La semana pasada tuve la suerte de compartir una mañana de conversación agolpada y apasionada con Javi Lobato de la oficina de revitalización de la ciudad historica de Vitoria-Gasteiz. Fue un encuentro de muchisima sintonia y potencial. Un verdadero placer, Javi.
Vamos a coincidir este viernes dando un curso en la UPV-EHU en el marco del programa incorpora. En la anterior ocasión acompañé al grupo en la reflexión sobre tercer sector y empleo y este año también lo hago en aspectos más de dinamización comunitaria. Aun no tengo la propuesta terminada pero espero compartirla en este foro dentro de unos días, después del curso.
En esta conversación salió a relucir un articulo de opinión que leía hace ya unos meses en el periodico. Lo escribía Peter Singer con el sugerente titulo de “Sonrisas ilimitadas”.
Contaba varias historias. En una localidad australiana habían sustituido alguna señal de trafico (fantaseo yo que un prohibido) por unas que decían algo así como; “zona de 10 sonrisas por hora”. Llegados a este punto me pareció tan ñoño que pensé en deje de leer lo que me contaba. Recordé que estaba leyendo un periódico (si, ese lugar espacio natural de catástrofes y noticias-monstruo) y continué.
Parece ser que el mismo consistorio se había dado cuenta de lo importante que eran las fiestas locales para el conocimiento mutuo y la cohesión, que promovía, con financiación suficiente (quimera en el panorama de este nuestro terruño), las iniciativas vecinales en este sentido.
El autor citaba a otro rescatando algunas líneas de un nuevo libro; “Fomentar la simpatía suele ser fácil, barato y puede tener grandes beneficios, al hacer más feliz. Entonces, ¿por qué no debe ser éste un objetivo de políticas públicas?”
Ponía como ejemplo del efecto de estas políticas una experiencia de principios de los 70. En esta utilizaban como conejillos de indias a anónimos transeúntes que encontraban una moneda dejada a su vista como parte del experimento. Tras este, tenían otro encuentro con otra persona que hacía caer su carpeta llena de papeles. Parece ser que de los 16 que encontraron la moneda 14 ayudaron a esta persona. De los 25 que no la encontraron solo uno.
¿Cuanto tiempo perdemos en nuestras vidas en controlar, cuidar, medir, asegurar, cubrir,…?, ¿cuántos quebraderos de cabeza y dinero para reforzar la “seguridad ciudadana”?,…
Terminaba el autor (y asi ya termino de fusilarlo, en el termino literario que no literal) diciendo que en aquella ciudad australiana el porcentaje de personas que te sonríe había pasado del 8% al 10%…
Algo de todo esto se me movió en las jornadas de susmoa. Intentaré escribrirlo cuando las palabras encuentren lugar en mi cuerpo.