Llevo ya unos cuantos meses (que de pronto son años) formandome y experimentando con las constelaciones organizacionales. Ayer intercambie un par de mensajes y tuiteos con buenos amigos y mejores profesionales sobre el tema. Hay quién coge distancia escuchando solo el nombre (es una traducción del aleman y aun no han-hemos encontrado mejor etiqueta). Otros han tenido una experiencia no muy positiva debido sobre todo por alguna sobreactuación, catarsis colectivas y otras dramatizaciones. También hay quién se ha acercado a nuestra propuesta de formación y ha descubierto claves diferentes (Precioso el post de Enrique en su blog)
Llevo tiempo queriendo escribir algo sobre el tema. Estas conversaciones de ayer son la palanca, el punto de apoyo el taller de este fin de semana con Katia del Rivero Vargas. Una experiencia muy interesante; muy engarzada con el managemente más tradicional, ejercicios replicables, estructurado, separando todavía con más fuerza el sistema organizacional del familiar, huyendo de dramatizaciones,…
Creo que podríamos empezar por el principio ;D Recupero un texto que escribí hace más de un año para el blog de mi amigo Pablo Aretxabala –Hontza-.
Prometo actualizaciones y más carne en el asador de un tema que me apasiona.
«Hace ahora algo más de cinco años -casi siete ya- y dentro de una formación en terapia sistémica tuve la oportunidad de ver trabajar a Bert Hellinger. Era un video y el audio era en alemán, además calidad de VHS en una maquina machacada por cientos de cursos. Vamos, todo preparado para el mayor de los aburrimientos. Pues no. Lo que vi me hipnotizo. Trabajaban con relatos de dificultad dentro de la familia. La persona que consultaba elegía a otras personas que hacían de representantes de los miembros de su familia. Los ponía en el espacio, cuidando hacia dónde miraban, su lugar en el espacio, su altura,… Construían una escultura de su visión de la situación. Además el facilitador (en este caso impulsor de esta nueva manera de hacer) escuchaba lo que cada persona sentía y pensaba en el lugar y les orientaba hacia posibles cambios y movimientos. Mientras el cliente cambiaba de cara, de la incredulidad a la implicación absoluta pasando por la afirmación y la emoción.
Meses más tarde un buen amigo nos invitaba a participar en un taller de constelaciones familiares. Tras años de formación, experiencia y reflexión sobre la relación de ayuda, Guillermo Echegaray quería experimentar una nueva línea de trabajo. Me parecía demasiada casualidad que la propuesta surgiera solo semanas después de aquel video, así que allí nos fuimos. La experiencia fue muy intensa. Trabajábamos con material sensible. Poníamos encima de la mesa nuestras tripas. La herramienta en directo era más poderosa de lo que había podido intuir.
Desde aquel fin de semana me encontré con la propuesta en los lugares más insospechados. Asistí hasta a una exposición que se acercaba al tema desde su parte más estética y artística.
Hace dos o tres años que buscando más luz antes de tomar una decisión laboral complicada me acerqué a un taller con Cecilio Regojo dónde utilizaban las constelaciones para acercarse a las organizaciones. Allí descubrí su potencial para el cambio organizacional. Comparando con mi experiencia anterior, trabajando familias, el taller se me hizo más relajado, en la medida que la madera que poníamos a arder no era la de las raíces, quemábamos y jugábamos con ramas. Además no “constelábamos” estrictamente personas. Hubo algunas que trabajaban con decisiones, otras probaban con el lanzamiento de algún nuevo producto, la imagen de la entidad, relaciones entre directivas entrantes y salientes, los valores de la cultura de la empresa,…
Ha pasado el tiempo, el trabajo que desarrollé en aquel espacio tuvo su impacto y fue positivo. Además volvimos a los orígenes y me encontré con un Guillermo Echegaray entregado a las constelaciones organizacionales. Yo en estos años me había ido formando en supervisión y coaching y él bebía de las mismas fuentes que inventaron y desarrollaron las intuiciones que hablaban de esta herramienta al servicio de las organizaciones. Gracias a su capacidad de acogida y la colaboración de otra buena amiga, Maria Carrascal y Fundación EDE pusieron en marcha una serie de talleres en Bilbao. El primero fue hace cosa de dos años.
He tenido la suerte de participar de varios de estos talleres. La propuesta es experimentar continuamente constelando relatos de dificultad de las propias personas asistentes. De esta manera las personas que participamos accedemos a información nueva cuando presentamos nuestras dificultades y también cuando participamos como “representantes” de las personas, organizaciones,… elegidos por los/as que deciden compartir con nosotros/as su situación. Además intercala algunos ejercicios más pequeños que son igual de interesantes para explorar algunas claves básicas de nuestra manera de estar y pertenecer a los grupos. Como si fuera la salsa del plato todo se liga con explicaciones desde la teoría que responden a algunas preguntas y a veces ahondan solamente en las dudas.
A mi los espacios de formación y la reflexión sobre la actividad siempre me han ayudado a respirar. Esta propuesta, en mi opinión, es especialmente poderosa por dos cosas:
-La información nueva no llega de la reflexión propia ni tampoco, tan solo, de lo racional y lógico. Son otras personas, las que tú has elegido y puesto en un lugar, las que te devuelven sus sensaciones y pensamientos. No lo puedes controlar. Dicen y hacen lo que ellos/as quieren. Si tiene sentido o no en tu narración tiene que ver con tu capacidad de escucha.
-Te llevas palabras y esta bien. Pero sobre todo te llevas imágenes, miradas, distancias,… Y una suerte de escultura de inicio y final que es fácil de recordar y que vuelve cada vez que te vuelcas en la situación que quieres afrontar.
Estas y otras cosas he encontrado yo en las constelaciones organizacionales. Una propuesta muy recomendable. Más de una vez hemos discutido entre varios amigos por ese nombre derivado de una traducción literal del alemán. No ayuda la palabra constelación, la asociación de ideas lleva a pensar en espacios “pseudo-esotéricos”.
Es una herramienta “alternativa” en la medida que rompe con algunas líneas clásicas de consultoria y supervisión. Muchas empresas de diferentes sectores y origen están probando con gran éxito estas y otras maneras “menos clásicas” de reflexión y planificación. Tiene cierta lógica que la innovación pase por explorar nuevas maneras de entendernos.»
Ahora en el ecuador de una formación intensiva para facilitar constelaciones organizada entre Geiser Works y Fundación EDE. Sobre algunos concretos prometo más lineas.