Hace unos días, hablando de los equipos y de su eficiencia en el marco del Programa de Coaching de Equipos, mencioné “la fantasía de mejora por amputación”. «¿Podrías explicar mejor qué hay detrás de esa idea?», me preguntaron. Aquí va la respuesta.
Cómo nace la idea
Recuerdo cuando escuché hablar por primera vez de la campana de Gauss como la gráfica resultante a las preguntas que realizamos a nuestros equipos.
Esta metáfora hace referencia, según Wikipedia, “a una de las distribuciones de probabilidad de variable continuaque con más frecuencia aparece en estadística y en la teoría de probabilidades”.
Solemos recurrir a la imagen para responder a la frecuencia con la que nos encontramos personas implicadas, motivadas, comprometidas… en los equipos o empresas.
Si nos preguntan, por ejemplo, cuántas personas están comprometidas en un equipo podemos responder evocando la metáfora de la campana:
en el extremo izquierdo de la campana habrá un porcentaje mínimo que decimos que no está muy comprometida;
en el extremo opuesto, a la derecha, otro porcentaje mínimo que tendrá un compromiso muy por encima de la media.
Y en el centro, formando esa campana, tendremos a la inmensa mayoría con un nivel de compromiso medio.
¿Qué tiene que ver la campana de Gauss con “la fantasía de mejora por amputación”
Nuestra manera habitual de mirar a los equipos y organizaciones puede estar relacionada con esa imagen de la campana.
Y con esta idea en nuestra cabeza, podemos correr el riesgo de poner el foco en las personas del extremo derecho de la campana, más alineadas con nuestra idea de producción, más motivadas, etc. A veces, cargamos tanto peso en ese lugar que esas personas dejan de ser tan eficientes y apasionadas.
Un ejemplo lo encontramos en políticas salariales que —reconociendo mediante incentivos económicos ese plus que aportan algunas personas— acaban por desplazar la motivación intrínseca a extrínseca haciendo mermar la primera.
La fantasía de la amputación
En ocasiones, nuestro foco lo ponemos en el porcentaje mínimo que está menos comprometido, o menos motivado o menos alineado. La parte izquierda de la campana. E invertimos nuestras energías en activar, mover y cambiar a las personas más “desconectadas”.
Aquí corremos el riesgo de pensar en “amputar” esa parte de la campana menos eficiente.
¿Y qué sucede? Que& es una fantasía.
Con esta atención corremos el peligro de poner en marcha estructuras y dinámicas de control para que ese porcentaje mínimo mejore, actuamos sobre él para querer “eliminar” esa parte
Y esto puede tener varias consecuencias.
Por un lado, nuestra energía y acción deja de estar orientada a los potenciales perdiendo oportunidades.
Por otro lado, las estrategias de control suelen despertar respuestas de defensa y consolidación de identidades que no nos interesan reforzar.
Además, —siguiendo con la imagen de la gráfica—, quienes se encontraban en la parte izquierda de la curva desaparecen, otros se desplazan para ocupar su lugar. Es decir, quienes estaban en el centro se desplazan hacia la izquierda y, de nuevo, nos encontramos con la campana completa.
Entonces, ¿qué podemos hacer?
Volviendo a la curva con la que comenzamos este post, la invitación es a desplazar la gráfica entera a valores más altos.
Podemos mirar al equipo y la organización como un colectivo diverso que contribuye a un propósito compartido. Podemos mirar a todas las partes como necesarias y a la suma de relaciones como el pegamento que hace única nuestra propuesta.
Desde esa mirada sistémica, podemos seguir haciendo palanca en todos los potenciales de las personas independientemente del lugar en el que se encuentren en esa imagen de la campana.
Este post se publicó como articulo en junio de 2019 en el número 73 de la revista Mosaico. Tenía pendiente su publicación en el blog. Este es un tema que me interesa y quiero seguir profundizando.
“No hay fronteras, creedme, no hay civilización y del otro lado bárbaros: existe únicamente el borde de la mutación que va avanzando, y que corre por dentro de nosotros. Somos mutantes, todos algunos más evolucionados, otros menos: hay quien está un poco retrasado, hay quien no se ha dado cuenta de nada, quien todo lo hace por instinto y quien es consciente, quien hace como que no lo sabe y quien nunca es consciente quien hace como que no lo sabe y quien nunca lo va a comprender, quién clava los pies en el suelo y quien corre alocadamente hacia delante. pero estamos ahí, todos nosotros, a punto de emigrar hacia el agua. (…) el destino incierto y la esquizofrenia irrevocable de los primeros mutantes es el mandato, jovial, que nos aguarda”
Alessandro Baricco “Los bárbaros. Ensayo sobre la mutación”
Introducción: Tiempos de paradoja
La sensación es la de vivir en tiempos de paradoja. Escribe Baricco “esquizofrenia” (“Los bárbaros. Ensayo sobre la mutación”) y hay algo de ésto en el ambiente. Las crisis económicas han roto la fantasía de crecimiento lineal y la función controladora de la realidad de los ejercicios de planificación. La digitalización y la conectividad nos colocan en la posibilidad de aumentar la realidad que vivimos como cotidiano con una capa de interacción y acceso a información cómo solo la ciencia ficción había podido describir.
