante desactualizada (aquí su versión moderna. Aviso que más comercial) su primer acercamiento al tema que fue el germen del modelo:
Trabajando en la renovación e innovación comenzó pensando en dos arquetipos puros. Por un lado personas proclives al cambio y en el otro de aquellas más reactivas y defensivas ante lo nuevo. Profundizando en el modelo comenzó a complejizarlo. El siguiente paso consistió en detectar aspectos de acción y reacción en cada uno de estos arquetipos.
Desde este marco cuando trabajamos con este modelo en profundidad la primera pregunta que realizamos es pensar en una persona que desde su opinión fuera resistente al cambio y en otra que se sitúa a favor del cambio. Cuando tienen a estas personas les pido que las describan. Podemos rescatar preguntas diferentes; actitudes, tipos de roles, proyectos en los que trabaja…
Más tarde el ejercicio consiste en ver aspectos positivos y negativos de cada una de estas maneras de estar en relación a la gestión del cambio.
Sé que también os ocurre a vosotros y vosotras. A veces tengo la sensación de esta atendiendo a una idea que coge una forma diferente a las anteriores, se parece a cosas que he leído, escrito, escuchado y tiene algo de todo esto y además, quizás por la capacidad de mezcla, comienza a ser algo nuevo. Ya me he creído en alguna ocasión anterior “inventor” y por eso sé que lo que está ocurriendo no es tan importante pero reconozco que es una sensación con la que disfruto.
Leyendo primero sobre Holacracia y más tarde, hace ya un tiempo, el trabajo de Frederic Laloux y su conceptualización sobre “Propósito evolutivo” me conecto con fuerza con otra idea con la que hemos trabajado en organizaciones y que yo aprendí de la mano de Katia del Rivero; el “Principio Rector”.
Principio rector
Se trataba de preguntar a la organización por el motor que lo impulsó en el comienzo. Lo que la organización es en esencia. Qué es lo que ofrece a la sociedad. ¿Qué es lo que no podemos dejar de hacer? Aquella fuerza que le ha permitido sobrevivir a situaciones críticas.
La metodología desarrollada por Rivero tuvo mucho éxito entre las personas que participamos de aquellos encuentros formativos. Generábamos junto a la organización un listado de aspectos claves que luego ordenaban en un ranking donde se seleccionaba el aspecto clave y luego se ordenaba el resto en relación al apoyo a este principio guía.
Nos servía para reflexionar sobre las claves que eran importantes para las organizaciones con las que trabajamos. Además y como resultado del ejercicio generabamos un pequeño ranking o escalera con el poder que tienen todos los modelos que pueden atrapar la realidad y simplificarla.
Reconozco que mi mirada a este concepto y sus metodologías siempre ha sido más “constructivista”. Creo que lo realmente interesante de este ejercicio son las conversaciones que se generan y la simplificación que ayuda a dar pasos.
Además rescato del concepto algunas claves muy importantes en mi aproximación al trabajo con organizaciones. Necesitamos mirar al origen de las organizaciones, sus primeros pasos, a las personas que dieron ese paso, sus motivaciones y objetivos. Escuchar las metas para las que surgió la organización y comprender sus motivaciones iniciales nos hace sensibles a posibles rupturas origen de las dificultades actuales. ¿Ha podido sentir alguien que hemos dejado de ser leales a los valores originales? ¿Hemos olvidado a las personas pioneros y sus intenciones? A veces esta ruptura puede manifestarse con el cambio de una imagen corporativa por ejemplo.
Los espacios para reconectar con el origen son una oportunidad para dotar de mayor congruencia y sentido a la organización. Además cuando miramos a la historia de la organización podemos atrapar algunas otras claves que pueden ser importantes para entender el momento actual y estar abiertas al futuro que emerge. Escribimos hace unos años en este blog sobre la construcción de los relatos.
Hace unas semanas, publicábamos, junto a Arantxa Sainz de Murieta (Komunikatik), este artículo en euskera en la Revista Vasca de Administración Pública (IVAP) sobre las consecuencias que genera el empleo del móvil en las relaciones humanas. Se trata de un tema de actualidad que preocupa, genera debate y que se puede abordar desde diferentes perspectivas. Nos hemos decidido a compartirlo desde nuestras páginas web porque también nos interesa tu punto de vista. Este texto es la segunda parte del articulo. En el blog de Komunikatik encontráis el resto.
El trabajo en nuestro bolsillo
Si hace solo unos pocos años nos hubieran descrito algo de lo que hoy vivimos como cotidiano no hubiéramos dado crédito. Con la conectividad y los smartphones en nuestros bolsillos también nuestra relación con el trabajo ha cambiado. No solo es producto de la tecnología; esta explosión de los dispositivos móviles ha coincidido en el tiempo con una crisis económica que ha servido de área de juego para cambios en las relaciones laborales que en otros momentos hubiéramos vivido como una invasión del mundo laboral ocupando cada resquicio de nuestras vidas personales.
Hoy podemos acceder a nuestro mundo laboral a cualquier hora y desde cualquier lugar del mundo. Y lo hacemos. Aprovechamos el desayuno para contestar los primeros mails y el momento de después de cenar para hacer lo propio con los últimos. La mensajería instantánea sustituye muchas de estas cadenas de mails y se convierte en un recuerdo continuo de tarea activándose.
La interfaz organización permanece, pero a su alrededor una cantidad cada vez mayor de profesionales autónomos se vinculan y desvinculan con otros profesionales constituyendo equipos líquidos. Equipos que son redes que centran su energía en proyectos que conviven
con otros proyectos con otras redes y alianzas. Ni whatsapp, ni telegram, ni slack o trello están preparadas para ayudarnos en esta selva de llamadas a la acción y a la tarea.
Esta manera de estar en la vida laboral lo invade todo… o casi todo. Desde el 1 de enero de 2017, Francia incluye el “derecho a la desconexión” en el código laboral.
Futuro del teléfono impactado por nuevas tecnologías
Los bots (programas informáticos que simulan una conversación con una persona) que se utilizan en muchas empresas, fundamentalmente es su servicio de atención a la clientela, están dando el salto a las relaciones personales. Si elegimos liberarnos de preguntas como, ¿dónde estás?, ¿cuánto tardas en llegar?, que son de fácil respuesta para las máquinas, y nuestro entorno decide hacer lo mismo, llegará un momento en el que los robots hablarán con robots, modificando lo que entendemos ahora como conversaciones.
Recordemos cómo era la comunicación telefónica antes de la llegada de los datos de banda ancha a los dispositivos. A pesar de que los SMS supusieron un gran salto, no parecía que la voz de las personas, en un acto de comunicación directa, pudiera dejar de ser la forma más habitual de comunicación por teléfono. Con la llegada del 4G la mensajería instantánea desplaza la utilización de la voz; la posibilidad de producir y transmitir contenido multimedia también resta espacio al habla, rubricando aquello de que una imagen vale más que mil palabras.
Pensemos en el impacto que nuevas tecnologías pudieran tener en el futuro del teléfono; la comunicación inalámbrica de pequeños volúmenes de datos, que consumen poca energía, (LoRaWAN, Sigfox o 5G) dará lugar a un sinfín de nuevos dispositivos, cada vez más pequeños, conectados (Internet de las Cosas o IoT) que suministrarán datos de actividad. Entonces, ¿qué nuevo tipo de comunicación sustituirá a la mensajería? ¿De qué forma este nuevo tipo de comunicación, sin voz ni mensajes, impactará en la forma en las que nos relacionamos?(más…)