Ahora que voy abandonando algunas redes sociales donde compartía lecturas, voy a hacer un pequeño post con las lecturas de este julio, el comienzo del verano de 2025.
Comencé con el libro “El informe Penkse” de Jaime Rubio Hancock. Me conecté con el humor, la burocracia y la capacidad de procrastinar. Me sirvió, primero, para reírme —algo que no suelo hacer con novelas humorísticas— y, después, para conectarme con el mundo del trabajo desde una perspectiva diferente.
“Visión Nocturna: Un viaje filosófico a través de las emociones oscuras” de Mariana Alessandri me ha parecido un libro impresionante, uno de los mejores ensayos que he leído en los últimos años. Me ha ayudado a entrar en el mundo de la depresión, la ira, el enfado y la tristeza de una manera distinta, complementaria a la que suelo manejar. Me ha llevado a territorios donde habitualmente no estoy. Gracias.
“209 rue saint-maur, parís. Autobiografía de un edificio” de Ruth Zylberman me gustó mucho. Esa forma de hacer historia desde un punto geográfico concreto, de entrevistar y observar no solo a las personas que pasaron por el edificio, sino al propio edificio, me pareció muy potente. Me conectó con la dureza de lo vivido por el pueblo judío durante la Segunda Guerra Mundial y con el silencio cómplice de parte del pueblo francés. También me hizo pensar en el dolor y el tormento que se está viviendo ahora mismo en Palestina, aunque la autora no lo mencione explícitamente.
“Breves amores eternos” de Pedro Mairal me sorprendió desde el comienzo, no esperaba relatos eróticos y me pareció una buena forma de disfrutar el verano desde otra dimensión :D. Además, me reconectó con su escritura y con otros textos suyos que ya había leído como “La Uruguaya”, “Salvatierra” o “Una noche con Sabrina Love”
Los dos libros de Theodor Kallifatides —un autor que no conocía— me conectaron mucho. He leído “Madres e hijos” y “Otra vida por vivir”. Su manera de escribir, aparentemente sencilla, me dio ganas de seguir escribiendo, de seguir experimentando con eso de contarme desde las palabras. Me gustó esa cercanía con la descripción, tanto interna como externa, y esa transparencia de lo íntimo.
“Los náufragos del Wager. Historia de un naufragio, un motín y un asesinato” de David Grann, me pareció especial. Una aventura muy bien escrita, con datos e información interesantes. Me gustó esa suma entre bitácora rigurosa y narración bien contada.
Por fin pude leer “A sangre y fuego”, de Manuel Chaves Nogales. Había intentado leerlo en dos ocasiones y no lo había conseguido. Esta vez sentí que era el momento. Me resuena esa “tercera vía” que menciona en la introducción, y su mirada crítica no hacia un bando, sino hacia el fracaso que supone una guerra. Me sigue resonando la pregunta de como responder a la violencia sin alimentarla.
Por último, “Las Maravillas” de Elena Medel me pareció un libro bonito y duro a la vez. Atraviesa el mundo de la precariedad y los cuidados desde la perspectiva de distintas mujeres, hilando diferentes historias familiares. Me gustó la forma de presentarlas. Siempre necesaria incorporar esta mirada que corremos el peligro de olvidar.
“Te veo, te escucho, te reconozco” de Teresa Arsuaga me ha regalado estructura para ordenar las ideas que he ido construyendo estos últimos meses en talleres de regulación de conflictos. Además me ha ayudado a seguir pensando sobre la necesidad de sentirnos vistos como algo profundo e importante. Seguimos bailando en la frontera entre agradecer, reconocer y adular.
Espero que todas estas lecturas que hago sigan hackeando un poco la manera en que veo la realidad. Me gustan las lentes que me han ofrecido estos nuevos libros. Seguimos para agosto.
Han pasado ya varios meses desde que mi amigo y maestro Manel Muntada me recomendó este libro. Como otros que también ha tenido la generosidad y complicidad de compartir ha sido una de las lecturas más importantes en el ultimo tiempo. Es un viaje de comprensión desde las debilidades humanas hasta las actitudes de expulsión de los distinto.
