Athletic club: Identidad y compromiso en tiempos TRANS

Hace unos días buenos amigos conversábamos sobre fútbol y circunstancias en un chat de whatsapp. No es un tema sobre el que acostumbro hablar, no tengo ni idea de darle al balón. Realmente no se hablaba de deporte, el intercambio de mensajes iba sobre algo un poco más complejo; el Athletic de Bilbao. Y en concreto sobre la salida de un joven portero formado en la cantera y por una suma millonaria.

Nos retamos a escribir unas líneas más y la lanzamos a la vez siguiendo un pequeño juego estival. Permitidnos la ligereza y en el caso del que firma estas líneas, la absoluta falta de criterio respecto al futbol como deporte y como negocio. A lo largo del día ellos van a compartir su perspectiva en sus blogs:

“Diosen gauzak” (Cosas de Dios/es). Esta es la frase con la que resumió mi monólogo mi hija hace ya unos años cuando le intentaba transmitir cuatro pinceladas de cultura religiosa apoyándome en el retablo de una iglesia de pueblo. Explicar y transmitir siglos de cultura religiosa a una generación absolutamente laica, cuándo quién habla ya hace años que navega en otras trascendencias no tan “católicas”.

A veces creo que algo parecido sucede con el Athletic. En el caso de la religión mi desafección es total sabiéndome atravesado por ella. A veces pienso en eso de desaprender cuando en algún funeral permanezco en silencio mientras otros recitan las oraciones que conozco. Con el Athletic es parecido; distancia absoluta mientras me costaría no recitar alguno de los versos cuando suena el himno de Bernaola.

No sé cómo se vive esto en Lezama y San Mamés. Entiendo que la afección es mucho mayor. Y además creo que hay algo de esta “pérdida de fe” mía que es compartida. En esta liga donde un partido se jugará en EEUU, donde el ranking de presupuesto determina los primeros cuatro/cinco puestos con mucha claridad, donde se decía que los fichajes se cubrían con la venta de camisetas, donde las diferencias entre los equipos de hombres y mujeres son una agresión, donde los goles se celebran de manera faltona y endiosadora, donde las grandes estrellas cambian de país cuando el fisco ya no es tan colaborador…

¿En que se puede creer? Si tu equipo está arriba, todo es más fácil. Si por el contrario maneja el séptimo presupuesto y ganar solo es una de las posibilidades la cosa se pone más complicada. O no. Hay otras claves.

En el Athletic solo hay jugadores de la cantera y vascos. Ya lo convirtió en portada El ABC hace unos años 😀 Me hace sonreír y a la vez algo compro y quiero explicarlo. “Nacionalismo” es una palabra que se utiliza para cerrar los debates con cierta rapidez y no podemos descartar la mezcla en nuestro paisito. A mi me gusta pensar en esta apuesta como algo más romántico y político, como José Bové tirando abajo un Mc Donalds. Una iniciativa de resistencia contra la globalización, la mercantilización y las prácticas extractivas. Un grito como los que expresa Byung Chul Han en su libro “La expulsión de lo distinto”.

Pienso en los jóvenes que deciden salir a otros proyectos donde van a estar mejor pagados y además tienen oportunidad de sumar títulos. ¿Que los haría continuar en este proyecto? Mi respuesta: “Diosen gauzak”. Es muy complejo y se suman muchas variables personales, de ciclo vital de los proyectos, entorno,…

Me voy a atrever a esbozar algunas claves de este “pantocrator” para seguir la conversación:

