(Publicado en el blog de REDCA en Mayo de 2024)
Hace unos días en los perfiles en RRSS de Emana compartían un video donde yo reflexionaba sobre la necesidad de simplificar lo que quería transmitir y colocarme con más fuerza al servicio de las personas y organizaciones. En el fondo es escapar un poco de esto que me decían “Me parece que escribes sobre cosas muy interesantes pero que no entiendo”.
Queriendo ahondar en este viaje he encontrado unas notas que escribí como un post que no llegué a publicar hace unos meses. Retomo este borrador y lo comparto hoy como un listado de ideas ordenado:
- La realidad es compleja y a veces la quiero atrapar entera. Antes de nada, una confesión. Lo sé. He ido construyendo una manera de estar en el mundo donde me permito sentir y pensar por encima de lo que puedo digerir y expresar. En las conversaciones escucho lo que se dice y lo que se calla. Observo una familia en el transporte público y construyo castillos en el aire, me imagino intrahistorias con padres poetas y madres cazadoras… Cuando alguien comparte su película yo no puedo dejar de conectarla con otra y con otra. Me gusta dar tiempo a explorar las respuestas y no me gusta cuando alguien pasa rápidamente a otro lugar. Recuerden, que ahora hace 15 años, que a mi blog y luego a mi personaje laboral los llamé “korapilatzen”.
- A veces cuesta entender los relatos circulares. Quiero pensar que hay parte de este cruce de historias que tiene que ver con una mirada que llamamos sistémica. Veo círculos, solo puedo ver círculos. No puedo describir sin hablar de cómo me implica y cómo creo que contribuyo a que esté ocurriendo lo que ocurre. Sé que en los terrenos lineales las descripciones más circulares se pueden percibir como ruido. Lo veo a veces en otras personas. Cuesta entender lo que quieres decir cuando estás tan envuelto en tus interpretaciones.
- La confusión como oportunidad. Me gusta releer a Milton Erickson de vez en cuando y su “técnica de la confusión”. Buscaba “superar el pensamiento racional y consciente con la finalidad de facilitar la inducción”. Lanzaba “palabras vacías” que las personas podían llenar con sus propios significados. Habitando por completo esta estrategia debería de ir renunciando a explicar más y mejor. Olvidarme de ser instructor para bucear por los lenguajes del cambio y los inconscientes. A veces es una tentación.
- Aumentar las fuentes para intuir y comprender. Leo compulsivamente. Cuando hay espacio lo ocupo con un libro. Los leo con el cuerpo, me ocupan. Y, sin embargo, me costaría mucho compartir lo que he aprendido en los últimos meses a través de la lectura. Es una sensación extraña, es como si las ideas fueran parte ya de mi manera de estar, mirar, proponer… No me interesa demasiado y, por tanto, me declaro bastante incompetente para generar argumentos que pretendan convencer a nadie de la perspectiva que voy sintiendo más mía. Me interesa mucho más comprender cómo va construyendo el otro su posición.
- Balbucear las nuevas ideas. Así también me reconozco contradictorio y balbuceante cuando comparto una idea o sensación suficientemente nueva. En mi cabeza solo lo embrollado cobra valor de suficientemente real. Por supuesto que busco confirmación a mis aproximaciones, pero también disfruto mucho con los matices y contradicciones. Cuando facilito aprendizaje me cuesta mucho renunciar a esta nueva idea que empieza a coger forma. Tejemos un discurso que puede durar suficientemente en el tiempo. Podemos cambiar las formas para no aburrirnos, pero sería bueno conectar con más valor en las esencias hasta sustituirlas por otras o sus versiones matizadas.
- Escribir más sencillo ayudará. Un día un buen amigo me dijo que para escribir bien debía leer más. No tengo dudas sobre el impacto de leer, además creo que tengo que escribir más. Estos dos últimos años he estado retomando mi segunda lengua. Me interesa mejorar mi capacidad de comunicarme en euskera. Esto da para otro post, pero en relación al que me ocupa traigo de esta experiencia la necesidad de simplificar mi manera de escribir para cometer menos errores. Leo mis redacciones en euskera y me parecen infantiles, simples, pero a veces descubro una idea que brilla por lo que es y no por su forma. Quiero traer este aprendizaje al castellano.
- Trabajar con lo emergente. He apostado por aligerar las estructuras para ver dinámicas y trabajar sobre estas. Me gustan las sesiones ligeras de actividad. Me gustan especialmente las que comienzan con una ronda de llegada profunda y lenta contestando ya una pregunta significativa y continúan con una conversación que une la aportación más “teórica” con la práctica de cada cual en su organización. Y esta conversación comienza desde una técnica o actividad que yo propongo, pero no con una presentación al uso donde yo exponga nada. Quizás más preguntas para alimentar la conversación y algunas ideas provocadoras. El último paso cobra diferentes formas, una que me gusta especialmente es la del compromiso de un paso a llevar a la práctica con lo aprendido.
Estas son mis ideas sobre el frágil equilibrio entre la realidad, su complejidad y la manera de simplificarla lo suficiente como para movernos de una manera más consciente. ¿Cómo es para ti?