“Las emociones lo invaden todo y se convierten así, en sí mismas, en un problema que cierra el paso al trabajo constructivo” (p. 26)
“La confianza de la que aquí hablo es la disposición a exponerse, a permitir que nuestro propio futuro esté depositado en manos de nuestros conciudadanos” (p. 30)
“Los problemas de nuestra época -económicos, sociales, de seguridad- son complejos y no admiten soluciones fáciles”. (p.33)
“Pensar cuesta; es mucho más fácil temer y culpar” (p. 33)
“El hablante filosófico es humilde y se expone: su postura es transparente y, por lo tanto, vulnerable ante las críticas” (p. 34)
“No podemos excusarnos de responsabilidades diciendo de nuestro propio odio o de nuestro miedo excesivo cosas como, “lo siento, pero es que las personas somos así”. No, no hay nada inevitable ni “natural” en el odio racial, en el miedo a los inmigrantes, en el deseo de subyugar a las mujeres o en la repulsión que a algunos les producen los cuerpos de las personas con discapacidades. Esto lo hemos hecho nosotros, todos nosotros, y nosotros podemos (y debemos) deshacerlo”. (p. 36)
“La monarquía del miedo” (2019) Nussbaum, M. C
“El Amor que él (Martin Luther King Jr) pedía era una combinación de buena voluntad, esperanza y respeto por la humanidad de los otros: tratemos a las personas como seres que escucharán y pensarán, y que puede que, finalmente, se unan a nosotros en la construcción de algo hermoso” (p. 38)
“Lo que nos infunde un pavor aún mayor (o incluso odio) es nuestro propio desamparo” (p. 41)
“Nosotros no nacemos preparados para afrontar el mundo, (Y en cierto sentido crucial, jamás llegamos a estarlo realmente.) Blandos y vulnerables hasta el extremo, nos quedamos ahí indefensos, esperando a que otros nos procuren lo que necesitamos: alimento, acomodo y consuelo.” (p. 42)
“Así pues, las emociones no son simples e impensadas descargas de energía: se centran en lo externo, en el mundo, y valoran objetos y hechos de ese mundo. Normalmente muestran nuestra vulnerabilidad animal, nuestra dependencia y nuestra vinculación con cosas que están fuera de nosotros y que no controlamos por completo”. (p. 46)
“La monarquía del miedo” (2019) Nussbaum, M. C
“El miedo no solo es la emoción más temprana en la vida humana, sino también la más ampliamente compartida con el resto del reino animal”. (p. 47)
“El miedo no es solo primitivo, sino también asocial” (p. 51)
“Son demasiadas las ocasiones en las que no nos paramos a pensar en lo que nuestras palabras y acciones significan para la vida interior de otras personas”. (p. 55)
“Aquel mundo de preocupación narcisista en el que dio inicio nuestra vida fuera del seno materno vuelve a manifestarse en momentos de necesidad y miedo, y pone en peligro nuestro vacilante avance hacia la madurez moral y la ciudadanía constructiva” (p. 56)
“En este complejo mundo nuestro, sin embargo, no podemos fiarnos del instinto, tenemos que pensar y nos conviene pensar bien. Necesitamos tener un concepto de nuestro bienestar y de qué (y quién) lo amenaza” (p. 68)
“Lucrecio decía que las guerras de conquista son causadas muy a menudo por una sensación de impotencia y de vulnerabilidad elemental, que es la que da pie a pensar que uno estará más seguro si aniquila toda oposición” (p. 71)
“Hasta cierto punto, cada uno de esos miedos es racional y útil; sin embargo, cada uno de ellos puede también descontrolarse y hacer que la reflexión sensata y la cooperación resulten imposibles” (p. 75)
“Si un temor está bien fundado y es equilibrado, pero, aun así, se corre el riesgo de que la gente ignore el problema y no actúe al respecto, puede estar justificada cierta exageración del peligro, como cuando un político que trata de conseguir que la población evacúe una zona de potencial catástrofe llama “tempestad monstruosa” a un huracán que se avecina sobre el lugar. Pero hasta esa exageración justificada no debe manejarse más que desde la más exquisita cautela”. (p. 85)
“La monarquía del miedo” (2019) Nussbaum, M. C
“Winnicott, (…) creía que las personas podían alcanzar una “interdependencia madura” si contaban con un “ambiente facilitador”, y pensaba que tal ambiente se conseguía a menudo”. (p. 85)
“El miedo siempre está ahí, hirviendo a fuego lento bajo la superficie de la preocupación moral por los otros, y amenaza con desestabilizar la democracia, ya que la democracia requiere de todos nosotros que limitemos el narcisismo y adoptemos la reciprocidad”. (p. 86)
