Athletic club: Identidad y compromiso en tiempos TRANS

Hace unos días buenos amigos conversábamos sobre fútbol y circunstancias en un chat de whatsapp. No es un tema sobre el que acostumbro hablar, no tengo ni idea de darle al balón. Realmente no se hablaba de deporte, el intercambio de mensajes iba sobre algo un poco más complejo; el Athletic de Bilbao. Y en concreto sobre la salida de un joven portero formado en la cantera y por una suma millonaria.

Nos retamos a escribir unas líneas más y la lanzamos a la vez siguiendo un pequeño juego estival. Permitidnos la ligereza y en el caso del que firma estas líneas la absoluta falta de criterio respecto a esto de pegarle a un balón. A lo largo del día ellos van a compartir su perspectiva en sus blogs:

“Diosen gauzak” (Cosas de Dios/es). Esta es la frase con la que resumió mi monólogo mi hija hace ya unos años cuando le intentaba transmitir cuatro pinceladas de cultura religiosa apoyándome en el retablo de una iglesia de pueblo. Explicar y transmitir siglos de cultura religiosa a una generación absolutamente laica, cuándo quién habla ya hace años que navega en otras trascendencias no tan “católicas”.

A veces creo que algo parecido sucede con el Athletic. En el caso de la religión mi desafección es total sabiéndome atravesado por ella. A veces pienso en eso de desaprender cuando en algún funeral permanezco en silencio mientras otros recitan las oraciones que conozco. Con el Athletic es parecido; distancia absoluta mientras me costaría no recitar alguno de los versos cuando suena el himno de Bernaola.

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Kukutza ya es (parte de nuestra) historia

Para cuando arropé a los míos y los deje bien cubiertos de jarabes y mantas las manifestaciones habían sido disueltas a pelotazos y ya solo había espacio para protestar quemando contenedores y cortando carreteras.

Por lo que leo en la prensa trasladado por periodistas, redactores y políticos todos llegamos a la misma hora.

Es posible además, que como me ocurrió a mi, solo les diera tiempo a pasarse por el casco viejo. Que cuando se dirigían hacia Rekalde no encontrasen ningún autobús que llegara al barrio.

Que cuando se dirigían hacia el ayuntamiento para mostrar su indignación algún amigo o amiga les llamará para decirles que se dieran la vuelta que ya habían vuelto a cargar y no había forma de manifestarse.

Es posible que si leían la crónica ciudadana a través de redes sociales pusieran en cuarentena alguna informaciones que apuntaban a heridos refugiados en la iglesia de Rekalde, cargas en los portales, robo de partes médicos en el ambulatorio,… Alguien incluso pudo pensar que ese video que corre en la red de unos uniformados destrozando a patadas una persiana de un bar fuera un montaje.

Yo entiendo que con nuestras agendas ocupadas solo llegáramos al humo de los contenedores. No pudimos conocer apenas Kukutza en funcionamiento. Los conciertos eran tarde –la acústica tampoco era tan buena-, las camisetas que serigrafiaban solían ir de la “S” a la “XL” y nosotros necesitamos otra medidas, se empeñaban en cocinar sin carne, …

En el ultimo tiempo tampoco pudimos estar en todo; Cuando vino Subirats y cia desde Catalunya. El concierto de Zea Mays. Manifestaciones multitudinarias y solo violentadas por los pelotazos.

Vamos. Que lo que nosotros vimos fue el humo. Fueron las carreras. Las carreteras cortadas y eso solo puede ser señal de una cosa. Lo tenemos grabado a fuego. “Son los de siempre” o como le gritaban un policía a mi amigo Luix después de una de las cargas y mientras se sentaba en el suelo; “Sois los del tiro en la nuca”.

Una opción para entender las declaraciones del Sr Azkuna, es que llegaron tarde y solo vieron una fotografía de toda la secuencia. Otra opción es pensar que el guión ya estaba escrito y que se han movido los hilos necesarios para que todo encajará a la perfección.

Es como si hubieran ido a las cavernas a buscar las hachas y las serpientes que otros abandonaron para seguir blandiendo los argumentos que siempre les han servido. Más altura política señores, por favor. La necesitamos en este momento y para el futuro de las personas que vivimos en este pueblo.

Hoy mismo nuestro alcalde habla de amenazas a concejales, los destrozos, pide a Kukutza que condene la violencia,… ¿Cuál de las violencias?. Si pudiéramos pesar las violencias ejercidas por las fuerzas  el desequilibrio sería brutal. ¿Porque esta necesidad de hacer hincapié en la ultima parte de esta larguísima historia? ¿Porque no reflexionamos sobre los meses de encuentros, conversaciones, llamadas, mediaciones, reivindicaciones lúdicas, lipdub, documentales, argumentos de personas referentes, apoyos de personalidades destacadas, apoyo incondicional de tres generaciones de Rekaldetarras,…?

Y si buscamos otras informaciones que, al menos, complementen las voces amplificadas de políticos y policía os recomiendo algunos enlaces:


Me ha gustado especialmente como lo cuenta mi amigo Javi. Me parece importante que Imanol y Txetxu vuelvan a hacerse presentes y mostrar la lucidez a la que nos tienen acostumbrados.

Casi me sorprende leer algo tan interesante como este articulo en un blog –no cualquiera- del grupo correo. Ramon Zallo escribía, con el edificio aun en pie, un texto muy didáctico para entender la situación.

El trabajo de periodismo humano y su streaming fue el que me enseño la pesadilla hecha realidad –kukutza cayendo-. Irola irratia informo contra viento y marea aunque yo no pude escuchar su emisión. El propio blog de Kukutza pudo recoger una línea de tiempo que ayudaba a entender. Su pagina de Facebook sigue compartiendo información.

Y el edificio industrial que albergaba Kukutza III ya es escombro. Es horrible. Es triste. Tengo rabia. Solo me calma la certeza de saber que algo de toda la energía puesta en este proyecto y en su defensa nos toca, nos cambia y en estos momentos, en decenas de barrios, jóvenes y no tan jóvenes estarán creando sus proyectos de autogestión.

Lo retuiteaba esta mañana y me gusta pensar en esto que compartía Unai_Maleski

«No es síntoma de buena salud el estar perfectamente adaptado a una sociedad enferma» – J. Krishnamurti.