  • Ganar ayudaría. No sé cómo se hace mejor, de esto no sé. La certeza es que hay una parte importante en el azar. Fue bonito llegar a tantas finales en estos años de crisis económica. Fue precioso aquel partido contra el Manchester (Gracias Loco). Aquí también tenemos mala suerte. Semejante mar de personas emocionadas deberían de hacer sumar uno o dos jugadores en el partido.
  • Continuar avanzando en la reconstrucción de una entidad más congruente con la “filosofía” actualizada. En mi opinión más euskaldun, integradora, con una política valiente en el reconocimiento al equipo femenino, profundizando en los valores del juego limpio, reforzando los valores colectivos frente a los brillos estelares e individuales y que apueste por una estrategia sostenible y eficiente de cantera. (Por escribir una obviedad, algo ha debido hacer mal el club durante muchos años para ganarse el desprecio de seguidores navarros y gipuzkoanos). Hay algo aquí de seguir construyendo un propósito compartido. Flexible, que beba de las diferentes perspectivas, atento al entorno y a las personas que forman el club.
  • Cuidando de la masa social del club expandida. Desconozco cuales son las contrapartidas para el club en relación a las subvenciones públicas que recibe. Que yo sepa, el único espacio del nuevo San Mamés que no se ha terminado ha sido el polideportivo municipal. Dinero público, sentimiento desbordado y camisetas y entradas exigentes. Además sin el aliciente de aquellas pretemporadas donde los podíamos ver en los campos de nuestros pueblos.
  • Profundizar y continuar con un trabajo de apoyo a las personas y al equipo. Humanizar dioses y divinizar lo terrenal. Es un trabajo que requiere constancia, referentes estables, apuestas sin fisuras. Importante cuidar a quién llegó al primer equipo y a quienes no. A todos esos chavales y chavalas que juegan a fútbol en otras categorías y equipos.

Es un proyecto frágil porque sigue tirando de épica e identidad en un contexto muy complejo, mestizo y mercantil. Creo, humildemente, que la “solución” no es jugar con las reglas compartidas. Creo que hay algo importante en cómo se cuenta el club lo que es. Conectando con el pasado, si y además actualizando su discurso y esbozando algo de futuro.

Hace unos meses visité el museo con Martín. Para mi un acierto de propuesta en fondo y forma. Ahora me pregunto: Conozco el pasado, ¿Qué historia nos contamos hoy?, ¿Cuál es el futuro?, ¿Qué nuevos contenidos actualizarán a los actuales dentro de 10/20 años?

Y aquí, con lo mal que está el mundo y escribiendo de fútbol. Prometo volver a temas más serios en los próximos meses…

10 comentarios para “Athletic club: Identidad y compromiso en tiempos TRANS”

  1. Salva Ayuso

    Muy buena entrada, Asier. El fútbol, aunque supuesto entretenimiento, a mi parecer nos da algunas claves de por dónde va la sociedad en la que se le da tanta importancia.

    Cogiendo el hilo de la marcha de Kepa, pienso que el relato y la propuesta de identificarte con el sentimiento Athletic , aunque no se consigan éxitos (que en el fútbol es ganar algo de vez en cuando), sólo nos vale a los aficionados. Con la cantidad de dinero que mueve el fútbol, y el individualismo feroz que impera, en general al futbolista no le importa tanto el equipo en el que juegue, como el eco mediático y popularidad que pueda conseguir en su corta carrera. Ganar títulos, estar y competir en los mejores campeonatos es condición indispensable para conseguir ese objetivo de la popularidad individual. El equipo es un vehículo para conseguirlo, no el fin en sí mismo.

    En el Athletic vendernos que jugar en nuestro equipo es la máxima aspiración que debe tener un jugador. Exigimos, sobre todo a nuestros canteranos, una fe inquebrantable en este principio. Espero que no se acabe conviertiendo en una bonita utopía, tal y como van los derroteros sociales en occidente…

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    • Asier Gallastegi

      Me gusta lo que planteas Salva en relación a la necesidad de brillar profesionalmente también como individuo. Creo que es una aspiración lógica y que puede ser motor de éxito y crecimiento personal y profesional. Pensaba en que claves se pueden dar en un equipo para que la sensación de profesional en crecimiento sea constante. Hay algo de dar de comer a todo el hambre de aprendizaje. Lo hemos hablado alguna vez sobre la relación docente/discente. «Defendamos la pasión por aprender» hoy también incluyo otro grito «Defendamos la pasión por enseñar». Cuidar este circulo es clave. ¿Podríamos proteger este proceso de crecimiemto del contexto de competición y el absoluto resultados? Me parece complejo pero me parece una linea de trabajo.

