Sexo, mentiras y un post frágil

Este domingo por la mañana he participado en el programa “Más que Palabras” de Radio Euskadi. Nos convocaban 5 frases en relación al “Amor”. Ir a este programa se me hizo atractivo desde el comienzo. Creo que es una respuesta “fan” hacia el trabajo de Almudena Cacho.

Cuando conocí el tema que nos convocaba fueron dos las reacciones. Una enviar la dirección de mi blog para que conocieran a que tipo de cosas estaba orientado mi actividad en este momento. Vamos, que en mi cruce de mails ya oriente mi desorientación. Otra, la inmediata, comenzar a emborronar papeles con ideas que me surgían.

Había algo en la propuesta que me conectaba con un montón de lecturas, conversaciones, vivencias,… que estaban siendo importantes. De alguna forma en este choque de trenes entre lo femenino y lo masculino (simplificando solo para entendernos), más o menos educado, apasionado, sexual, tierno, violento, maravilloso, frustrante, completo, abortado,… percibo que se encuentran claves para entenderme y ser más consciente de la que me estoy y nos estamos jugando en muchas decisiones cotidianas.

He salido del momento radiofónico removido. Necesitaba escribir. Ocurre que se me esta olvidando poner unas palabras junto a las otras. Tengo tanto respeto por el folio blanco y por el silencio que me cuesta cada vez más levantar la voz o bocetar algo a la altura.

masao yamamoto

Me siento frágil abordando este tema, el del encuentro-desencuentro entre hombres y mujeres. Y creo que es un aporte escribir desde aquí. Y puedo hacerlo desde la fragilidad reposada, desde el desajuste con mis fronteras casi constante y al calor del amor y los afectos.

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Decenas de posts no escritos

Tengo 40 minutos para escribir este post. Ya 39. Y además la sensación de robar tiempo al trabajo, a la tarea que no puede esperar. He abierto directamente el editor del blog. Quiero contar que a pesar del silencio sigo contando.

¿Donde van los posts que no escribo en mi blog? Siguen en mi. Actuan un poco menos. Son ideas fuerza pero menos. Cuando cogen forma de post las incoroporó a lo que sé. Las puedo seguir compartiendo. Me sirven para contar, acompañar. Para contarme, acompañarme.

Esta semana me he sorprendido matizandome, cogiendo distancia de algo que escribía. Me imagino que si reviso mi bitacora, incluso esos posts que comparto y cito, matizaría cientos de lineas e ideas. Escribir para afincar y también para contrastar los puntos de partida de las posadas temporales. Aun no hay recorrido para hablar de finales. Si tuviera que escribir un post para despedirme  que tenga, por favor, la lucidez de las letras de Oliver Sacks.

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Las emociones no existen

Lo he pensado siempre pero no me he atrevido a compartirlo hasta hace poco.

“Emoción” es una palabra. Ibamos poniendo a todo en su lugar; los animales eran animales, nos los podíamos comer, los árboles eran árboles podíamos talarlos,… Colocabamos nombre a las cosas para tener poder sobre ellas, y lo conseguíamos.

Todo por un camino bien enderezado pero muchas veces había algo que nos distorsionaba los cuadrados. Cogía formas que no cabían en las cuadriculas. Veías algo claro pero otra “cosa”, no sabíamos como llamarlo, algo que sentías en alguna parte de tu cuerpo, funcionaba como una alerta. Un susurro o un grito, te decía que eso que veías claro quizás no lo era tanto.

Detrás de todo este poner nombres, de atrapar lo extraño en conocido, había uno de esos gritos. Te decía algo así como que lo que no tiene nombre es desconocido, no es de los nuestros. Y además tu sabes que aquellos, los extraños no controlados, pueden atentar contra tu vida. “Vida” también es una idea que acababa de coger forma en una palabra con la absurda fantasía de controlarla.

Cuando buscaron poner nombre a esto que ocurría en el cuerpo eligieron, en este lado del mundo, la palabra latina “emotio, emotionis”. Declinando el verbo “emovere”. Como eso que “saca a uno de su estado habitual”, comparten en un diccionario etimológico en Chile. En wikipedia tiene otro matiz; «aquello que te mueve hacia».

 

duchenne1a.0

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