Con la capacidad de ver las conexiones invisibles, acceder a la complejidad con el gesto de un “click”, acceder a una mirada y la complementaria, y la contraria. Continuar fijado a una única perspectiva de la realidad es un ejercicio que implica tozudez o rendición ante la infoxicación y la decisión de seguir banderas.
Tiempos de incertidumbre. De transición. Todavía conviviendo con cierta esperanza de encontrarnos en un salto entre estabilidades y teniendo la sensación que será tan largo el trayecto que la vida tiene más de desequilibrio que de equilibrio. Y ésto, para el modelo que elegimos para conversar con la realidad (la perspectiva sistémica), tiene sus implicaciones.
En este texto buscamos comprender el momento actual, las demandas que se contradicen y las posibles estrategias de un operador de cambio en organizaciones profesionales.
La paradoja como demanda
Las personas, organizaciones y comunidades que acompañamos se desarrollan en este contexto en mutación. En esta vivencia de transición los mensajes mezclados, ambiguos, contradictorios y paradójicos están muy presentes.
Las organizaciones quieren que sus trabajadores y trabajadoras sean más responsables y libres, a veces haciendo lo que sus jefes necesitan y quieren. En un tiempo donde la palabra “laboratorio” sirve de apellido a muchos proyectos impulsados por instituciones públicas y privadas, las lógicas” políticas” necesitan protegerse de los riesgos y cualquier atisbo de vulnerabilidad.
El nuevo “Sé espontáneo” es el “Experimentemos acertando” o el “Siéntete libre de obedecer”.
Las nuevas y viejas paradojas comparten, desde mi opinión, algunas pautas:
Detrás de estas construcciones hay realidades. Quien así se expresa vive la tensión de la dos partes de la frase. Intuye algo importante en las nuevas maneras de hacer y relacionarse y aún se siente atrapada en la anterior. Necesita construir frases donde las dos partes de esta realidad tengan lugar.
La pauta de relación con la que nos conectan es muy probable que sea parte de un patrón más global y repetido. Están contándonos su manera de relacionarse. Estamos accediendo, sin que sean conscientes, a una información más profunda. Nos conecta con una hipótesis si la percibimos como un síntoma.
Nos congelan. En el primer momento no sabemos a cuál de las dos partes de la frase responder. Desde la lógica decimos o una cosa o la otra. El impacto es la rigidez. Un doble vínculo que nos paraliza y hace pensar que no somos capaces. Nos bloquean. No sabemos a cuál de los dos mensajes contradictorios debemos de atender. Es imposible acertar, siempre lo haremos mal.
Y luego, repetidas, las solicitudes paradójicas nos vuelven locos y locas. Nos lanzan a una trampa de la que solo podemos salir cuerdos cogiendo distancia.
“Toda la frontera real es difusa. Toda la frontera inventada es nítida”
Jorge Wagensberg
Encuadres e intervenciones desde la lógica
Este juego es, a veces, parte de la encomienda que recibimos como facilitadores de procesos de cambio. Nos piden una cosa y la contraria.
En este lugar hay una magnífica oportunidad de realizar una primera intervención en la aclaración de la demanda. Hacer explícito este mensaje doble nos puede ayudar a entender mejor las dos partes de la solicitud.
Revelar el juego también normaliza la paradoja en el contexto de las tensiones sociales, organizacionales y personales. Y, además, ayuda a entender cómo, a veces, teniendo muchas consignas de por dónde deberíamos de avanzar no lo hacemos. Comprender las contradicciones es una manera de atender a las tensiones clave en la organización. Lo que nos permite avanzar. Atender la necesidad tras lo que llamamos “resistencia” y situarlo como parte del objetivo/reto.
En algunos proyectos esta primera definición, antes del comienzo del proyecto o en sus primeras fases, ayuda a todas las partes implicadas a entender mejor lo que ocurre y puede ser la intervención más liberadora y clave del éxito del resto de acciones.
Otra intervención en el marco de la lógica tiene que ver con acompañar en la definición de frases, peticiones y objetivos que puedan rescatar aspectos de ambas necesidades y puedan ser más claros, integrados y matizados. En el ejemplo de “Experimentar acertando” sería interesante plantear qué significa “experimentar” y qué “acertar”, qué miedos pueden estar detrás, cuáles pueden ser los límites, dónde debemos de protegernos y dónde podemos probar a hacer nuevo,…
En este contexto se revela especialmente interesante el ejercicio de dibujar los límites. En procesos donde la creatividad es clave hay personas que mantienen la importancia de volar libres sin obstáculos. Nuestra experiencia nos dice que definir en el comienzo estas líneas rojas permite definir, paradójicamente si me dejáis hacer el juego fácil, todo lo que queda fuera de lo prohibido y por tanto es pertinente y está permitido cuestionar y evolucionar.