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  2. amalio rey

    Hola, Asier:
    Sabes que soy muy futbolero, y muy betico. Que no siento desafección, porque estoy enganchao al verdiblanco, pero reconozco que esto se está convirtiendo en un negocio insufrible. Lo de jugar un partido en USA ya es el colmo, y que lo veamos normal, es aún peor. El dinero (y la TV) mandan. En cuanto al #Athletic, tengo sentimientos contradictorios. Por una parte, me parece un club especial, muy canterano, y que se resiste estoicamente a algunas tendencias borregas. Solo por eso merece un respeto. Por otra, dentro de su supuesta coherencia, hace cosas muy incoherentes. Quizás lo primero le arrastra a lo segundo. Parece sentir una superioridad moral (y otras) sobre todos los demás clubs vascos y navarros, como si sintiera que es el único con derecho a representar a los seguidores del norte. Suele abusar de su condición. Si bien me gusta el énfasis que pone en la cantera, lo de «solo-vascos» me chirría cada vez más. Para mí es una metáfora incómoda. Por lo demás, intento no racionalizar mucho el fútbol, porque entonces entraría en desafección. Disfruto mucho viéndolo, y me emociono cuando mi #Betis juega bien, o cuando tengo la oportunidad de ver un partido vibrante. Buen verano. Un abrazo!!!

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    • Asier Gallastegi

      Ey Amalio. ¿Recuerdas que vimos el partido contra el Manchester juntos? 😀 Yo es el partido con el que más he disfrutado en mucho tiempo. Mi ultima visita a San Mames fue terrible. Quizás podemos aprender algo de ese «Viva er beti manquepierda». Yo suelo decir que no me gusta el futbol, que soy del Athletic. Lo de «solovascos» sé que raya. Intento explicar en el texto mi mirada. Comparto que «congruencia» y explorar en cada costura saltada en esto que llamamos «Filosofía Athletic» es la clave hoy.

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  3. Pablo Aretxabala

    Interesantísimo el post y los comentarios. Por añadir algo más: pienso que el Athletic debe potenciar la vinculación con la afición y con el territorio

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  4. Jon

    Aupa.
    Quiero añadir un elemento importante en estos momentos en el fútbol (no lo olvidemos un deporte de equipo) en donde ya el equipo, considerado como conjunto de personas con una meta común (no me refiero al equipo=club) ha dejado de ser lo relevante y se prima la estrella individual.

    Eso ha creado un modelo de jugador, cuya meta es el logro personal y no el colectivo.

    «Me marcho porque quiero ganar títulos» frase que oímos cada vez que hay un fichaje sea del club que sea. O incluso firmo una cláusula por el cual quedo libre si se baja a segunda. Como si una cosa u otra sucediera por generación espontánea sin que ese magnífico jugador tenga que ver en ello.

    Llevo muchos años en contacto con niños y jóvenes que aspiran a ser jugadores profesionales (he conocido de niños a muchos de la actual plantilla del Athletic y a muchos de los que serán dentro de unos años) y su meta ha cambiado.

    Antes su meta era jugar en el Athletic ahora su meta es ser millonarios a partir del fútbol y siendo el Athletic un instrumento más.

    Ante esta realidad, se puede hacer algo?. Espero que algo se pueda hacer sino estamos muertos…
    Yo que amo con locura al Athletic y al fútbol, que envidia me da el rugby.

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    • Asier Gallastegi

      Futbolistas del pelotazo. Hace unos meses leía en la portada de uno de los periódicos que leemos en los quioscos algo así como que en Bizkaia estábamos perdiendo el tren del repunte del mercado inmobiliario y pensaba; «No hemos aprendido nada». ¡Sálvese quién pueda! Es un momento paradójico. Todavía resuena las ultimas notas de la gran fiesta de las burbujas y los mercados, me han venido ahora a la cabeza los palcos VIP del nuevo San Mames, calientan motores para abrir otra etapa corta e intensa para ganar de nuevo bien de dinero sin pensar en estallidos y precarios. Porque la paradoja está en que junto a esta necesidad de fiesta del dinero esa precariedad avanza como los bares «newage» en el casco viejo de Bilbao. Quizás hay que esperar un poco más. Pensaba esta mañana que quizás una solución sería jugar en segunda recuperando algo de lo que hemos perdido en la primera…

