A veces me descubro trabajando en una esquina de una organización o en un rincón de un proyecto. Cuando la tarea es apasionante no me planteo gran cosa, me hipnotiza con efectos sedante y todo me da igual. Solo cuando puedo coger distancia o la actividad me aburre pienso en ¿para qué estaba yo en este lugar?
La necesidad de encontrar un sentido global me rescata de las particularidades. Es como el paso atrás para situar el engranaje dentro de la maquinaría. Porque entonces recupero el dibujo más amplio y recuerdo cual era la orientación, hacia dónde íbamos, cuales eran los acentos, las necesidades, esa especie de hoja de ruta que marcamos,…
Y no tiene porque sacarme de lo pequeño. La fuerza de esas pequeñas actividades, la dinamización de un pequeño equipo, la entrevista con una de las personas, la puesta en marcha de una pequeña herramienta,… es definitiva. Coger aire me recuerda algo parecido a una actitud. ¿Cuál era la música? ¿Se llamaba mayor delegación? ¿Se veían faltos de horizontes? ¿Percepción de diferentes culturas organizacionales sonando a la vez?… Porque entonces mi manera de estar en lo pequeño se recoloca y comienzo a remar de nuevo hacia allá.
Por otro lado a veces la sensación es de realidades inabarcables, de diferentes fuegos que surgen uno tras otro. Por momentos uno pierde la confianza en su capacidad de acompañar a las personas y la organización hacia algún lugar nuevo. ¿Por dónde empezamos?
Me suele ayudar ir por partes. No recuerdo como era aquello de las integrales. Las derivadas me cogieron como despistado pero recuerdo que hacía la tarea más sencilla. Por partes se hacían más digeribles.
Y eso hago. Divido, parcelo y trabajamos. A veces la duda más importantes por dónde empezar y a que señales hacer caso.
Me gustó, desde esta perspectiva y desde otras, el trabajo de Christine Blumenstein hace unos días dentro de la formación de “Constelaciones y coaching sistémico” de Fundación EDE.
Tras la configuración escuchaba a cada parte. Tenía una hipótesis pero la contrastaba abiertamente con lo que iba observando. Atendía a las diferentes dinámicas e iba descubriendo que se movía en cada parte para ir acompañando. Hasta aquí, con mucha destreza y cuidado, nos mostraba pasos que ya conocíamos. Me gusto especialmente lo claro del trabajo por pasos y además su decisión de obviar algunas señales que ella entendía que pudieran desvelar algunas situaciones más personales y generar “ruido” en el proceso.
También aprendí de la ligereza con la que asumía que en el trabajo había diferentes hilos desde los que tirar y que el ejercicio no consiste tanto en acertar en el primer intento sino en ir probando hasta dar con el paso adecuado.
Consultoría por partes…
5 comentarios para “Consultoría por partes”
Consultoría por partes « Redasociativa RAS
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Isabel
Asier, a veces me siento dibujada con algunas cosas que dices:
«La necesidad de encontrar un sentido global me rescata de las particularidades. Es como el paso atrás para situar el engranaje dentro de la maquinaría. Porque entonces recupero el dibujo más amplio y recuerdo cual era la orientación, hacia dónde íbamos, cuales eran los acentos, las necesidades, esa especie de hoja de ruta que marcamos,…»
Me encanta el post! Y, por lo que vi en la foto del mantel decorado, me hubiera gustado escuchar la conversación que tuvisteis el otro día por tu tierra. Seguro que estuvisteis tirando de muchos hilos… 🙂
asiergallastegi
Es un baile conocido, común para los que nos dedicamos a esto de la relación y me gusta que te sientas dibujada, me gusta sentir y dibujar… Dibujamos, hablamos, reímos, bebimos y comimos… y Manel me recordó la entrevista que hiciste a Juan Freire. La vi ayer, me encanto y utilice un par de frases, citandote a ti y al espacio, para presentar a Juan por la tarde en unas jornadas en Bilbao.
Así que gracias. Me ayudaste a dibujar
Manel
Me ha gustado esto de que trabajas en la esquina de la organización. De alguna manera es donde creo que se trabaja bien… Además, al igual que cualquier célula encierra en sí misma la imagen completa del cuerpo al que pertenece, creo que con el tema de las esquina sucede un poco lo mismo. Siempre he sostenido que desde cualquier ocupación se pueden explicar los ciclos que constituyen nuestra forma de vivir y eso es como lo de la célula o lo de tus esquinas…centrarse en un algo de ese todo, imposible que tus actuaciones no generen ondas concéntricas que afecten el resto aunque sea acariciándolos con el pequeño vaivén de las olas.
Además Asier, como ya hablamos, el ámbito de actuación en el que te mueves es el magma mismo que determina la orografía que se puede ver desde el exterior…hacen falta profesionales como tú capaces de moverse por esa materia incandescente sin temor a quemarse…
asiergallastegi
Angeles observadores que no se resisten a las pasiones humanas. Quemandonos en el magma sobre fragiles balsas de papel. Creo que el peligro de trabajar desde las esquinas es precisamente dejar de ser conscientes de las olas y ondas, de los efectos de lo pequeño. Aquí he llegado mientras escribía y conversaba con vosotros. Un abrazo!