Las emociones no existen

Lo he pensado siempre pero no me he atrevido a compartirlo hasta hace poco.

“Emoción” es una palabra. Ibamos poniendo a todo en su lugar; los animales eran animales, nos los podíamos comer, los árboles eran árboles podíamos talarlos,… Colocabamos nombre a las cosas para tener poder sobre ellas, y lo conseguíamos.

Todo por un camino bien enderezado pero muchas veces había algo que nos distorsionaba los cuadrados. Cogía formas que no cabían en las cuadriculas. Veías algo claro pero otra “cosa”, no sabíamos como llamarlo, algo que sentías en alguna parte de tu cuerpo, funcionaba como una alerta. Un susurro o un grito, te decía que eso que veías claro quizás no lo era tanto.

Detrás de todo este poner nombres, de atrapar lo extraño en conocido, había uno de esos gritos. Te decía algo así como que lo que no tiene nombre es desconocido, no es de los nuestros. Y además tu sabes que aquellos, los extraños no controlados, pueden atentar contra tu vida. “Vida” también es una idea que acababa de coger forma en una palabra con la absurda fantasía de controlarla.

Cuando buscaron poner nombre a esto que ocurría en el cuerpo eligieron, en este lado del mundo, la palabra latina “emotio, emotionis”. Declinando el verbo “emovere”. Como eso que “saca a uno de su estado habitual”, comparten en un diccionario etimológico en Chile. En wikipedia tiene otro matiz; «aquello que te mueve hacia».

 

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Algo que fue experiencia, se nombró. Algo complejo se congelo, se solidifico, y pronto vieron que sería interesante matizar las diferentes caras del poliedro resultado. Y entonces las apellidamos: Emoción tristeza, emoción alegría,…

Luego llego esto de la “Inteligencia emocional”. Tengo tantos amigos y amigas que saben de este tema mucho más que yo que por respeto necesito recordarles que me voy a permitir volar. No me lo tengan en cuenta. Estoy loco, no se asusten. Digo que las emociones no existen.

No existen y además creo que la estrategia de nombrarlas, de querer dominarlas, pudiera estar convirtiendo a esta experiencia, que nos saca de nuestro lugar, o lo acentúa, o le pone música, o clama lo más importante que jamas pudiera ocurrirte, en ideas, en fantasías sin tierra ni cuerpo, en aire que pensamos denso porque se parece a lo razonado, en puente que se cree más importante que cada orilla,…

Durante un tiempo cuando escuchaba a alguien hablar de sus emociones me parecía haberme encontrado con un ser de otro planeta que yo aun no conocía. Además pensaba, me lo decían y algo se movía dentro de mi, que me perdía algo y por lo tanto compraba guías, aprendía idiomas (otra vez las palabras), cogía el cohete más cercano y me sumergía en eso que parecía ser pero no conocía.

Después de muchos años de viajar. Maravilloso viaje, soy gracias al viaje. Les puedo asegurar que no existen. Cuando llegaba al lugar se desvanecía. Le ponía palabra y para el otro era una cosa diferente, y entonces también para mi cambiaba.

Hace unos días escuchaba a los Lederach padre e hija hablar de la construcción de espacios para que suenen las voces, para el eco, la resonancia, lo que nos toca, lo que nos suena,… Recuperar la voz para explicar lo que no es explicable. «No hay palabras para nombrar algunas experiencias. Sentimos cosas que no podemos expresar». Nos recordaban que “cada percepción es un acto de imaginación”. Y entonces recurrían las personas y los pueblos a la poesía, a la música, a la pintura,…

Me gusto leer a Antoni y Zentner en su libro “Las cuatro emociones básicas” esa pagina y media, de casi 200, que dedican a lo que ellos nombran como “Lo Innombrable”. Y lo relacionan con el misterio, con eso que llega nuevo y que nunca supiste que forma podía coger hasta que ocurrió,.. Y, creo que de manera muy acertada, invitan a compartir esa experiencia sin nombre, a reconocer a quién lo está experimentando. “Deja de ser una experiencia indeferenciada”

No niego la emoción para santificar la razón. Niego la emoción para no correr a razonarla. Niego la emoción para sentir. Niego la emoción para recuperar los silencios y dar un lugar a eso que no es tan importante nombrar como acunar o agitar en esa parte de mi cuerpo dónde palpita. Niego o relativizo las palabras para recuperar la sabiduría del cuerpo. Para recuperar esa manera de estar abierta a lo nuevo y lo que está por aparecer y construir. Escribo sobre lo que no se nombra para recordar que sigo aquí aunque escriba menos en el blog.

Y si, niego la emoción para provocar.

14 comentarios para “Las emociones no existen”

  1. José Juan Orbe Oleaga

    Asier, no puedo dejarte un comentario con algo de sentido, mi cabeza está que no quiere quedarse callada y dejar trabajar al corazón.

    Etiquetas que calman
    ya no hace falta mirar,
    para qué,
    si no vemos.

    salud !!!
    ;; orbe

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  2. Ana

    uaaauuuu!!!

    Emocionada!! Me he quedado.

    Perdón, que eso no existe ….

    Vale! Pero la has provocado tu, Asier.

    Fantastico! Eskerrik asko!

