Organizaciones, propósito, futuro emergente, límites del planeta y el negocio de la guerra

En el marco de la reflexión sobre acompañar a organizaciones que quieren reconectar con su propósito hay una idea que está presente con fuerza: se trata de llevar al centro de la reflexión los impactos que se generan a nivel social. Hay empresas que buscan trascender del marco de la Responsabilidad Social Corporativa y de los Objetivos del Desarrollo Sostenible y quieren situar en el centro de su actividad la reflexión sobre los impactos sociales de su actividad. Solemos hablar de organizaciones con propósito. 

No todas las organizaciones están en este punto de reflexión y con este nivel de compromiso. A este tipo de organización yo me acerco con la exigencia de la congruencia. Me encuentro algunos movimientos más estratégicos y de marketing social o de lavado de cara que, desde mi experiencia, pueden generar rechazo a nivel social y desalineamiento hacia el interior cuando el discurso y la realidad difieren demasiado. Cuándo estamos trabajando por la reconexión con el propósito, su fuerza tiene que ver con la congruencia y el despliegue. No es sostenible a largo plazo una estrategia de marketing disociado. 

Por otro lado y dentro de este tipo de procesos de acompañamiento o, en los más clásicos y habituales de reflexión estratégica, la relación de las organizaciones con su entorno se convierte en un foco con mucha importancia. No voy a escribir sobre el ecosistema, los clientes, proveedores, competencia… Me refiero a como es la relación de estos sistemas con el sistema social o sistema planeta en el que se desarrollan. 

Conocemos algunas estrategias que, desde otro tipo de conciencia de contexto, aplican estrategias extractivistas, desconectadas de sus impactos negativos. Es bien conocida la estrategia de la industria del tabaco durante décadas, impresionante aprender de la crisis de opiáceos en EEUU, impresionante confirmar las noticias de hace unos meses en relación al lobby de los combustibles fósiles en las Conferencias de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático… Pudieran parecer mundos paralelos pero esta realidad se puede colocar también en un ranking y a veces trabajamos con empresas que se sitúan en lugares de frontera o que pudieran sostener algunas tensiones importantes en este sentido. 

En el proceso de reflexión de estos años hemos conectado con la necesidad de reflexionar sobre los retos de sostenibilidad ambiental como una de las claves para lograr que las estrategias además de exitosas económicamente a corto plazo pudieran serlo también a medio y a largo plazo.  

En nuestro trabajo solemos dedicar un espacio de trabajo para estar atentos a las tendencias del mercado y la sociedad. Creo que no es algo especialmente distintivo, mucha gente lo hace para situarse mejor en lo que está cogiendo forma. Quizás la diferencia está en que nosotros reforzamos una mirada a más largo plazo donde el futuro que coge forma y cristaliza es más un tablero de oportunidades a las que sumarse y no tanto un juego de estrategia donde acabar con tu enemigo. Además, y continuando con la metáfora del mapa con las estrategias distribuidas por una cartografía concreta, hacemos hincapié en sus límites. Como recordaban en esta conferencia con este sugerente título hace unos años en la universidad: ¿Es posible un crecimiento económico infinito en un mundo finito? hace ya 50 años el matrimonio Meadows ya dió con las claves para reflexionar sobre los límites del crecimiento. Este trabajo nos conectó también con muchas de las claves que manejamos hoy en las organizaciones y que llamamos perspectiva sistémica. 

En este tiempo hemos ido viviendo el guión que se vaticinaba como devastador, y si ha habido alguna diferencia ha sido quizás que hemos ido más rápido que lo que se predijo. Junto a la fantasía del crecimiento económico perpetuo como paradigma, el tecno optimismo se alinea con la defensa de los modelos de negocio más disociados llevándonos al abismo. 

Pensaba en este post a medio escribir esta mañana paseando por nuestra ciudad. Hemos salido temprano para esquivar la ola de calor aprovechando los trayectos con más sombra. Lo del “calentamiento global” no era una abstracción y desde la experiencia de recorrer las calles pensaba en cuánto de lo que estaba ocurriendo a mi alrededor estaba “calentando” o “enfriando” la situación. Hacía un listado; la sombra de los árboles, pasillos de aire, caminar entre calles, junto a la ría… nos ayudaba. El macro evento del fin de semana y toda la cantidad de personas que convocaba, el asfalto, los coches… iba en nuestra contra. Además pensaba en que de lo que estaba haciendo yo en ese momento contribuía a bajar o subir la temperatura. 

