Comienzo a escribir sobre el cuerpo. Lo voy a hacer seis veces y a lo largo de este verano. Será extraño escribir, porque lo que quiero contar se siente, es dolor, placer, experiencia de limite y potencia… experiencia.
Hoy peso 30 kilos menos y uso un pantalón 10 tallas menor que el que usaba hace 6 meses. Sigo gordo estadísticamente hablando pero mucho más ligero.
Pareciera que junto a los kilos físicos se hubieran ido otros más etéreos pero igual de pesados. Liviandad es una sensación que me acompaña. Al comienzo conviví con la ansiedad, un poco después con el cansancio, más tarde con cierta falta de azúcar en el cerebro que me impedía leer y escribir,… Ahora es parecido a un desapego liviano.
Como lo compartía hace unas semanas en un curso pienso que bajar peso es una escuela de gestión del cambio. Sería un post bonito, quizás más adelante. Me propongo contaros durante las próximas semanas algunos aprendizajes e ideas con las que me he ido topando en este particular viaje.
Porque uno ya comienza a adelgazar antes de decidir comer menos. Algo va cambiando para que uno pueda plantearse tremenda aventura contra la inercia, la costumbre, su entorno, los ritmos y el mundo de las expectativas.
En este viaje han sido muchas las claves. Tengo la intuición de que una de estas ha afectado a este blog. Necesitaba dejar de pensar sobre, para vivir en. Escribir sigue siendo una necesidad, me ayuda a entenderme y a aprender de lo que hago. Creo que he necesitado un tiempo para comprender de otra manera, sin necesidad de capas “meta” que me protegieran desde la distancia.
Y sin embargo he emborronado hojas, rumiado frases, movido piernas y brazos y leído lo que otros y otras escribían sobre el cuerpo, el aprendizaje, las emociones, las cogniciones,…
Comienzo a mirar de nuevo, con renovado afecto, a este espacio, blog que hace unas semanas cumplió 5 años.