Explicitación, normalización de la tensión, defensa ante los mensajes que nos bloquean, tangibilización de los miedos/límites y formulación más clara e integradora de las demandas.
Enfoque centrado en solución
Otras veces, y en ese primer momento, levantamos el dedo y afilamos una ceja para pronunciar la frase: “Resistencia al cambio”. Caricaturizo la situación porque tengo la sensación de que, a menudo, nos colocamos en el lugar del detective que busca síntomas y patrones. Creo que a veces contribuimos a fijar algunas dinámicas del problema y nos cuesta colocarnos en itinerarios de exploración de soluciones. Nos declaramos personas expertas en dinámicas y eso mismo acaba hipnotizandonos. Un enfoque centrado en soluciones se aparta de una construcción épica de nuestra función. Escribía Steve de Shazer; “Es un trabajo duro el ser simple”.
Lo que fue problema se disuelve como un terrón de azúcar en un vaso de agua. Otro ejercicio contraintuitivo. El cambio a veces pasa por no contribuir con nuestras palabras a hacer más presente y rígido la vivencia negativa. Desde el lugar que me corresponde en esta relación no invierto más energía en excavar más en búsqueda de las raíces.
Además entramos en un terreno donde es pertinente recordarnos la necesidad de desenfocar del detalle y los contenidos para conectar con la totalidad y el sistema. Cuando trabajamos desde esta perspectiva lo relevante no se mueve en el mundo de los contenidos y las decisiones. Allí nos perdemos. Necesitamos entrenar nuestra manera de escuchar. Comprender la estructura. Si escuchamos el contenido trabajamos con el contenido. Una solución no es un contenido, es una manera de acceder a los recursos, de aumentar la perspectiva.
Aceptación como estrategia para el cambio
A veces en el trabajo con equipos nos topamos con una inversión importante de energía en la defensa de lo que somos. Nos sentimos amenazadas por información más o menos fiable, que está más o menos decidida. Son equipos que están centrados en la tarea y además dedican parte de sus, limitadas, energías en la pelea. De alguna forma señalan lo que nadie parece querer ver o admitir. Y como dedican tiempo a la reivindicación acaban etiquetados y en las siguientes negociaciones deciden protegerse y poner límites a su implicación y entonces dejan de estar disponibles para lo que emerge y las competencias más adaptativas acaban arrolladas por las defensivas. Y les pasa a ellos y a sus jefes, compañeros/as, se convierten en una característica de las relaciones, los equipos, las organizaciones,…
Se trata de la defensa como estrategia inconsciente de construcción de la realidad que temíamos. Esta mirada hoy, no sé lo que será mañana, me invita a explorar los límites de la aceptación, a entender nuestras realidades como un mar y a nosotros mismos como un pequeño velero buscando rachas de viento. Centrados en nosotros y en lo que va cogiendo forma. Escapando de las dinámicas que polarizan y contribuyendo a las que disuelven posiciones y certezas. Rescatando nuestros potenciales desarrollados con anterioridad y en el tiempo presente para avanzar hacia futuros que emergen.
Encuadres e intervenciones desde la paradoja y la contraparadoja
Y dando un paso más, y como exploraban en la escuela de Milán, cuando la paradoja se parece a la frase: “¡Cámbianos sin cambiarnos!”- ¿Cómo es hoy la actualización o concreción de aquellas intervenciones contraparadójicas del estilo: “¡Sólo podemos cambiaros con la condición de que no cambiéis!”-
A veces probamos con este tipo de formulaciones. No son muy habituales en el contexto de la empresa. Yo las utilizo con más naturalidad en el “setting” de coaching individual pero, también a veces, me doy el permiso en contextos formativos o de acompañamiento a equipos.
Hay en el trabajo de acompañamiento en el contexto laboral, y desde mi experiencia y perspectiva, una cultura de la escucha y la conversación más “instructiva”. El marco es el de la lógica y la hipótesis que, una vez descubiertas las dinámicas, podemos compartir nuestra visión como expertos externos y las personas comenzarán a desenredar sus nudos. El foco es la funcionalidad y las claves en el acompañamiento son el respeto y la certeza de una capacidad limitada por nuestra parte de incidir en la realidad. Lanzamos las preguntas y las personas conectan con sus recursos.
Utilizamos el lenguaje del cambio y las estrategias, permitidme la expresión, más contraintuitivas, cuando la sensación es de bloqueo, de malestar en el estancamiento, cuando diferentes datos nos reafirman en nuestras hipótesis y las estrategias más lógicas no acaban de aportar movimiento a la situación.
