No sé si el concepto se entiende. En servicios sociales servía para hablar de esas veces que una familia te pedía una cosa y tu, como profesional, entendías que necesitaba algo diferente. Entonces comenzaba la batalla de las estrategias para este contrabando de expectativas y respuestas. Muy a menudo de la mano de estos conceptos y propuestas iban ligadas otras palabras; resistencia al cambio.
Una vez, hace unos cuantos años, cuando trabajaba como educador familiar en un servicio municipal, me encontré en la sala de una familia mirando montañas de ropa para planchar. Me costo darme cuenta de que era lo que esperaba aquella madre. Ella había pedido en los servicios sociales una ayuda a domicilio y le habían endosado un educador.
Por aquel entonces, algunos profesionales (no todos) llegamos a una conclusión; teníamos que responder a las demandas más explicitas si queríamos luego acompañar en otras aventuras más profundas y estructurales. Por supuesto no estaba en nuestras manos responder a todas las necesidades materiales pero ese era el objetivo en común con nuestros clientes.
Este viaje compartido, como todos los mínimamente exóticos y basados en el respeto mutuo, era el del encuentro, en el que nos íbamos conociendo, explicitábamos nuestros lugares, roles y objetivos. La palabra VINCULO nos servía para definir eso que construíamos y además le dábamos casi un valor absoluto. Me explico; era algo muy importante, estábamos construyendo puentes con las piedras que habían servido para construir muros. Y eso era el mayor cambio en el que podíamos colaborar; cogenerar un espacio, una relación significativa dónde podíamos experimentar con nuevas maneras de ser y estar más abiertas y adaptadas a la complejidad del día a día.
Y aquí estamos. 15 años más tarde poniendo al servicio de personas y organizaciones los músculos desarrollados en estas aventuras. Y algo de todo esto también nos lo encontramos en consultaría y en el trabajo personal.
En la relación más individual los limites los percibo muy rápido, en lo organizacional a veces si y a veces no.
En la primera entrevista escucho la demanda y todo lo que esta junto-ante-bajo-con de esta. Y lo devuelvo. A veces planteo una propuesta más amplia o centrada en otro foco que considero más radical (de raíz). No es estrategia comercial. No busco hacerme con más trabajo. Es algo parecido a haber elegido la pastilla azul en matrix. A veces no veo imágenes sino líneas de código verde a toda velocidad. ;D
Y en ocasiones ese es el contrato que acordamos, en otras rehago la propuesta para ajustarla a objetivos más instrumentales y menos provocadores.
Todo va bien en cada una de las situaciones. Solo ocurre en algunos casos que los subterfugios imaginados aparecen en una dinámica, por ejemplo, formativa. Y entonces protejo la encomienda y apunto para comentarlo en privado.
Escribir estas lineas me sirve para recuperar lo que ya sabía; respondamos a lo que nos piden y en ese camino podremos descubrir juntos otros alcances… o no.
Otra de las artes de este trabajo apasionante.
4 comentarios para “La reconversión de la demanda en consultoria”
Amalio A. Rey
Buen post, amigo. Así es, como lo cuentas. Un gusto leerte,
un abrazo
asiergallastegi
Gracias Amalio. No sabes lo que relajan las coincidencias. ;D Un abrazo!
Isabel
Asier, pareces gallego «… o no». Es que todo «depende».
Perfecto el símil con el que introduces el tema.
Un saludo
asiergallastegi
Hola Isabel. Ese «…o no» es muy de mi chica y de ella aprendo mucho. Mi particular sabia. Es un poco de inseguridad y otro de certeza por romper absolutos. Un abrazo