Hablo mucho del proceso personal paralelo a estos años de trabajo como autónomo acompañando a personas y organizaciones. Antes tuve dos experiencias laborales, también muy intensas, y en las que aprendí mucho –casi todo- de lo que ahora son mis herramientas y valores.
Hay algunas cosas que diferencian este tiempo del anterior y creo que son lo suficientemente significativas para acelerar y hacer más intensa la experiencia.
Ya no hay excusas que lanzar a una organización, un equipo, un jefe, ni tan siquiera a un “cliente” que nos tenga cautivos. La pelea es con uno mismo y entonces los fantasmas interiores cobran talla humana. Y entonces la batalla con los limites se convierte si o si en un viaje al interior de uno mismo y en oportunidad para crecer.

La sensación es como la de dar la vuelta al embudo. Partes del agujero más estrecho. Ahora el punto de partida son las horas que tu puedes y quieres invertir en trabajar cruzado con las cosas que sabes hacer o estas aprendiendo a hacer o fuiste capaz de poner en marcha hace unos años o eso que te gustaría hacer y hasta ahora no te lo habías planteado –si, bendito lugar que me permite flirtear todavía más con mis pasiones- o… En mi caso sorteando los cantos de sirena de la especialización para aprender a no desafinar como hombre orquesta.
A veces cojo distancia de mi agenda y la intento comparar con aquellas agendas. Los retos son retos no solo por el tamaño de la tarea si no por los centímetros de altura de uno mismo. Ha habido siempre momentos de verdadero limite. Los recuerdo desde mi primera semana de trabajo. Las que supere y en las que me quede enganchado soy yo. La sensación es que en algunas semanas de esta nueva etapa laboral vivo en una especie de cadena de vértigos. Hay conversaciones, pequeños y grandes proyectos que me ponen al limite. Al limite de lo que sé, rozando las horas de dedicación “lógicas”, explorando abismos,… Un aprendizaje impresionante vivir con la incertidumbre prácticamente en cada actividad.
Y creo que esa es una verdadera aportación. Sin apenas utilizar el trabajo previo como contenido. Adaptándome a cada situación y trabajando con lo que surge en el proyecto. Me lo decían esta semana “el proceso afecta al proceso” y entonces es la relación la que permanece. Lo que trabajamos coge diferentes formas, importantes, pero no fundamentales. Tal o cual decisión respecto a la organización tiene consecuencias importantes y, esto es una opinión, lo que vivimos durante, gracias a la apuesta por aprender, se convierte en el gran capital personal y organizacional.
Una vez escuchaba una idea que me parecía real y demoledora. Un gerente de una organización llamaba la atención y aconsejaba prudencia sobre las alianzas con profesionales freelance. Escuchaba como una precaución con “estos” que necesitan vender cada cosa que hacen y –parece- si lo necesitan a su compañero de viaje. Toca en esto de ser nuestra propia empresa cierta venta del producto que de repente es uno mismo. No maquillo lo que hago, lo cuento aquí y en redes sociales y entonces ya parece como más grande, a veces más glamouroso. Ocurre algo extraño, a veces me siento como no teniendo que defraudar una imagen construida. A veces parezco más joven, otras más bajo, lo de gordo no me lo dicen, ;D Pero esto no es central. Pesa más en el desempeño, es diferente facilitar una sesión a escribir un post. No me condiciona, pero es un fenómeno curioso. Además la humildad suena extraña. Sacar pecho es la actitud emprendedora… y yo me siento más cómodo en la duda.
Y por ultimo, dejándome un par de ideas en alguna esquina que otro día cogerán forma de post (o no), disfrutando de cierta soledad solidaria. Hay veces que no sé con quién compartir la emoción de una sesión. En casa hay un limite. Los proyectos compartidos me ayudan a volar, a descansar, a aprender,… Y además van configurando una verdadera red dónde contrastar, desahogar, aprender,…
2012 viene cargado de todo esto y estoy contento.