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  5. Txabi Anuzita

    Con la humildad de un hincha del Athletic Club – tomando el término “hincha” de su origen: “a inicios del pasado del siglo pasado el encargado de inflar los balones del Nacional de Montevideo antes de cada partido, Miguel Reyes, destacaba por su pasión por el equipo; sus gritos de ánimo llamaban la atención de los aficionados quiénes decían: ¡mirad, mirad como grita el hincha!- intentaré dar mis aportes a este reto de Asier sobre fútbol, identidad, filosofía y comunidad.
    Considero que el Athletic Club es un espacio de encuentro plural y abierto en el que caben y se desarrollan las diferentes formas de entender la vida en este territorio nuestro (y del que se sienten parte activa e identitaria cantidad de personas mas allá de Euskal Herria) y me refiero tanto al ámbito político, como nacional, social, económico, cultural, racial, religioso, de género e identidad sexual; considero que une mas que diferencia y que juega un papel de conciliación social.
    Es cierto, que demasiadas veces es desmesurada la importancia que se genera, sobre todo mediáticamente, ante las victorias, las derrotas o los traspasos (cuando se manejan cantidades de dinero indecentes e inaceptables) y resulta difícil defender el proyecto Athletic como proyecto social. Cuando se observa desde fuera con mirada escéptica y crítica se generan las dudas y resulta difícil de entender su filosofía (este término me parece exagerado si lo que contiene es una política de captación de personas que desarrollan sus capacidades y habilidades en beneficio del equipo y la entidad); los apoyos de instituciones públicas; el desarrollo de personas y la generación de modelos educativos para la juventud (modelos sociales mas que dudosos y cargados de un individualismo materialista y competitivo); y los valores colectivos que se transmiten.
    Puntos a mejorar en este proyecto Athletic Club: las cuestiones vinculadas a la épica (no proyectar asuntos políticos y sociales en las victorias o derrotas); a la identidad cultural desintegradora (rivalidad con otros territorios que no deben de llevarnos al enfrentamiento identitario sino a la competencia noble); la idolatría de sus jugadores y su egos inflados (me quedaría con la idea de que son gente cercana, de nuestro barrio y nuestros pueblos).
    Considero que debemos recuperar el sentido del juego y poner en su justa medida (sobre todo los medios de comunicación y la clase política) su desempeño social y cultural; en este caso es de destacar los programas desarrollados por la Fundación Athletic: campeonato en apoyo a las personas sin hogar; el festival de cine documental: “Thinking football”; el encuentro de escritores “Letras y fútbol”; los concursos de fotografía y reportaje destinados a niñas y niños; el “Bertsoderbia”; las acciones de apoyo al euskera..
    Y en cuánto al fútbol en general, estoy de acuerdo con que sería preciso aprender de algunas facetas de la relación que tiene el rugby con la esencia y el espíritu del sentido del juego, la competencia entre equipos, la rivalidad entre jugadores y el respeto por las personas (tanto de las hinchadas como de los clubes) más allá de las victorias o las derrotas.
    Y para terminar hablemos de sentimiento. Que es el mismo para cada hincha de cada equipo que, como Miguel Reyes, gozará y sufrirá con su equipo, porque sentirá los colores muy dentro. Y en esto nos parecemos hinchas de todos los equipos del mundo.

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  6. Asier Gallastegi

    Amigo Anuzita. Aprendamos del rugby y sigamos la conversación en un cuarto tiempo 🙂 El Isidro ya no nos sirve habrá que buscar otro lugar. El ambigú? :):):) Hinchas que gritan Alliron. Recuerdo a un amigo 1000 veces más aficionado que yo cuando salíamos del estadio en algunas de las derrotas a puertas de una final que decía; Solo es fútbol. Eskerrik asko Txabi

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