Considero que esta manera de provocar cambio sirve como marco en el trabajo desde estrategias más verbales, incluyendo también otras maneras de hacer en el terreno del psicodrama, la metáfora, las esculturas o las configuraciones espaciales.
Cuatro ideas en relación a esta manera de intervenir:
Aceptar la defensa de una creencia como manera de formular la realidad, es una buena manera de contribuir a su cuestionamiento. Pelearnos levanta las murallas. Aceptar ayuda a bajarlas. De una manera estratégica y también profunda, entendiendo que hay algo importante que está debajo de la superficie que no hemos sido capaces de escuchar aún y que, quizás, hemos irritado antes de tiempo.
Aliarnos con las personas que traen esta información y declaran su intención de permanecer viendo la realidad de una manera diferente al resto de personas, incluidas el facilitador. Pedimos a estas personas que no cambien de lugar. Que permanezcan protegiendo esta idea. Les necesitamos para traer una información valiosa para el sistema que, de otra manera, perderíamos.
No está en nuestras manos la solución. Nuestro foco no está en el contenido. No focalizamos en los resultados, allí nos perdemos. Los conflictos no son el hecho. Son la manera en la que nos relacionamos con el hecho. El encuentro es siempre un proceso, no es un estado. Es posible que se quede congelado, pero es un proceso. Se trata de hacer fluir algo que se congeló. Nuestras intervenciones buscan hacer más líquido lo que quedó solidificado.
Una trampa a la trampa. Y ésta la conocemos bien porque hay mucha literatura. En algunos casos de batalla más abierta con el facilitador, lanzar un mensaje como : “No cambies” coloca a la persona en otro dilema diferente. Si sigo manteniendo esta posición, hago caso al facilitador y si no le hago caso, cambio mi posición.
Hay muchos puentes aún por explorar entre el mundo de la psicoterapia y la consultoría sistémica. El reto sigue siendo importante. En tiempos de mutación, de transición y de paradoja, necesitamos de otras palabras, de otros lenguajes. Lenguajes de cambio.
Bibliografía
Bateson, G (2011) “Espíritu y naturaleza” Ed Amorrortu
Ferrari, E (2017) “Solucionar conflictos” Ed. Ferrari Media
Garcés, M (2017) “Nueva Ilustración Radical” Ed. Anagrama
Hudson, W (1993) “Raíces profundas: Principios básicos de la terapia y de la hipnosis de Milton Erickson” Ed. Paidos Terapia Familiar
McDermott, I, O’Connor, J (1998) “Introducción al pensamiento sistémico” Ed Urano
Nardone, G (2010) “Problem Solving Estratégico: El arte de encontrar soluciones a problemas irresolubles” Ed. Herder
Sparrer, I. (2007) “Enfoque centrado en solución en constelaciones sistémicas” Ed. Herder
Von Schlippe, A, Schweitzer, J (2003) “Manual de terapia y asesoría sistémicas” Ed. Herder
Watzlavick, P (1967) “Teoría de la Comunicación Humana” Ed. Herder
Hemos hablado tanto de la incertidumbre ya. Es nuestra amiga, nos acompaña allá donde vamos.
Soy
autónomo. Es verdad que hace ya años despreocupado de la venta de
proyectos y la estabilidad. Un poco porque las cosas van bien y otro
poco porque somos expertos malabaristas.
Me
dedico a acompañar a personas, equipos y organizaciones a bailar
esta nueva música. Soy el rey de la pista, pinchen duda y bailo,
emergencia y salto, creatividad y hago el “spagat”. Cuando una
persona me contrata y me pide que trabaje trayendo ideas como
proactividad, responsabilización, activación de saberes y poderes,
esquivando las quejas,… entiendo fácil. ¿Se puede trabajar en
otra línea? Tengo una experiencia y me dice que la energía es
finita y que esta en nuestras manos decidir dónde invertirla. Para
mi tiene sentido una mirada y acción más naturalista, atenta a los
potenciales. Luchar domesticando la selva no me atrae ni como canción
de guerra.
En los tiempos de plomo solía pasearme por mi Bilbao con El Pais y Egin bajo del brazo. También en esto de las fronteras tengo cierto músculo. Y también sobre la necesidad de elegir o no bandos se puede discutir. Las veces que me he puesto en una trinchera he acabado necesitando aire que respirar y cielo para sentir vértigo.
Hoy
he compartido estas ideas con un equipo. Incertidumbre es el apellido
común a cada empresa que conozco. Asisto a dobles saltos con
tirabuzón de organizaciones con un tamaño importante. Es como si
los elefantes también supieran saltar. El gimnasio es tan exigente y
común que la flexibilidad y elasticidad se nos supone como antes
hacíamos con la valentía.