“Si no estuviéramos tan incapacitados, simplemente buscaríamos y conseguiríamos lo que necesitamos, pero, como inicialmente somos tan indefensos, tenemos que depender de otros. No siempre nos dan lo que necesitamos, así que, en cuanto podemos identificar al “culpable”, descargamos nuestra frustración en él, culpándolo. Esa culpabilización nos proporciona una estrategia: a partir de ahora, impondré mi voluntad poniéndome rabioso y haciendo ruido. Pero también expresa una imagen subyacente del mundo: el mundo debería darnos lo que exigimos. Cuándo las personas no nos lo dan, son malas”. (p. 97)
“Por una parte, me siento indefenso y al universo no le importo. Por otra parte, soy una monarca y debo de importarles a todos”. (p. 97)
“La de que el dolor se cura con dolor es una idea fácil: hasta los bebes la tienen, pero en realidad es una tentación falsa que crea más dolor en lugar de solucionar el problema”. (p. 101)
“Pensar que todo hecho malo es culpa de alguien es algo que satisface nuestro ego y que, en cierto sentido profundo, nos resulta reconfortante. El acto de atribuir culpas y de perseguir al “malo” nos procura un hondo consuelo. Hace que sintamos capacidad de control en vez de impotencia”. (p. 108)
“Nuestra predilección por un universo en orden convierte en muy tentadoras para nosotros esas simples soluciones ficticias. Las verdades complejas son difíciles de asimilar para nuestras mentes: nos resulta mucho más fácil incinerar a la bruja que mantener la esperanza en un mundo que no está hecho para el deleite humano”. (p. 110)
“La monarquía del miedo” (2019) Nussbaum, M. C
“Cuando los problemas son complejos y sus causas no se conocen bien -como suele ocurrir con los problemas económicos-, el miedo tiende a llevarnos a asignar la culpa de los mismos a individuos o a grupos y, a partir de ahí, a emprender auténticas cazas de brujas, en lugar de detenernos un momento y tratar de comprender mejor las cosas”. (p. 112)
“La aceptación de la parte de protesta y denuncia que hay en la ira, pero rechazando su aspecto vengativo”. (p. 116)
“El asco, según concluyen los investigadores, implica pensar que el objeto es un contaminante, algo perjudicial si se ingiere o quizá solo con tocarlo. La boca es un límite que tiene especial carga emocional”. (p. 129)
“Los niños pequeños aprende con demasiada frecuencia a calmar sus temores no pensando racionalmente en cómo protegerse del hambre, las enfermedades y otros peligros de la vida, sino -animados por los relatos que les cuentan- echando la culpa de todo a una figura fea, deforme, bestial: un ogro o una bruja, cuando no un animal parlante” (p. 136)
“El asco proyectivo es precisamente “proyectivo” porque aleja aquellas propiedades que provocan asco del yo al que le repugnan y las envía a otras personas, proyectándolas sobre ellas, diciendo “son unos apestosos y unas bestias”” (p. 137)
“El asco se alimenta de las ideas fantasiosas sobre los otros, y compartir vida común es el mejor modo de que esas fantasías salten por los aires” (p. 151)
“la mayoría de las personas que participan en manifestaciones de odio (e incluso en delitos de odio) no son gente que haya estado comprometida de por vida con semejantes movilizaciones; son personas que tanto podían haber seguido ese camino como otro distinto y que pueden “radicalizarse” por la presencia de ciertas señales de permiso y aprobación de esos comportamientos y actitudes” (p. 157)
“Cuándo las personas se sienten muy inseguras, arremeten contra los vulnerables y los culpan de sus problemas convertirlos en chivos expiatorios” (p. 157)
“La crítica siempre es legítima, pero la envidia no es simplemente una crítica, puesto que es más bien una hostilidad destructiva”. (p. 169)
“La envidia nace de la inseguridad. Así pues, el miedo está en el origen de la envidia: el miedo de no tener lo que uno necesita desesperadamente tener. Si fuéramos seres completos, no necesitaríamos nada y, por lo tanto, no podríamos sentir envidia. Y si, aun siendo incompletos, tuviéramos confianza en nuestra capacidad de conseguir lo que nos haga falta, entonces el hecho de que otros tengan cosas buenas no representaría ningún problema emocional para nosotros. Por consiguiente, no se puede entender el poder de la envidia sin tener en cuenta la inseguridad y el desvalimiento” (p. 167)
“Las comunidades políticas pueden hacer también mucho por convertir la envidia en un problema mucho menos perturbador. Pueden cultivar en las personas una confianza segura tanto en sí mismas como en su posibilidad de acceso a las cosas buenas de la vida; pueden minimizar aquellas ocasiones en las que el estímulo de envidiar se hace inusualmente intenso, y pueden facilitar a las personas alternativas constructivas que impliquen generosidad y amor a los demás “ (p. 173)