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  3. Álvaro Andoin

    Pues sí. Las emociones no existen sin un yo, cuerpo, mente, tripa, alma, espíritu, que las interprete.

    Un abrazo.

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    • Asier Gallastegi

      Si Álvaro. Parece que esto de la interpretación se lo dejamos al cuerpomente. La sensación es de mucha cabeza para aprehender el corazón. Cuerpomente + cuerpoemoción + cuerpocuerpo. Quiero cuestionar que necesitemos interpretar, encasillar, nombrar,… Creo en la fuerza de compartir y el lenguaje ayuda 😀 Me asusta que nuestra inteligencia emocional pase, como con tanta fuerza nos repiten, por nombrar, diferenciar,… Por eso, y lo compartimos muchas veces en nuestras conversaciones, le damos silencio y movimiento al cuerpo. Besos

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  4. Marta

    A veces ocurre. Uno intenta poner en cuestión esta necesidad nuestra de poner nombre a todo … y acaba poniendo palabras a la manera en la que otra vive esas emociones calladas.

    Para mí, las emociones son.
    Ha sido así siempre. Y creo que es igual para todos. Son.
    Brotan.
    Manan provocadas por esto que llamamos vivir y no creo que haya nadie con piel de dragón en este territorio.

    Pones nombre, aunque no quieras, a muchas palabras que huyen cuando siento y las busco, sin hallarlas.
    Pones nombre a algunas que me cantan dentro como sirenas para que me quede con ellas, aunque no quiera.
    Pones nombre a mi deseo de no compartir algunas. De guardarme el secreto de esa emoción única, mía.
    Pones nombre a los momentos compartidos con mis duendes, hablando de zarpas que agarran las tripas o de txispitas que suben y bajan …

    Las emociones son. Simplemente. Lo único que hacemos al ponerles nombre es crear un poquito de seguridad en ese lugar incierto, desordenado y desconocido.
    A veces, necesitamos visibilizar.

    A mí me gustan esos txokos invisibles propios en los que palpitan sólo para mí.

    Te dejo un video . Me ha parecido apropiado para este sitio tuyo.
    Sin palabras. Sin nombres.
    Solo un hilo … y la posibilidad de dejarte enredar en tus emociones, si quieres.

    Esker mile, Asier.

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    • Asier Gallastegi

      Maite ditut
      maite
      geure bazterrak
      lanbroak
      izkutztzen dizkidanean
      zer izkutatzen duen
      ez didanean ikusten uzten
      orduan hasten bainaiz
      izkutukoa…
      nere barruan bizten diren
      bazter miresgarriak
      ikusten.

      Esta dicho. Cantado. Recitado. Y al final igual es un tema de forma. Quizás no me moleste la palabra «tristeza» si no la necesidad de nombrarla para manejarla. Muxuek

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  5. Juanjo Brizuela

    Como siempre, Asier, me ha parecido profundo, real y sobre todo que mueve a pensar. Oiga usted… ¿de verdad piensa que para sentir necesitamos controlar? Si pensamos sobre ello, es sobrecogedor. Quizá es que queremos entender las cosas y nos olvidamos por tanto simplemente de sentirlas. No lo sé muy bien pero me da qué pensar.
    Gracias de nuevo Asier

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    • Asier Gallastegi

      No. Precisamente todo lo contrario. Destripo provocando la tesis que mantiene la necesidad de nombrar las emociones, para controlar lo sentido. Seguimos entendiendolas como caballos desbocados que necesitan riendas. Y si fuera ese el estado salvaje al que aspirar.

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  6. Josune

    Dicen que el lenguaje humano es el responsable tanto de los logros como de las miserias humanas…. Sin embargo, el lenguaje y la forma que cada uno ponga a lo que siente o cree que siente tiene una función relevante y es la de compartirla, comunicarla, expresarla al otro/a y con ello, darle el canal necesario para que la persona no se fusione con eso que siente y no sabe lo que es.
    Estupendo artículo!! 🙂

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  7. Amalio Rey

    Buen post, Asier.
    Por introducir más ruido vivificante a tu reflexión, hay un tema que habría que considerar en esto, y es que SIEMPRE hay un pensamiento antes de la emoción, seas consciente o no que lo has pensado. La emoción se desencadena en buena medida porque le ha precedido un pensamiento, a veces tan fugaz y soterrado, que ni nos damos cuenta. Me costó reconocer esto, pero me puse a «cazar pensamientos» y es verdad, siempre los hay. Recomiendo hacer esto (lo de desvelar los pensamientos) solo cuando se trate de «emociones negativas» que nos hagan daño. Para el resto, prefiero fluir sin tanta racionalidad. En fin, lo inconsciente y lo consciente (incluso lo racional) van muchas veces de la mano, aunque no nos demos cuenta. Un abrazo!!!

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  8. Tommy

    A mi las emociones me parecen más un engaño antes que algo que no existe

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  9. Emma Ortiz

    Pues mira Asier ¡que casualidad de esas que no existen si no es para algo! Esta tarde escribía un breve ws a una muy mejor amiga y le hablaba de «una emoción que no tiene nombre» en relación a mis sensaciones tras una conversación que habíamos tenido. Y me quedó en esto y dándole vueltas a tu provocación jaja

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