Esta tarde me han pedido que comparta algunas ideas dentro del encuentro: «Identidad profesional del Educador/a Social y Competencias Especializadas».
Desde que hablé con Asier Felix hace unos días he escrito ideas en el móvil en varias ocasiones y cada vez acababa en un lugar diferente. Igual no lo ate demasiado bien 😀 Me imaginaba que se trataba de transmitir algo así como “Que hace un educador trabajando acompañando equipos y organizaciones”.
También pensaba en ¿Qué tipo de recorridos profesionales hacemos los educadores sociales? ¿Cuáles son los motores? De educador de menores a familia, de la relación más directa a trabajos más indirectos, algunos acabamos en la formación, otros dan el paso a la terapia…. ¿Es la educación social un buen lugar para madurar profesionalmente?
Creo que hay algo del origen que nos acompaña hasta el final y las modificaciones, mejoras o huidas también son interesantes.
Hace años que una de nuestras aficiones familiares es fotografiarnos mientras saltamos. No sé muy bien cómo comenzó todo. Sería parte de un contagio. Lo vimos en algun lado y quisimos replicarlo. Compartes la fotografía en redes, los amigos y amigas comentan y ríen y seguimos en el juego.
El reparto de roles al inicio era claro; mis hijos saltaban y yo fotografiaba. Con el tiempo todo fue mezclándose y hoy suelo ser yo el que salta. Pude comenzar a saltar porque perdí peso. Hasta entonces no me imaginaba sostenido en el aire el tiempo necesario. Elevarse de esta manera tiene su exigencia.
2019 ha sido un año de reto y aprendizaje. Quizás un día pueda/podamos poner palabras al viaje. Hoy sé que todo ha cambiado y que aún no puedo describirlo en detalle. Podría comenzar a desenredar esta madeja tirando de diferentes hilos. Algunos me desnudan o nos desnudan más de lo que hoy quiero, quizás en otro momento. Y esto mirando atrás. ¿Cómo es mirar hacia delante?
Para el 2020 me deseo y os deseo SALTOS.
SALTAR para seguir jugando. Para recordarnos que hacer nuevo es experimentar. Con todos los permisos. Hacerlo de una manera y luego de otra.
SALTAR retados por metas, orientados por propósitos. Sin toda la claridad. A veces solo espoleados por la insatisfacción.
SALTAR para sentir nuestros cuerpos. Para rescatarnos de los soliloquios y las interpretaciones tramposas de nuestras químicas.
SALTAR para seguir sintiéndonos ligeros. Sostenidos y sostenidas por aire. Conscientes de nuestro peso.
SALTAR en horizontes. En la ciudad los saltos parecen más pequeños. Asomarnos al mar, a los caminos. Allí nuestros pies se alejan más del suelo.
SALTAR ganando perspectiva. Viendo toda la imagen, las conexiones entre las partes. Sonriendo al comprobar lo que se repite. Pudiendo entender mi lugar respecto a los demás. Su lugar respecto a lo que construimos.
SALTAR buscando llegar al otro lado. Al lugar que vemos desde una orilla. Sabiendo que siempre nos queda volver. Y también con la certeza de que el salto es cambio y que ya no es posible regresar al mismo lugar.
SALTAR para vivir.
He leído ese primer post varias veces. Fue importante tener cerca personas que habían apostado por este canal para continuar conversaciones, tejer red e impactar. Llevaba años leyendo y comentando en la blogosfera y había algo en esa cultura que me atraía y a la que quería contribuir. Entre otras cosas, compartí que abría este blog para “entender a las personas, familias y organizaciones”. Hoy sigo experimentando, leyendo y escribiendo para entender.
Junto al blog lancé proyecto profesional. Unos meses más tarde me dí de alta como autónomo y comenzaron mis primeras colaboraciones en el ámbito de la formación, la consultoría y el coaching.
Cuando hace cinco años leí todos mis posts para reorganizarlos fui consciente de todas las veces que había escrito sobre mis dudas, mis aprendizajes desde la incertidumbre y la fragilidad. Las incluí en el ámbito “Escucha y narración” y como categoría usé #intimidades.
Acabo de ver el video de la fiesta del quinto aniversario del blog. Presentaba la nueva web rodeado de buenos amigos y amigas. Se respiraba disfrute y tranquilidad. Acababa de quitarme un montón de kilos tras una dieta y la sensación era de que, junto a los físicos, se iban otros más intangibles. No fui muy consciente en ese momento, pero yo creo que celebraba la viabilidad del proyecto profesional.
Sigo afectado por el salitre. No se acaba de limpiar la sangre y quiero seguir disfrutando de esta infección de descanso. ¿Como haremos para seguir conectados? Algo así me preguntaba estos días a través de dibujos y palabras.
Comenzaba mi verano leyendo a Mike Boxham sobre trabajar desde la quietud. Me hacía mucho sentido. Si en ese momento lo tenia desde el cansancio, en este momento lo tiene desde el recuerdo de la vida conectada y la necesidad de ser más consciente de las decisiones que me conectan y las que hacen todo lo contrario.
Ya he compartido esta sensación. Cuando el personaje laboral es tan abierto como el que mantengo, lo que soy y dejo de ser como profesional cambia en función de los proyectos que acepto y los que rechazo.