“La monarquía del miedo” (2019) Nussbaum, M. C
“Supongamos que una persona, o un grupo político, escoge la senda de la rivalidad competitiva para alcanzar la gloria. En ese caso, probablemente parecerá mejor opción no contar con ideales firmes ni con compromisos morales profundos, pues tal vez sea más prudente cambiar de rumbo en función de la dirección del viento dominante” (p. 180)
“La competencia no tiene por qué llevarnos a sacrificar la virtud, pero siempre introduce tentaciones, como las de difamar, decir medias verdades o, sobre todo, entregarse al narcisismo o faltar el respeto a otras personas”. (p. 181)
“Una de las razones por las que vemos tanta envidia es porque las personas no se sienten seguras en lo que a la base económica de sus vidas respecta” (p. 191)
“Los sexistas no debían de estar muy seguros de sus propias apreciaciones sobre la inhabilidad femenina cuando se esforzaban tanto por impedir que las mujeres hicieran cosas que, según sus propias teorías, ellas eran incapaces de hacer”. (p. 202)
“La misoginia suele agitar algún que otro tópico sexista en su defensa, pero su esencia no es básicamente otra que la protección de unos privilegios anclados en el pasado: nos gustan las cosas así y no vamos a permitir que cambien”. (p. 205)
“El resentimiento, para Nietzsche, es la emoción de envidia que sienten los impotentes ante los poderosos, pero es una emoción que suscita una especial creatividad, pues empuja a quienes no tienen poder a inventar un universo alternativo en el que ellos son los poderosos y sus competidores son patéticos”. (p. 221)
“La monarquía del miedo” (2019) Nussbaum, M. C
“La esperanza (…) se parece más a un “síndrome” que a una mera actitud o emoción: incluye pensamiento, imaginaciones, preparaciones para actuar, incluso acciones propiamente dichas” (p. 235)
“La esperanza comporta una visión imaginativa del positivo mundo que podría seguir a ese posible resultado bueno, y entraña también (no siempre, pero sí a menudo) acciones relacionadas con la posibilidad de llegar a ese mundo” (p. 235)
“El utopismo es un precursor de la desesperanza; por ello, la fe y la esperanza necesitan encontrar belleza en lo cercano”. (p. 245)
“Al sentir que las consideraban capaces de hacer cosas buenas, las personas solìan esforzarse por no defraudar esa expectativa” (p. 248)
“Pero superar el miedo y la sospecha para avanzar en el sentido de una cooperación real nunca ha sido fácil y las artes ofrecen puentes que nos ayudan a ver la diversidad humana como algo gozoso, cómico, trágico, encantador, y no como un destino horrible que haya que evitar”. (p. 257)
Egyptische beschaving. Een ijverig toerist, die blijkbaar een geleerde en kenner van het spijkerschrift is, kopieert tekeningen en geschriften / hi벯gliefen, an de muren der ouden Egyptische monumenten, Egypte 1927.
Hace un par de días publique un mensaje en Twitter: “Sacar tiempo para escribir”
Sacar tiempo para escribir. Sacar tiempo para escribir. Sacar tiempo para escribir. Sacar tiempo para escribir. Sacar tiempo para escribir.
Una frase espontánea multiplicada cinco veces y que cuenta lo que quería y lo que no.
El ejercicio se parece a cuando cuento mi batalla con el peso. Se trataba, y se trata, de mostrar mi compromiso de manera pública. Un ritual, otro más. En este pido a los dioses y las diosas de mi ecosistema tuitero seguimiento a lo expresado de manera pública. Doy permiso a seguir el hilo, a cuestionarme y preguntarme: “¿Qué hay de lo que escribiste hace unos días?”
Y por lo tanto hemos conversado. He recibido un mensaje al procastinador. Hago acuse de recibo y lo matizo. Cualquier hilván puede valernos a quienes decidimos retomar la rutina de escritura.
Revisando mis posts sin terminar hay dos que hablan de una situación similar. Parece un tema recurrente y por lo tanto del que ya puedo presumir cierto conocimiento. Vamos a intentar desgranar la situación, comprenderla, en un primer momento. No busco justificar, quiero comprender (me). Creo que me puede ayudar a seguir dando algún paso. Allá voy:
No creo que la sabiduría detrás del Tetralemma hubiera contemplado desde ninguna de sus posiciones que alguien lo utilizara como árbol de navidad. Un guiño de irreverencia desde un hombre que, a veces, peca de lealtad ciega a las estructuras tal y como las atrapó la primera vez.