Las
personas se mueven de áreas, procesos y funciones, un aprendiz tras
un año de formación acaba en otra planta en otro lugar del mundo,
los equipos se disuelven en otros equipos, cerramos una vía abierta
hacia dos años, la inversión que iba a ampliar nuestras oficinas
acaba sirviendo para abrir otra en otro lugar del mundo, los procesos
cambian de nombre y el mapa de forma,…
Ya mi todo me parece normal y lo acompaño. El famoso entorno VUCA exige esta cintura.
Y
es cuando llego al equipo y vuelvo a escuchar las energías en la
defensa de lo que somos. Amenazados por información más o menos
fiable que esta más o menos decidida. Equipos que están centrados
en la tarea y además dedican parte de sus, limitadas, energías en
la pelea. De alguna forma señalan lo que nadie parece querer ver. Y
como dedican tiempo a la reivindicación acaban etiquetados y las
siguientes negociaciones deciden que si y que no pueden hacer y
entonces dejan de estar disponibles para lo que emerge y las
competencias más adaptativas acaban arrolladas por las defensivas. Y
les pasa a ellos y a sus jefes, compañeros/as, se convierten en una
característica de las relaciones, los equipos, las
organizaciones,…
Este
el nudo, al menos visto desde mi perspectiva. Nunca había compartido
esta lucha interna con un equipo y me parece interesante. Tiene un
poco de intervención paradójica, de vencer resistencias y además
de autenticidad. Esto es lo que soy.
Esta mirada hoy, no sé lo que será mañana, me invita a explorar los limites de la aceptación, a entender nuestras realidades como un mar y a nosotros mismos como un pequeño velero buscando rachas de viento. Centrados en nosotros y en lo que va cogiendo forma. Escapando de las dinámicas que polarizan y contribuyendo a las que disuelven posiciones y certezas. Rescatando energías del pasado para avanzar hacia futuros que emergen.
Recientemente
en Argentina, en una semana en la que el peso seguía en caída
libre, un compañero nos decía que le sorprendía escuchar la
palabra de bocas europeas. Incertidumbres de peso e incertidumbres de
dólar. Quizás, incertidumbres de coaching e incertidumbres de
lucha.
Sé que el titulo puede invitarnos a diferentes historias y todas serían divertidas 😀
Utilizo la palabra «coaching» para referirme esas conversaciones sobre nuestro lugar en las organizaciones y desarrollo profesional donde el que escucha, desde su particular caja de resonancia labrada por experiencias, lecturas, marcos,… acompaña y guía. Uso la palabra «virtual» acercándome a la experiencia de la relación en la distancia y las tecnologías que hacen posible esta conexión y la que esta cogiendo forma.
Recuerdo, hace ya más de 15 años, sesiones telefónicas de supervisión/coaching con mi maestro Jesus Hernández Aristu. No era que nos llamáramos para consultar y conversar, se trataba de sesiones con toda su estructura e intención. Valiosas como el oro.
Esta semana acompañaba a dos personas del programa de Coaching de equipos a preparar sus sesiones de practicas. Lo hacíamos usando Hangout. A las palabras le sumábamos contexto, expresión, gestos,… Además, mientras conversábamos yo iba dibujando mis notas en un papel que más tarde fotografío y envío por mail/whatsapp.
Han pasado ya unos años desde los primeros dibujos en unos folios, desde los primeros postits en un papelógrafo y las primeras conversaciones sobre los fondos y las formas.
Ha sido un tiempo de profundo aprendizaje. Un equipo diverso, experimentado, conectado con la exploración y el aprendizaje continuo, fiel a sus fuentes y perspectivas, … Hemos cambiado cada uno y en relación. Y parte de este viaje resuena en la propuesta formativa.
También abrimos el espacio en Linkedin en el que cada 15 días lanzamos una idea sobre la que trabajar. Nos gusta sentir, pensar y hacer.
Hace unos días nos reunimos, una vez más, para conversar tranquilamente. Esta vez pedimos que nos grabaran. Creo que hay algo de todo lo que escrito que cobra más sentido tras escuchar algunas frases, tras ver algunas miradas, concatenar algunas ideas,… Es un vídeo largo, beberlo sorbo a sorbo.
¿Como lo veis, escucháis, sentís? Continuamos conversando
Lugar: INNOBASQUE, Agencia Vasca de la Innovación
Parque Tecnológico de Bizkaia -C/ Laida 203, 48170 – Zamudio
Hace unos días que, de la mano de Emana, volvimos a disfrutar de la compañía y la maestría de nuestro amigo y profesor Anton de Kroon. Otra vez, cuando nos íbamos a despedir, callo, nos miro y se dejo emocionar dándonos un lugar en su corazón.
Traía esta vez consigo en la maleta el libro sobre Coaching Sistémico del que nos había hablado ahora hace un año en Uruguay. Un libro en el que recoge varias experiencias de Coaching Sistémico Fenomenológico (Me gusta como respeta los orígenes diversos de esta mirada. Terriblemente sistémica incluso cuando conecta con aspectos de raíz fenomenológica) ordenándolas para ilustrar los conceptos que se repiten en su practica y son propios de esta mirada en el trabajo más individual.
