



Llega este momento de final de año donde suspendemos las marchas y dedicamos un tiempo para mirar lo anterior y esbozar lo posterior. Parar es seguramente la mejor de las recomendaciones. Como dejar de hablar en un monte, quitarte los auriculares junto al mar, cerrar los ojos ante el sol…
Hace un año nos deseaba la capacidad de “cultivar decisiones”. Dejar de centrarnos en nuestra dudosa capacidad para discernir desde la fantasía del libre albedrío e invertir nuestra energía en la construcción de rutinas y ecosistemas más saludables y felices. He tenido la intención de hacer balance pero se podría resumir en algo así como: “funcionó mientras me dejaron”. Este último trimestre ha sido, una vez más, demasiado intenso. Quizás no preparé bien el terreno ni elegí las mejores semillas. Quizás solo ha sido otra oportunidad para rendirnos y aprender.
¿Cuánto de lo que aprendemos a lo largo de nuestra vida acaba siendo realmente nuestro? Leía una novela hace unos días donde una de las protagonistas sufría de una suerte de amnesia a partir de un accidente. Esta peculiaridad le impedía reconocer a las personas, asentar afectos, enamorarse… Tenía cuadernos donde dibujaba, escribía y pegaba fotografías para atrapar los eventos importantes. Cuando quería situarse volvía al cuaderno donde tenía recogida la información. Me acordé de la película “Memento” y de aquellos tatuajes que servían de bitácora y hoja de ruta. Me hizo mucho sentido llevarlo a la piel y al cuerpo.
En este tiempo de bustos parlantes, encuentros desde la distancia y afecto por los codos, contactar, abrazar y besar se convierten en actos proscritos. Quienes nos acercamos a la realidad primero con los dedos, las manos, brazos y labios andamos nostálgicos.
No sabemos cuánto de lo que nos toca acaba siendo nuestro. Sobre lo que no nos toca ni tocamos menos sabemos aún.
Para este 2022 nos deseo RECORDAR. Volver a pasar por el corazón buscando introspección. Como cuando pensábamos que las ideas, las reflexiones y las emociones tenían origen en el centro de nuestros cuerpos, junto al diafragma y no tanto en el cerebro. Situarlo todo en el interior de mi cuerpo y no en una de sus extremidades, la cabeza, me ayuda a pensar en los lugares sagrados, en las casas donde entramos y nos descalzamos. Todas las ideas, las emociones y las experiencias tienen lugar y de alguna forma están invitadas a reposar, respirar, reducir estridencias y a dejar el poso más sabio, el que nos permita seguir siendo conscientes y habitar la realidad.
2022rako, BERRIRO PASATU BIHOTZETIK opa dizuet. Introspekzio bila. Ideiak, gogoetak eta emozioak gure gorputzaren erdian, diafragmarekin batera, eta ez hainbeste burmuinean, sortzen zirela uste genuenean bezala. Dena nire gorputzaren barruan kokatzeak (eta ez haren gorputz-adarretako batean edota buruan) leku sakratuetan pentsatzen laguntzen dit; sartzen eta oinutstzen garen etxeetan. Ideia, emozio eta esperientzia guztiak lekua dute, eta nolabait gonbidatuta daude atseden hartzera, arnastera, zaratak murriztera eta aztarnarik jakintsuena uztera, kontzienteak izaten eta errealitatean bizitzen jarraitzeko aukera emango diguna.
Recuperar el cuerpo y las sensaciones sentidas para atrapar lo que no queremos que se escape. Confiarnos más a las huellas en nuestra piel y a los contactos. RECORDAR 2022.
Este año de nuevo con ilustración de mi amigo Alex Orbe. Esta vez me quiere recordar que para tener un torso como el que me dibuja me lo tengo que trabajar mucho, mucho 😀
Decima entrega del comic #desAnudando Alex Orbe y Asier Gallastegi
Novena entrega del comic #desAnudando Alex Orbe y Asier Gallastegi
Octava entrega del comic #desAnudando Alex Orbe y Asier Gallastegi
El año pasado fue TRANS. Seguimos y seguiremos siéndolo. 2016 estuvo sembrado de momentos para compartir y conversar sobre este dolorplacer de reconocernos desajustados y en transición permanente. Lo he ido recogiendo en esta pequeña historia.