Escucho que os habéis vestido de rojo impacientes por despedir el 2020. En algunas casas van a cambiar las uvas y el cava por chupitos de vacuna.
A mí, a nosotros, este año nos ha encontrado en el aire. Estábamos saltando. Hemos sentido bien el temblor de tierra. La altura no nos ha hecho insensibles. Los dolores y frustraciones también afectan a tres palmos del suelo. Pero estábamos arriba, sostenidos por todo lo vivido en 2019.
Me vais a perdonar, desde este lugar, y seguramente por la distancia, le he cogido un poco de cariño a este año que se nos va.
Entré en el año con una conversación que me ha acompañado los doce meses. “Imagínate que así como vivas este próximo año será como lo hagas en los siguientes diez”. ¿Lo habéis pensado alguna vez?. La presión en cada decisión suficientemente importante se antojaba elegante.
De pronto, hacia mediados de Marzo, pareció que el margen para decidir se reducía considerablemente. Lo primero que pensé, en relación a la pregunta, fue: “Comenzará a contar cuando se acabe la pandemia”. (Os imagináis que sonrío mientras escribo ¿verdad?)
Y hubo un viaje al ritmo y propuesta del árbol de esta postal. Del dilema entre dos posibilidades que parecían opuestas, a la integración. Desde ahí, a plantearnos la posibilidad de algo totalmente diferente y, por último, a invitarnos a aprender sobre nosotros en relación a esta situación.
En esta urgencia por cambiar de año, prefiero permanecer solo unos segundos más en el aire.
Este año hemos sido más conscientes que nunca de los límites de modificar los presentes y futuros. Hemos cursado tercero de incertidumbre y entrenado los músculos necesarios para hacer palanca en los potenciales. Yo no quiero volver a las fantasías de omnipotencia. Necesito seguir bailando en parte esta música.
Este año que viene también será corto e intenso. Este año me regalo y os regalo, como pequeño tatuaje recordatorio, este “Cultivar decisiones”.
Llamamos decisión a ese momento donde damos el paso necesario para continuar o cambiar. Es mágico y necesario. Ocurre que seguimos reforzando esa imagen épica, personal, consciente y racional del acto final.
Este año quiero seguir siendo más consciente de todo lo que está antes y después. De lo invisible, lo que permanece, las afecciones mutuas, las estructuras que condicionan, las pequeñas decisiones anteriores que construyen contextos para las siguientes, los libros que leo, las series que elegimos, las conversaciones que busco y eludo, los proyectos profesionales en los que enrolarme … Este año quiero seguir cultivando decisiones. Os deseo cultivar decisiones.
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Erabakiak landatzen
Ez dut uste Tetralemma-ren atzeko jakinduriak inoiz imajinatuko ikusko zukeenik bere edukiak gabonetako zuhaitz gisa erabiltzea. Inozokeriazko keinu bat baino ez da, batzuetan egiturei leialtasun itsua eman dien gizon batengandik, lehen aldian harrapatu zituen bezala.
Gorriz jantzi zaretela entzun dut, 2020ari agur esateko irrikaz. Etxe batzuetan mahatsa eta cava txertoaren txupitoekin aldatuko dituzte
Ni, gu, aurten airean aurkitu gaitu. Saltoka ari ginen. Ondo sentitu dugu lurrikara. Altuerak ez gaitu sentibera bihurtu. Oinazeek eta frustrazioek lurraren hiru ahurretan ere eragiten dute. Baina goian geunden, 2019an bizi izandako guztiari eutsita.
Barkatuko didazue… Leku horretatik , eta segur aski distantziagatik, maitasun pixka bat hartu diot alde egin duen urte honi.
Hamabi hilabeteak lagun batekin izan nuen elkarrizketaren eskutik sartu nintzen urtean. “Pentsa, datorren urtean bizi zaren bezala, hurrengo hamarretan ere hala izango dela”. Pentsatu al duzue inoiz? Erabaki bakoitzaren presioa dotorea iruditzen zait.
Bat-batean, Martxoaren erdi aldera, erabakitzeko tartea nabarmen murriztu zela ematen zuen. Galdera horri buruz pentsatu nuen lehenengo gauza zera izan zen: “Pandemia amaitzerakoan hasiko da kontatzen”. (Idazten dudan bitartean nire irribarrea imajinatzen duzue, ezta?).