No es fácil decidir. Los retornos y la retribución es clave cuando no hay dinero. Estos momentos no coinciden con inactividad. Yo no sé lo que es la inactividad laboral. Si sé lo que es tirar de un crédito mientras llegan los pagos. En ese momento, aunque haya un dinero que va a llegar, estas más inseguro y es difícil negarte. La necesidad y la debilidad abren los brazos. No siempre ayuda que el proyecto sea más lucrativo a medio plazo.
Reconozco mis dificultades para escribir hoy. Leía hace unos días a Manel sobre las bonanzas del acto y las comparto. Disfruto de la lectura. Las palabras cosidas con maestría me tocan, me dan sentido, responden a parte de las preguntas, ponen la música que hace que mis pies bailen o se den cuenta de cual era la tonada que bailaban. Y eso es mucho, hoy seguramente sea de la sensaciones que más feliz me hacen.
Puedo achacar la pereza al tiempo estival. Son días raros estos del verano. Cato playa y bienestar temprano con lo que me es imposible desconectar por completo con la tarea y este malabarismo de proyectos interconectados que cobran vida con bastante autonomía en relación a mis necesidades. No soy un hombre especialmente preparado para las “trabacaciones” a pesar de mi condición de autónomo. Me cuesta engrasar la maquina que trabaja y descansa, necesito tiempo para llegar a cada engranaje, los principales y automáticos funcionan pero los más pequeños y encargados de los matices les cuesta un poco más de tiempo. ¡Me apasionan tanto mis proyectos!. ¡Disfruto tanto del descanso!
De vez en cuando retomo algunos posts de la hemeroteca, para eso están ordenados en sus categorías para que cualquiera, incluso quién los escribió, puedan volver a ellos cuando lo necesiten. Me leo y los matizaría. Algunos los borraría. Creo que sobre esto ya escribí también en el blog.
Tengo 40 minutos para escribir este post. Ya 39. Y además la sensación de robar tiempo al trabajo, a la tarea que no puede esperar. He abierto directamente el editor del blog. Quiero contar que a pesar del silencio sigo contando.
¿Donde van los posts que no escribo en mi blog? Siguen en mi. Actuan un poco menos. Son ideas fuerza pero menos. Cuando cogen forma de post las incoroporó a lo que sé. Las puedo seguir compartiendo. Me sirven para contar, acompañar. Para contarme, acompañarme.
Esta semana me he sorprendido matizandome, cogiendo distancia de algo que escribía. Me imagino que si reviso mi bitacora, incluso esos posts que comparto y cito, matizaría cientos de lineas e ideas. Escribir para afincar y también para contrastar los puntos de partida de las posadas temporales. Aun no hay recorrido para hablar de finales. Si tuviera que escribir un post para despedirme que tenga, por favor, la lucidez de las letras de Oliver Sacks.
Hay maneras de trabajar, personajes laborales, interfaces profesionales que es muy difícil entenderlos diferenciados de lo que somos, del lugar en el que estamos de manera más amplia. Esta mezcla no es el resultado de una estrategia, es algo que coge forma por suma de experiencias, hábitats acogedores, caracteres apasionados, relaciones que construyen confianza…
KORAPILATZEN es ASIER GALLASTEGI. Lo profesional a veces pareciendo algo más que la persona por cierto glamour del conferenciante y cierta confusión entre lo que realmente somos y lo que compartimos en estas nuevas/viejas plazas publicas de Internet. Y realmente la persona más que lo profesional por lo que soy en la intimidad, bajo las mantas en el sofá, riendo con mis hijos, paseando mientras conversamos,…
Ya han pasado unos meses desde el 2 de Octubre dónde celebramos 5 años de Korapilatzen. Leo hoy algunos mails de amigos y amigas tras el encuentro y me sigue tocando. Fue muy especial. Gracias a los que estuvisteis presentes y a los que no os fue posible. ESKERRIK ASKO!!
Nueva web
En este encuentro presentamos mi nueva web. Un lugar dónde la información está más ordenada y junto a los contenidos del blog también podéis acceder de manera sencilla e intuitiva a los proyectos, los enlaces a otras iniciativas o reflexiones e imágenes que voy cosechando de cada una de las áreas en las que he ordenado mis centros de interés y actividad.
Nos caímos bien aquella vez hace cuatro años, nos saludamos fugazmente en Aranzazu (congreso organizado por otro buen amigo y maestro Guillermo Echegaray), nos reconocimos en Amsterdam y hemos disfrutado compartiendo nuestras tripas, tiempo, ideas, dudas y apuestas, en pequeñas conversaciones en este tiempo previo a IOCTI. Algo de todo lo que hemos hablado será parte de este congreso, otras cosas ya son parte de cada una de nosotras y no hace falta que sean más.
Nos unía la pasión por construir algo más mezclado, con espacio para lo nuevo, a lo que emerge,… Cocreación fue la palabra que nos hizo vibrar y desde el comienzo la reflexión/acción fue en esta línea ¿Como podríamos hacer de este encuentro un proceso más cocreado? No pretendo hacer un resumen de nuestras conversaciones, me conformo con responder a la pregunta en abstracto recordando parte de la música de nuestros “skypes” y algunas cosas que si hemos hecho y es posible que actuemos a lo largo del congreso. Lo firmo yo. Si algo veis especialmente brillante seguro que el mérito es compartido.