Un texto corto, que se acaba demasiado rápido (congruente con su manera de trabajar, bebiendo de la tradición de la Terapia Breve Sistémica y el enfoque centrado en soluciones), sencillo en apariencia y con una gran profundidad y personalidad. Leia el texto estos días envuelto en una cadena de sesiones de coaching relacionadas con un proyecto formativo y ha sido un privilegio ver como en conversación la lectura y la practica iban enriqueciéndose mutuamente. Echamos de menos este tipo de literatura de caso en el mundo de la consultoría y el coaching.
En el contexto individual los aspectos más familiares aparecen con mayor frecuencia que en el trabajo más de equipo u organizacional. Además cuando aparecen en este contexto la intimidad y la protección permiten trabajar con más atención y profundidad. Anton desgrana un montón de conversaciones donde explora estos patrones personales, las lealtades infantiles que se vuelven carga en un momento dado y la necesidad de mirarlas con reconocimiento.
Me permito rescatar algunos textos del libro con algunas ideas propias.
En este trabajo, con perspectiva sistémica, hay palabras que suenen repetirse y a veces se parecen a cierta oración de creyentes para calmar la furia de los dioses. Una de estas es “Totalidad”, en los sermones suele aparecer en frases del estilo “Conectados con el todo”. En el texto Anton nos cuenta como hace para estar atento a que fotografía más grande pertenece la historia con la que esta conectando nuestro cliente:
“Al ser multipartidario, me conecto como coach con todas las partes que intervienen en la totalidad. No me mantengo al margen ni soy neutral: me pongo en el lugar de cada uno de los elementos del sistema, incluso en el de aquellas partes olvidadas o excluidas.
Cuando escribimos y mantenemos la importancia de “No saber” en este tipo de procesos nos cuesta acertar con las palabras que explican la apuesta por esta manera de permanecer “ignorantes” a posta:
“En cuanto me doy cuenta de que pierdo interés por los detalles o emociones, digo por ejemplo: Te agradezco todo lo que me cuentas; necesito saber si has experimentado algo similar con anterioridad. ¿Es así?” “Si comienzo a preguntar de qué se trata exactamente, corro el riesgo de distraerme de mi orientación sistémica”
Sobre los silencios, su pertinencia, claves para entendernos en la relación e impactantes en el proceso de “darse cuenta” de nuestro cliente:
“Con frecuencia me alegra el efecto que consigo al guardar silencio. He aprendido a mantenerme callado en los momentos que no sé como seguir (…) En los casos en que no logro tolerar el silencio, me pregunto qué dice esta situación sobre mí. ¿Será que no puedo controlar mis ansias de ayudar?”
Sobre los juicios, los prejuicios, las transferencias, contratransferencias, hipótesis,… hay ríos de tinta describiendo procesos personales, de equipos y organizacionales. Yo cada vez vibro más con esta manera de estar dónde me uso como antena, como dedo húmedo al aire, …
“Mi propia experiencia como coach es una curiosa fuente de información: ¿Siento que me convierto en niño, dependiente, paternal o maternal por la conducta o palabras del cliente? (…) ¿Que esta sucediendo conmigo aquí y ahora? ¿Será acaso una repetición de lo que el cliente me está diciendo que es su problema?”
“¿Para que otro problema es este problema solución?” Son muchos años trabajando con la fuerza del beneficio secundario en el mantenimiento de situaciones dolorosas. Acercándome al síntoma como una llamada de atención sobre cierta fisura en el equilibrio funcional, entre la suma y la resta de estas situaciones. Escuchar esta frase y desde el lugar desde el que la lanza Anton de Kroon le ha dado una fuerza extra a esta mirada y manera de trabajar con personas.
“-Cuándo comenzó- o -desde cuándo existe el problema y que sucedía entonces- son preguntas relativas a los hechos y a las circunstancias. No pregunto por qué surgió el problema. Eso es trabajo de averiguación de la policía, que pretende encontrar explicaciones y posibles culpas. Yo planteo preguntas para descubrir si el problema presentado es una respuesta a una necesidad sistémica dentro de la organización” ¿Para que problema sería una buena solución? Supongamos que el “problema” esta resuelto, ¿que empezaría a hacernos falta? Si el problema deja de existir, que partes del sistema podrían evocarlo de inmediato?”
Tras los primeros relatos nos cuenta una pequeña reflexión. Una conversación con colegas dónde muestra pequeñas fisuras, caminos posibles que podría haber cogido el trabajo. Cuando aprendemos de la practica corremos el peligro de pensar que lo que ha ocurrido es la única manera de hacer posible e intentamos poner todo de nosotros para atrapar esta manera de hacer. De nuevo, en este texto, conecta con la humildad, la curiosidad y las ganas de aprender al servicio de las personas.
