Hace un par de días publique un mensaje en Twitter: “Sacar tiempo para escribir”
Una frase espontánea multiplicada cinco veces y que cuenta lo que quería y lo que no.
El ejercicio se parece a cuando cuento mi batalla con el peso. Se trataba, y se trata, de mostrar mi compromiso de manera pública. Un ritual, otro más. En este pido a los dioses y las diosas de mi ecosistema tuitero seguimiento a lo expresado de manera pública. Doy permiso a seguir el hilo, a cuestionarme y preguntarme: “¿Qué hay de lo que escribiste hace unos días?”
Y por lo tanto hemos conversado. He recibido un mensaje al procastinador. Hago acuse de recibo y lo matizo. Cualquier hilván puede valernos a quienes decidimos retomar la rutina de escritura.
Revisando mis posts sin terminar hay dos que hablan de una situación similar. Parece un tema recurrente y por lo tanto del que ya puedo presumir cierto conocimiento. Vamos a intentar desgranar la situación, comprenderla, en un primer momento. No busco justificar, quiero comprender (me). Creo que me puede ayudar a seguir dando algún paso. Allá voy:
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