Como el personaje de Baricco en “Mr Gwyn” sigo escribiendo sin escribir, contandome a mi mismo como me ato los zapatos. Y como aquel también buscando mi particular garaje perfecto para redactar mis retratos de desnudos.
Leo más que escribo. Y le doy a diferentes géneros:
- Internet, sobre todo Facebook, me invita a textos de management del estilo de 5,10 o 20 consejos para hacer algo perfecto, para ser la mejor organización,… También me invita a pensar que todos los partidos políticos son lo mismo y que nuestra única salida es embarcarnos a la misión sin retorno a Marte que ya parece tener fecha,…
- Los blogs que adoro (imaginarme arrodillado, rendido y reconociendo la tenacidad, la persistencia y calidad de estos amigos y amigas que permanecen fieles a su cita semanal como mínimo) me recuerdan lo que no escribo y me llegan con un nivel de profundidad y especialización que me abruma..
- Mis lecturas, a veces rápidas e intensas como el sexo a escondidas, pasean últimamente en el genero de la autobiografía; Rhodes, Sacks, Kandel,… daría para varios posts pero casi he echado la toalla para no contribuir a resúmenes diagonales de obligadas lecturas verticales.
Leo más que escribo. Me siento torpe, ya lo dije. Me leo antes y me gusto más. Es como si hubiera una energía más exploradora. Como si sobrevivir hoy implicara vivir en lo conocido. Y es verdad pero no solo. Sigo buscando. Los proyectos laborales me exigen. Hay cuatro o cinco ideas que me siguen acompañando y reencuentro en diferentes lugares y con personas distintas y además sigo incorporando nuevo, expandiendo. Lo siento con fuerza.
Antes en ese crecer era clave escribir, leerme y conversar. Hoy no es esencial. Es como si necesitará coger distancia de las palabras que cosifican, que hacen rígidos los procesos, los pensamientos dinámicos, en imágenes estáticas. Escribe David Bohm y me hace sentido:
“Se trata, por el contrario, de algo mucho más relajado, de algo que está ligado a una curiosidad desprejuiciada, cuya actividad fundamental consiste en ver las cosas de un modo tan claro y nuevo como sea posible”
La paradoja, siguiendo este hilo, la encuentro en como disfruto de leer las letras que juntan otras personas. Entonces empiezo a pensar si no será otra cara de los complejos, del eterno aprendiz y bla, bla, bla,… Acabo de leer a este mismo autor sobre la suspensión.
“(…) existe otra posibilidad alternativa, una posibilidad que no consiste en dar rienda suelta a la agresividad ni en reprimirla y tornarla contra uno mismo, sino en suspender toda actividad, permitiéndoles que se manifieste y se desarrollen de modo que podamos percatarnos de su estructura real, de los movimientos -es decir de las sensaciones físicas- que tienen lugar en su interior (…) y del tipo de pensamientos que suelen acompañarlos. (…) Necesitamos, en suma, un tipo de conciencia que no se deje arrastrar por el enfado pero que tampoco lo reprima y trate de eliminarlo, una conciencia que lo suspenda en una suerte de equilibrio inestable -como en el filo de una navaja- y nos permita observar la totalidad del proceso.”
Me dejo sentir en esta paradoja entre la frustración y la pereza de escribir. Rumio en silencio y empiezan a coger forma palabras e imágenes. La primera sensación es que a menudo escribo para los otros. Hay algo de no querer olvidar las nuevas ideas pero hay otra parte que me conecta con que no me olviden.
También me conecta con que escribir requiere de un tiempo y un espacio. Y que es posible que estemos en momento de poder cuidar mejor esta parte de mi crecer personal y profesional. De hacer poso de aprendizajes. Que me siento un poco más libre y también disperso. Quizás más confiado (nótese ese sutil “quizás” junto al atributo “confiado”)
Es un equilibrio precario. Lo conversaba y lo leía después, es como si el placer de conectar solo es posible si conoces la desconexión.
También hay algo en las lecturas que se esta pareciendo mucho a poner palabras a las sensaciones. Pareciera que leer, en este momento, no solo alimenta la materia gris, es como si leer fuera recordar, volver a pasar por el corazón. Y me hace bien verlo así, contribuye a alimentar materias de otros colores (incluida la gris).
Quién sabe si no volveremos a escribir con mayor frecuencia.
4 comentarios para “Leer y escribir: un ejercicio de aprendizaje desde la suspensión”
Mauricio
Hola! Asier percibo un tiempo que no quieres dejar pasar y tampoco integrarte totalmente. Pero en cambio sí mojado para no enfriarte. Gracias! Por escribir
Asier Gallastegi
Voy a ver si despacio comprendo bien tu comentario. 😀 Mojado sin duda, momento a aprovechar y no se si es posible no estar en mitad de todo lo que ocurre. 😀 😀 😀 GRacias a ti también
m'angel manovell
Asier, muchas lineas sin desperdicio que me emocionan, me divierten y me recuerdan en muchos casos a mi misma. Leernos siempre gusta y salirnos de modas nos encanta. Abrazo fuerte
Asier Gallastegi
Leernos para encontrarnos. Suspender para aprobar 😀 Gracias compañera.