El texto desborda humanidad, como Anton.
Habría otro post sobre este libro. El que puede mirar al libro desde su indice y rescatar esas frases que nos ayudan cuando lo que esta ocurriendo es una cosa u la otra. No lo descarto. Estoy volviendo a escribir y aun no sé muy bien como se hace. O quizás tu que estas leyendo este post puedes leer el libro y complementar estas lineas con las tuyas. Te espero.
Esta semana hemos terminado el curso «Empresa abierta y emprendizaje» Liderado por Julen y David en el marco de una colaboración entre la universidad de Mondragon y la EOI. Julen, Juanjo y Alvaro han escrito ya sobre el encuentro. Fue realmente significativo. Una de esas experiencias que te hacen creer que no hay otra forma de tomarse el trabajo que conectar con las pasiones, lanzarte en solitario y tejiendo red.
Quiero compartir mi presentación. Buscaba parar, reflexionar, contrastar y aportar más estructura a mi manera de compartir y construir en abierto. En el camino he reconectado, gracias también a la reflexión en el marco del curso, con una dimensión de la apertura más ligada con la actitud, con mi forma de afrontar los proyectos.
Esto es lo que cuento en esta presentación, de nuevo dibujada, otra tallada a medida para este momento y con una pequeña sorpresa que se desvela en la penultima diapositiva.
Comienzo con una aproximación a esto de KORAPILATZEN. Cuando buscas «korapilo» en el diccionario lo traduce con diferentes voces; nudo, enredo, embrollo, lío, problema, complicación,… La terminación «-tzen» en euskera conjuga el verbo en gerundio. Puede coger diferentes formas, a mi me ha gustado hablar de enredar pero liar es también una imagen propia, habla de mi marca. Soy un experto en lios, a veces hasta contribuyo a crearlos y casi siempre soy capaz de escuchar y devolver la complejidad con algún tipo de metafora que ayuda a entenderla. Esto es lo que mejor sé hacer.
Esta es mi manera de trabajar. Conversamos en la intimidad de la relación personal, grupal o de equipo. Es difícil, a veces contraproducente, llevar algo preparado a priori. La destreza a desarrollar tiene mucho que ver con la palabra «abierta». La caja de resonancia bien labrada, con todos los matices de lo observado, vivido, aprendido,… atento a lo que viene.
Algo de todo esto conté y comparto ahora. Es un viaje sin terminar y además creo que este estar abierto para bailar con la incertidumbre es un aprendizaje interesante en los tiempos que vivimos.
No saco tiempo para escribir. Mucho trabajo (bienvenida tarea a espuertas en unos hombros más organizados y “musculados”), diferente, enredado con gentes de las que aprendo continuamente, aprendiendo a abrir proyectos a otras personas, … Últimamente tengo cierta sensación de bombardear en Twitter y Facebook con propagandas varias. Me gusta contar lo que voy haciendo, creo que es parte de mi valor añadido y además hay cosas en las que ando metido que me gusta contar. Creo que son grandes ;D
Tengo pendiente responder a algunas ideas que me lanzó Enrique antes de verano. Algo así como explicar los “paraqueyovalgo”. Tengo un pequeño texto que tengo que pulir para hacerlo más fácil de entender. Lo complementaré con las tareas y proyectos en los que estoy enredado.
También creo que cierto “bienestar” me aparta del blog. Tengo mis dificultades pero también los lugares dónde buscar las ruedas pequeñas que ayudan a los que estamos aprendiendo a andar en bici de dos ruedas. Y eso hace mucho.
Así que el enfado puede ser una buena manera de retomar plumas…. Esta tarde vuelven a confirmarme una creencia “Los grandes nos hacen grandes, los pequeños intentan hacernos pequeños”
Las personas seguras, con experiencia, centradas,… (pongan en este listado todas las virtudes deseadas) te acompañan escuchando, interesadas por lo que tu puedes aportarles, otras maneras de entender y complementar su “mundo”,… Y eso a mi me sienta bien. Alguien al otro lado de la conversación se interesa por mis cosas, ejerce de espejo+cajaderesonancia y aporta contando su experiencia y aprendizajes sin el tonillo del valientetestimonio.
Seguro que he escrito algo sobre esto en algún momento. Es obvio que soy un tío especialmente sensible a las conversaciones. No les ocurrirá a todos con la misma fuerza. Pero algo se nos mueve con unas y otras actitudes.
