Hace unos días comentaba con varias personas algo que estaba como cogiendo forma, como poniéndose delante y llamando la atención. En esta vida paralela que tan magistralmente mantenemos entre lo que ocurre y lo que nos contamos de lo que percibimos que ocurre, hay veces que el segundo mundo es tan apasionante que apenas deja espacio para el primero.
Y seguimos llamando a la puerta del inconsciente, de lo que no sabemos que sabemos, de nuestra historia, de las dificultades, de los miedos, alientos, respiraciones, padre, madre,…
Contrastando algo parecido con uno de los maestros en esto de las constelaciones me decía que era algo sobre lo que Bert Hellinger ya había llamado la atención. A veces los movimientos que se dan en un trabajo de este tipo (yo inmediatamente pienso en otras maneras más dialogadas de intervención terapéutica, educativa o de consultoria organizacional) se quedan como en la parte superior del cuerpo, como que la cabeza ya sabe lo que hay pero las piernas no se ponen en marcha.
Obviamente hay cosas que se mueven por debajo de la mesa poniendo zancadillas. Este autor escribe dentro del libro “los ordenes del amor”
“La felicidad se experimenta como peligrosa, porque nos convierte en solitarios. Lo mismo se aplica a la solución: se experimenta como peligrosa porque nos convierte en solitarios. Con los problemas y con la desdicha, sin embargo, nos encontramos acompañados.
Los problemas de la desdicha van unidos a una sensación de inocencia y de felicidad. La solución y la felicidad, en cambio, van unidas a una sensación de traición y de culpa. Por eso, la solución únicamente es posible cuando la persona afronta esta culpa. Si bien no se trata de una culpa razonable, se experimenta como tal. Por eso el paso del problema a la solución es tan difícil. “
Interesante ¿verdad? Para mi es apasionante. Y siendo fuente de saber y oportunidad para ver diferente y poner en marcha, a veces este tipo de reflexiones nos envuelven e hipnotizan hasta el punto de convertirse en parte del liquido viscoso dónde es más difícil avanzar.
¿Que podemos hacer para facilitar movimientos completos? ¿Como ayudamos a poner en marcha?… Pensando sobre esto me viene que dentro del trabajo que realizo suele haber como dos tipos de cierre de sesión:
- Cuando aterrizamos con respuestas a algo asi como ¿Que vas a hacer para superar esta situación que hemos conseguido concretar con las herramientas que tienes en tus manos y desde el lugar que ocupas?
- Ya has visto lo que hay, sabes cual es tu lugar, cual parece que se dibuja como otro mejor en esta situación y cual es la diferencia entre uno y otro.
El primero esta mucho más dirigido a la tarea. En nuestro siguiente encuentro comenzamos por recordar, por ver que han movido, como les ha ido,…
En el segundo parece que la manera de activar es más inconsciente y el trabajo pasa por el trabajo corporal, darnos cuenta de nuestras piernas en contacto con la tierra, nuestros huesos,…
Podría haber hasta un tercer escenario. Hay sesiones dónde el trabajo se parece más a un proceso de «pensamiento de diseño» dónde lo que ocurre ya es construcción de un nuevo escenario con resultados tangibles.
Las tres posibilidades me siguen pareciendo sugerentes y el lugar que nos corresponde en estos finales de sesión o de proyecto tiene que ver con focalizar energías para dar un paso. A veces tan solo necesitamos eso; un paso. Y entonces ya nos ven y lo que tenía que llegar llega, y los que no podían moverse se sienten con poder para hacerlo.
Y podría escribir más pero es que me he encontrado con este video de los Monty Python que creo que ilustran a la perfección estas ideas.