Hace unos días que, de la mano de Emana, volvimos a disfrutar de la compañía y la maestría de nuestro amigo y profesor Anton de Kroon. Otra vez, cuando nos íbamos a despedir, callo, nos miro y se dejo emocionar dándonos un lugar en su corazón.
Traía esta vez consigo en la maleta el libro sobre Coaching Sistémico del que nos había hablado ahora hace un año en Uruguay. Un libro en el que recoge varias experiencias de Coaching Sistémico Fenomenológico (Me gusta como respeta los orígenes diversos de esta mirada. Terriblemente sistémica incluso cuando conecta con aspectos de raíz fenomenológica) ordenándolas para ilustrar los conceptos que se repiten en su practica y son propios de esta mirada en el trabajo más individual.
Un texto corto, que se acaba demasiado rápido (congruente con su manera de trabajar, bebiendo de la tradición de la Terapia Breve Sistémica y el enfoque centrado en soluciones), sencillo en apariencia y con una gran profundidad y personalidad. Leia el texto estos días envuelto en una cadena de sesiones de coaching relacionadas con un proyecto formativo y ha sido un privilegio ver como en conversación la lectura y la practica iban enriqueciéndose mutuamente. Echamos de menos este tipo de literatura de caso en el mundo de la consultoría y el coaching.
En el contexto individual los aspectos más familiares aparecen con mayor frecuencia que en el trabajo más de equipo u organizacional. Además cuando aparecen en este contexto la intimidad y la protección permiten trabajar con más atención y profundidad. Anton desgrana un montón de conversaciones donde explora estos patrones personales, las lealtades infantiles que se vuelven carga en un momento dado y la necesidad de mirarlas con reconocimiento.
Me permito rescatar algunos textos del libro con algunas ideas propias.
En este trabajo, con perspectiva sistémica, hay palabras que suenen repetirse y a veces se parecen a cierta oración de creyentes para calmar la furia de los dioses. Una de estas es “Totalidad”, en los sermones suele aparecer en frases del estilo “Conectados con el todo”. En el texto Anton nos cuenta como hace para estar atento a que fotografía más grande pertenece la historia con la que esta conectando nuestro cliente:
“Al ser multipartidario, me conecto como coach con todas las partes que intervienen en la totalidad. No me mantengo al margen ni soy neutral: me pongo en el lugar de cada uno de los elementos del sistema, incluso en el de aquellas partes olvidadas o excluidas.
Cuando escribimos y mantenemos la importancia de “No saber” en este tipo de procesos nos cuesta acertar con las palabras que explican la apuesta por esta manera de permanecer “ignorantes” a posta:
“En cuanto me doy cuenta de que pierdo interés por los detalles o emociones, digo por ejemplo: Te agradezco todo lo que me cuentas; necesito saber si has experimentado algo similar con anterioridad. ¿Es así?” “Si comienzo a preguntar de qué se trata exactamente, corro el riesgo de distraerme de mi orientación sistémica”
Sobre los silencios, su pertinencia, claves para entendernos en la relación e impactantes en el proceso de “darse cuenta” de nuestro cliente:
“Con frecuencia me alegra el efecto que consigo al guardar silencio. He aprendido a mantenerme callado en los momentos que no sé como seguir (…) En los casos en que no logro tolerar el silencio, me pregunto qué dice esta situación sobre mí. ¿Será que no puedo controlar mis ansias de ayudar?”
Sobre los juicios, los prejuicios, las transferencias, contratransferencias, hipótesis,… hay ríos de tinta describiendo procesos personales, de equipos y organizacionales. Yo cada vez vibro más con esta manera de estar dónde me uso como antena, como dedo húmedo al aire, …
“Mi propia experiencia como coach es una curiosa fuente de información: ¿Siento que me convierto en niño, dependiente, paternal o maternal por la conducta o palabras del cliente? (…) ¿Que esta sucediendo conmigo aquí y ahora? ¿Será acaso una repetición de lo que el cliente me está diciendo que es su problema?”
“¿Para que otro problema es este problema solución?” Son muchos años trabajando con la fuerza del beneficio secundario en el mantenimiento de situaciones dolorosas. Acercándome al síntoma como una llamada de atención sobre cierta fisura en el equilibrio funcional, entre la suma y la resta de estas situaciones. Escuchar esta frase y desde el lugar desde el que la lanza Anton de Kroon le ha dado una fuerza extra a esta mirada y manera de trabajar con personas.
“-Cuándo comenzó- o -desde cuándo existe el problema y que sucedía entonces- son preguntas relativas a los hechos y a las circunstancias. No pregunto por qué surgió el problema. Eso es trabajo de averiguación de la policía, que pretende encontrar explicaciones y posibles culpas. Yo planteo preguntas para descubrir si el problema presentado es una respuesta a una necesidad sistémica dentro de la organización” ¿Para que problema sería una buena solución? Supongamos que el “problema” esta resuelto, ¿que empezaría a hacernos falta? Si el problema deja de existir, que partes del sistema podrían evocarlo de inmediato?”
Tras los primeros relatos nos cuenta una pequeña reflexión. Una conversación con colegas dónde muestra pequeñas fisuras, caminos posibles que podría haber cogido el trabajo. Cuando aprendemos de la practica corremos el peligro de pensar que lo que ha ocurrido es la única manera de hacer posible e intentamos poner todo de nosotros para atrapar esta manera de hacer. De nuevo, en este texto, conecta con la humildad, la curiosidad y las ganas de aprender al servicio de las personas.
El texto desborda humanidad, como Anton.
Habría otro post sobre este libro. El que puede mirar al libro desde su indice y rescatar esas frases que nos ayudan cuando lo que esta ocurriendo es una cosa u la otra. No lo descarto. Estoy volviendo a escribir y aun no sé muy bien como se hace. O quizás tu que estas leyendo este post puedes leer el libro y complementar estas lineas con las tuyas. Te espero.
Gracias Anton de Kroon.