Eta postal honetako zuhaitzaren erritmora eta proposamenera bidaia egin genuen. Integrazioaren aurkakoak ziruditen bi aukeren arteko dilema. Hortik, guztiz desberdina den zerbaiten aukera planteatzera, eta, azkenik, egoera horri dagokionez guri buruz ikastera gonbidatzera.
Urtez aldatzeko premia honetan, nahiago dut segundo batzutan airean egon.
Aurten inoiz baino kontzienteago izan gara gaur egungoak eta etorkizunekoak aldatzeko dugun gaitasunaren mugez. Ziurgabetasunaren hirugarren maila osatu dugu eta potentzialetan palanka egiteko behar diren giharrak entrenatu ditugu. Nik ez dut ahalguztidunaren fantasietara itzuli nahi. Musika hau dantzatzen jarraitu behar dut.
Datorren urtea ere laburra eta bizia izango da. Aurtengo oparia, niretzat eta zuentzat,”Erabakiak landatu” hau, gogoratzeko tatuaje txiki gisa egina.
Jarraitzeko edo aldatzeko beharrezko urratsa ematen dugun une horri erabakia esaten diogu. Magikoa eta beharrezkoa da. Gertatzen da azken ekitaldiaren irudi epiko, pertsonal, kontziente eta arrazional hori indartzen jarraitzen dugula.
Aurten, lehen eta gero dagoen guztiaren jakitun izaten jarraitu nahi dut. Ikusezinetik, irauten duenetik, elkarrekiko afekzioetatik, baldintzatzen dituzten egituretatik, hurrengoetarako testuinguruak eraikitzen dituzten aurreko erabaki txikietatik, irakurtzen ditudan liburuetatik, aukeratzen ditugun sailetatik, bilatzen eta lortzen ditudan elkarrizketetatik, biltzen nauten proiektu profesionaletatik konszienteago izanez, aurtengo erabakiak landatzen jarraitu nahi dut. Zuentzako ere desio berbera: erabakiak landatzearena.
Hace años que una de nuestras aficiones familiares es fotografiarnos mientras saltamos. No sé muy bien cómo comenzó todo. Sería parte de un contagio. Lo vimos en algun lado y quisimos replicarlo. Compartes la fotografía en redes, los amigos y amigas comentan y ríen y seguimos en el juego.
El reparto de roles al inicio era claro; mis hijos saltaban y yo fotografiaba. Con el tiempo todo fue mezclándose y hoy suelo ser yo el que salta. Pude comenzar a saltar porque perdí peso. Hasta entonces no me imaginaba sostenido en el aire el tiempo necesario. Elevarse de esta manera tiene su exigencia.
2019 ha sido un año de reto y aprendizaje. Quizás un día pueda/podamos poner palabras al viaje. Hoy sé que todo ha cambiado y que aún no puedo describirlo en detalle. Podría comenzar a desenredar esta madeja tirando de diferentes hilos. Algunos me desnudan o nos desnudan más de lo que hoy quiero, quizás en otro momento. Y esto mirando atrás. ¿Cómo es mirar hacia delante?
Para el 2020 me deseo y os deseo SALTOS.
SALTAR para seguir jugando. Para recordarnos que hacer nuevo es experimentar. Con todos los permisos. Hacerlo de una manera y luego de otra.
SALTAR retados por metas, orientados por propósitos. Sin toda la claridad. A veces solo espoleados por la insatisfacción.
SALTAR para sentir nuestros cuerpos. Para rescatarnos de los soliloquios y las interpretaciones tramposas de nuestras químicas.
SALTAR para seguir sintiéndonos ligeros. Sostenidos y sostenidas por aire. Conscientes de nuestro peso.
SALTAR en horizontes. En la ciudad los saltos parecen más pequeños. Asomarnos al mar, a los caminos. Allí nuestros pies se alejan más del suelo.
SALTAR ganando perspectiva. Viendo toda la imagen, las conexiones entre las partes. Sonriendo al comprobar lo que se repite. Pudiendo entender mi lugar respecto a los demás. Su lugar respecto a lo que construimos.
SALTAR buscando llegar al otro lado. Al lugar que vemos desde una orilla. Sabiendo que siempre nos queda volver. Y también con la certeza de que el salto es cambio y que ya no es posible regresar al mismo lugar.
SALTAR para vivir.