Antes fue VULNERHÁBIL, VULNERHABILIDAD. Sigue estando muy presente, a flor de piel. Me gusta además que pueda servir a otras personas para contar(se).
Este 2017 os deseo un año PRECÍNICO.
En las últimas semanas hemos compartido algunos textos que hablaban de postverdad y políticas de postverdad. Creo que merece la pena leer esta extensa entrada en Wikipedia. Las emociones cuentan más que los datos para la construcción de nuestras ideas, creencias y modelos mentales. Esto ya lo sabíamos.
Para mi la palabra cobra más fuerza cuando lo leo como estrategia de construcción de una atmósfera de desconfianza absoluta donde ya nadie sabe a quién creer. No se trata de mentir. Ya no hace falta. Estamos tan desconcertados, se maneja con tanta fuerza una idea y la contraria, que desconfiamos igual de lo que parece que ocurrió como de lo improbable.
La transparencia es la bandera a agitar. ¡Que nos cuenten todo lo que hacen!. Avísame de las cookies, cuéntame cuánto cobras, dime cuántas horas has invertido en este proceso, pide varios presupuestos,… Tiemblo imaginándome que mecanismos de control se estarán inventando para que los rectores no puedan copiar…
Y de pronto se nos olvido creer. Nos gustaría tener siempre un esclavo que probará nuestra comida. Nos separamos, cogemos distancia, nos reímos para no llorar,…
¿Cómo sería un 2017 sin esta necesidad de protegernos?. Uno en el que pudieramos hacer como si volvieramos a creer. Un año postcínico…. Cuando llegue a esta palabra escarbe un poco más en esto del cinismo y recordé a la escuela cínica. Pensaba entonces si no sería un tema más de forma. Como si toda esta ola de hiperconectividad, infoxicación y desfiguración de las certezas nos hiciera refugiarnos. Crear pequeñas cuevas donde volver a la esencia. Coger distancia riéndonos, dejando de sufrir porque ya no nos importa.. Disolver las formas de lo que nos amenaza. Y me pareció más interesante. Podríamos entonces estar deseandonos un año POSTIRÓNICO. Un año donde desaprender las estrategias de plastificación emocional.
Y de nuevo este futuro que nos interesa dibujar se parece en algo a situaciones que ya vivimos. Esta era la manera natural antes de las heridas. Se parece a como rematábamos de cabeza antes de aquel balonazo, a la temeridad de coser sin dedal antes de clavarnos aquella aguja, la cara de satisfacción cogiendo velocidad en la bicicleta antes de aquella caída,… Y me vi más joven, más niño,… y me gusto pensar que eso que buscaba, y os deseo hoy, se pudiera parecer a algo de lo que ya tenemos experiencia. Eso que éramos antes de tener que aprender a defendernos, lo que entrenamos para que nuestro entorno aplaudiese. Le llamamos inocencia y parece que no tiene sentido hoy. ¿Y si le llamamos PRECÍNISMO?.
Son momentos clave. Se abren caminos para hacer diferente. Son muchas pequeñas experiencias, significativas, accesibles,…. Lo nuevo, aunque sea numeroso y conectado, sigue siendo frágil. Nuestra forma de mirar cambia lo que ocurre. No podemos jugar al cinismo. Es momento de creer. De girar nuestra mirada a la grieta de lo que va cogiendo forma, de lo que cristaliza. Acercarnos y aportar. Escuchar el potencial y hacer palanca.
Dejar de pelear. Dejar de escuchar los reclamos de la acidez, la protección y la desconfianza. Dejar de invertir nuestra limitada energía en las batallas perdidas. Para mi es una manera de rendirnos activamente. Desaprender todas las estrategias de defensa, bajar los brazos, ralentizar la acción, silenciar las respuestas rápidas, suspender, levantar la bandera de la candidez militante. Recuperar la inocencia entrenada.
Creer. Recuperar algunas certezas en tiempos de cambio. Explorar, recuperar la curiosidad, las preguntas..
Esto nos deseo para 2017: Tiempo de PRECÍNISMO
(Gracias Alex Orbe por acercar el microfono al corazón, una vez más, y a Txelu Balboa por recordarme que el precínismo se parece mucho a amplificar emociones)
Sexta entrega del comic #desAnudando Alex Orbe y Asier Gallastegi