Retomo el hilo. Una planificación que quiera tener en cuenta el medio y el largo plazo requiere de mirar de manera responsable a los límites del planeta. Gestionamos en nuestras vidas muchas frustraciones. Nos gustaría algo que no alcanzamos. Está bien. No hay problema. Necesitamos pensar de nuevo que los recursos son finitos y sería preferible gestionarlos de una manera sostenible y equitativa. 

En este sentido me pareció especialmente interesante el modelo de la “economía rosquilla”, propuesto por la economista Kate Raworth. Esta autora plantea una forma de desarrollo que equilibre las necesidades humanas con los límites planetarios. Visualmente, se representa como una rosquilla con dos anillos concéntricos: el anillo interior marca el “suelo social”, es decir, las condiciones mínimas necesarias para una vida digna (como acceso a salud, educación o vivienda), y el anillo exterior representa el “techo ecológico”, los límites que no debemos sobrepasar para no dañar irreversiblemente los sistemas naturales (como el cambio climático o la pérdida de biodiversidad). Entre ambos anillos se encuentra el “espacio seguro y justo para la humanidad”, donde la actividad económica debe desarrollarse, garantizando bienestar para las personas sin transgredir los límites de la Tierra. ¿Cómo podemos acompañar e invitar a las organizaciones a seguir desarrollándose teniendo en cuenta esta propuesta, marco, realidad? 

He conectado con estas claves también desde otro lugar impulsado por la lectura de varios materiales marco sobre la idea de “Justicia o Solidaridad Intergeneracional”. Me parece realmente interesante el impulso legislativo en Gales. Mi amigo Fernando de la Riva me recomendó el libro “El ministerio del futuro” de KIm Stanley Robinson y creo que es una manera bien interesante de sumarnos a esta idea desde la ciencia ficción.  Proyectar futuros debe de contribuir a que exista ese planeta donde poder vivirlos.

Para terminar este post. Quiero compartir algo que me enfada especialmente en este último tiempo. Quiero compartir mi indignación por la estrategia medida y estudiada que ha hecho que la industria militar se haya situado como un sector estratégico para la economía en nuestro país. Cualquier contestación al respecto recibe miradas paternalistas acusandonos a las personas críticas como ilusas o infantiles. Esta estrategia cocinada a fuego lento hace muchos años y a nivel más global parece convertirse en un sector al alza y con suculentas subvenciones que fomentarán las transiciones necesarias. No se me ocurre un discurso y una estrategia más disociada. Creo iluso e infantil (me perdone la sabiduría infante) no ligar esta actividad económica con la incapacidad para llegar a acuerdos, con el fracaso de los proyectos de solidaridad más internacional, con la escalada bélica, con la GUERRA y sus consecuencias. 

En el año 1996 pasé 3 meses en Mozambique. Aprendí muy rápido que las banderas rojas que rodeaban grandes extensiones de campo señalaban minas antipersonas. Conocí personas que habían perdido parte de sus cuerpos pisando estas bombas, muchas de ellas, fabricadas a solo 100 kilómetros de mi casa. Un amigo me contaba esta misma semana como frente a la costa de Pemba, en el mismo país y 30 años más tarde, se sitúan grandes campamentos de refugiados. Me cuenta también que la mayor dificultad para llegar a un acuerdo de paz está en el negocio de la guerra. Estos señores de la guerra, militares retirados que ganan cantidades ingentes de dinero con la logística que necesitan este tipo de eventos sangrientos. 

Los señores y señoras de la guerra comienzan en nuestro territorio. 

Y una última idea. Hace unos días trabajando con una organización que comenzaba a escuchar los cantos de sirena de la industria de la guerra, comentábamos sobre como esta apuesta pudiera ser compatible o no con una certificación famosa para empresas que cumplen con los más altos estándares de desempeño social y ambiental, transparencia pública y responsabilidad legal. He estado investigando un poco al respecto y parece que, si tu empresa está directamente involucrada en fabricación o venta de armas, no puede obtener esta certificación. Si solo tiene una línea de negocio o clientes en defensa, aún es posible certificar, pero tendrías que cumplir unas condiciones como mantener esos ingresos bajo umbrales bajos, divulgar públicamente la relación, y contar con mecanismos de denuncia y gestión de riesgos específicos.

Terrorífico el doble salto MORTAL/MORAL. 

Termino. Me interesa saber cómo lo estáis haciendo vosotros y vosotras cuando lideráis proyectos empresariales o cuando acompañáis a proyectos en la reflexión de de su estrategia en contraste con estas claves que os comparto.

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