Otra obviedad, esto no es permanente. Hay personas más orientadas a una y a otra manera de estar pero a veces, siendo grandes (como somos los que nos pasamos por este ligar ;D) el contexto o el momento nos llena de inseguridades y corremos a defendernos, a aparentar altura inalcanzable y mirar desde esa distancia. El otro seguramente se sentirá pequeño. Lo hemos conseguido
En un tiempo me reí mucho con una amiga cuando hablaba del “buenrollismo” que veíamos como única herramienta de muchos coachers de nueva generación. Y si, sigue haciéndome gracia. (Aquí alguien puede ver el video “Validation” y comprobar la fuerza del asentir)
Obviamente el limite y cierta confrontación son caminos perfectos a experimentar y madurar. No hablo de esto. Pienso en todo lo que se mueve en la propuesta de relación que dice algo así como “te respeto” y lo diferencia de otras posturas más irrespetuosas e infantilizadoras.
Cuando acompañamos personas y organizaciones desde cualquiera de las posiciones posibles esta sencilla diferenciación entre los que respetan y los que no, cobra un lugar fundamental.
Y si hubiera alguno de estos pequeños (o grandes con ataques de inseguridad) leyendo estas líneas… un secreto. Escuchen y respeten les hará grandes.
Abrazos
P.d: Permitanme la gracia de Jorge Negrete ilustrabdo el post. Me ha venido a la memoria esta tarde y le he aupado como avatar personal en redes sociales durante unos días.
Esta mañana me hablaba una amiga sobre un curso que están organizando desde Fundación EDE con, posiblemente, la mejor payasa del mundo. (;O) Un espacio formativo dirigido a personas que trabajan en diferentes organizaciones y quieren profundizar en sus capacidades de liderazgo y comunicación desde la sabiduría que construimos riéndonos de nosotras mismas. Cuando saquen la publicidad la enlazaré en este blog.
Con Virginia he tenido la inmensa suerte de ir coincidiendo en diferentes lugares y escenarios a lo largo de estos años. Además tuve el privilegio de poder intercambiar algunas intimidades cuando coincidimos en Canarias hace unas semanas. Fue un placer. Otro bicho raro, como yo, que bebe de la fuente de las constelaciones para el crecimiento personal y trabajando en el último tiempo también con la perspectiva más organizacional (os dejo el enlace de un artículo de un buen amigo Guillermo Echegaray sobre las constelaciones organizacionales).
Conociendo la formación de clown que llevan años ofreciendo y toda la carga de trabajo personal que conlleva estoy convencido de que la propuesta será muy sugerente.
En los últimos años me voy encontrando personas del mundo del coaching, el desarrollo organizacional, la terapia,… que en su personal narración de su recorrido profesional hasta llegar a la profesión de la relación de ayuda, marcan como hito un curso de clown o similar.
En una asociación libre de ideas, de las de «mirada sucia», unir las palabras liderazgo y humor nos podría llevar a lugares parecidos a «quitar hierro» a las situaciones, relativizar lo importante, risa histérica que sirve de antifaz para no entrar en profundidades más dolorosas, jefe de producción con los pantalones bajados + corbata en la cabeza + cubata en la mano + comida de navidad,…
Un segunda vuelta con otras gafas nos enfocaría a actitudes más positivas, el líder informal, con capacidad para hacer reír, provocador de momentos lúdicos, con la suficiente capacidad de escuchar la situación para combinar la cercanía con la distancia y la risa con la seriedad…
Rafael en su blog «Ideas y decisión» nos recuerda algunas afirmaciones tajantes sobre la combinación lider+humor que pone en boca de Daniel Goleman, el hombre que introdujo la inteligencia emocional en las empresas, «las personas de éxito son aquellas que se conocen a sí mismas, con integridad, preocupación por otros y capacidad para comunicar. Ahora agrega que el buen humor pertenece a los buenos lideres y el mal humor a los malos.»
Profundiza aun más Alfredus en su blog «ALC Liderazgo y gestión». Quizás con una afirmación algo generalista en mi opinión: «El sentido del humor le aporta al líder una visión más amplia del entorno y más realista debido a que la persona que atesora esta actitud ha realizado un ejercicio profundo de conocimiento y de aceptación de los otros y de uno mismo.»
¿De qué hablamos cuando decimos humor en este contexto? Yo me quiero referir a esas actitudes de la segunda mirada y además al humor y la (son)risa como uno de los matices de la persona que ha hecho un viaje consciente, experimentado y repensado, por el mundo de las emociones. Creo que las personas que se explican a si mismas y después de contar parte de su cv hablan de aquel curso que les cambio las vidas, hablan de la chispa que les hizo conectar en un viaje sin retorno.
Ya han pasado 9 años de aquel curso de clown. Fue también con la gente de Ohiulari clown, con Rakel Imaz. Tengo un recuerdo precioso y aun cuando me pongo una nariz roja mi expresión cambia y mis cejas se arquean.
Jesús Lara en su libro «El clown un navegante de las emociones» escribe. «De manera que, finalmente, podemos afirmar que el encuentro con nuestro clown se convertirá en una especie de sano viaje a los más AUTÉNTICO de cada uno».