Estos días he retomado algunas lecturas sobre la gestión del conflicto y las estrategias que disuelven violencias verbales en forma de agresión, rumores… Necesito comprender el fenómeno y dar con algunas claves que nos permitan traer encuentro y diálogo ante la amenaza del anti-diálogo y la negación del otro «diferente». He compartido este fin de semana algunas citas buscando llevar también a las RRSS algo de esta reflexión. Hay varios libros que para mi han sido, y están siendo, importantes en esta búsqueda y me propongo ir compartiendo algunas citas para contribuir solo un poco a hacer más grande el espacio donde pensar antes de volver a hablar.
Comienzo por el trabajo de Marcia Tiburi en su libro «¿Cómo conversar con un fascista?: Reflexiones sobre el autoritarismo de la vida cotidiana» que ha editado Akal y que podéis comprar en su web.
Tiburi nació en Brasil en 1970 y es filósofa, artista plástica, crítica literaria y escritora. No esperéis un manual, es un ejercicio de reflexión valiente y explorador muy inspirador desde mi punto de vista.
“Preguntar sobre el estado de la experiencia afectiva del odio en lo más íntimo de nosotros puede ser un buen comienzo para librarnos de él” (p.36)
“El diálogo no surge sin esfuerzo. Un esfuerzo que, de tan complejo. equivale al método. Qué, de tan potente, equivale a la transformación social en su nivel más estructurador”. (p.17)
“El diálogo es una práctica de noviolencia. La violencia surge cuando el diálogo no entra en escena”. (p.19)
“El otro, como ser negado, sustenta al fascista en sus certezas. El círculo es vicioso. La función de la certeza es negar al otro. Negar al otro es una prácticas totalmente tergiversada que lleva a la producción de verdades cuyo fin es la negación del otro” (p.20)
“El sujeto fascista usa el afecto destructivo del odio para cortar lazos potenciales, al mismo tiempo que sustenta, por el odio, la sumisión del otro. Como personalidad autoritaria, lucha contra el amor y en placer en general. Un fascista no abraza, no recibe” (p.20)
Tiburi, M (2019) «¿Cómo conversar con un fascista?: Reflexiones sobre el autoritarismo de la vida cotidiana» Ed. Akal/Inter Pares
“La cuestión es también pensar el acto político como acto lingüístico (ya que todo acto lingüístico es político) y preguntar lo que estamos haciendo al decirnos algo unos a otros” (p.21)
“¿Cómo se manipula el odio? Es muy simple. Por un proceso de pequeñas intrigas y de fomentar la intolerancia a la diferencia. Quien siente odio, antes sintió miedo y antes sintió envidia. Temer se vuelve un verbo intransitivo. Así como envidiar. En la cultura de la envidia y del miedo no es preciso saber por qué se envidia y se teme” (p.26)
“El motivo por el que amamos es inversamente proporcional al que nos hace odiar. En el primer caso construimos; en el segundo, destruimos” (p.26)
“Pensamos que el odio es siempre algo del otro, y ése es un engaño en el que cae quien nunca imaginó que es el otro de un otro” (p.35)
“Preguntar sobre el estado de la experiencia afectiva del odio en lo más íntimo de nosotros puede ser un buen comienzo para librarnos de él”. (p.36)
“El otro nunca está dado, siempre es pensado. Siempre es, en cierto modo, construido, más aún, es materializado, performatizado (…) El autoritarismo inventa al otro para poder destruirlo”. (p.40)
“La complejidad del acto de escuchar radica en qué, a través de la escucha, entró en otros procesos de conocimiento. Me torno otra persona”. (p.47)
Tiburi, M (2019) «¿Cómo conversar con un fascista?: Reflexiones sobre el autoritarismo de la vida cotidiana» Ed. Akal/Inter Pares
“Quién lucha por derechos, sabe que conversar con personalidades rígidas, endurecidas es imposible. El diálogo, a pesar de ello, precisaría transformarse en metodología” (p.47)
“Las personas podrían investigar la formación de la propia subjetividad preguntándose cómo se convirtieron en quienes son (…) Se trata de una pregunta ética, una pregunta que, tomada en serio, contribuye a la producción política e impide la antipolítica” (p.51)
“Distorsionar, en este caso, es adecuar lo que sucedió de hecho, o lo que podría haber sucedido, a una interpretación útil a algún interés emocional, material o conceptual. No hay discurso pronunciado sin la consecuencia de sus efectos” (p.57)
“Lo que llamamos discurso , diferente del diálogo, siempre tiene algo de acabado, de prefabricado. En realidad, quien piensa que hace un discurso, siempre es hecho por éste. Somos construidos por lo que decimos”. (p.60)
“Actuamos en nombre de los que pensamos. Pero muchas veces no entendemos muy bien nuestros propios pensamientos, pues somos víctimas de pensamientos cerrados. (…) El cuestionamiento es una práctica, pero también una cualidad del conocimiento. Es la virtud del conocimiento. (…) La comprensión nunca es total, del mismo modo que la expresión de los que se quiere decir nunca es perfecta” (p.68)
Tiburi, M (2019) «¿Cómo conversar con un fascista?: Reflexiones sobre el autoritarismo de la vida cotidiana» Ed. Akal/Inter Pares
“La postura del neofundamentalista es siempre deshonesta. No importa si cree o no en lo que dice. Está a la busca de efectos y causando efectos, para tener resultados en forma de beneficios: dinero, audiencia, votos; en última instancia, poder”. (p.76)
“La agresividad verbal es una forma conocida de violencia simbólica. Murmurar y difamar también forman parte de esa violencia que se hace con palabras y actos de habla, pero en una escala que no parece tan peligrosa en la mayor parte de los casos. Hablar es hacer, pero pensamos poco en este hecho”. (p.77)
“Que el acosador no sea capaz de ver en el otro a un sujeto, el verlo como un objeto, no elimina la responsabilidad de cualquiera de sus actos, pero explica el contexto en el que, de algún modo, la gran mayoría no se plantea para sí la cuestión del otro”. (p.104)
“El otro siempre nos exige demasiado: amenaza nuestras certezas y también nuestras dudas, nos pone en jaque cognitivo o afectivo, es decir, nos amenaza en relación con lo que sabemos y con lo que sentimos. (…) Ahora bien, todo gesto inteligente es , en primer lugar, el de un esfuerzo” (p.139)
“El desafío es conversar con quien tiene miedo de conversar. Con quien está a la defensiva. Con quien piensa que ya entendió todo. Esto es más complicado. (…) Se trata de buscar el diálogo en el escenario de esa impotencia” (p.143)
“No es exagerado pensar que tras el acto de definir está el intento de dominar lo que es extraño y, así, transformarlo en algo familiar, eliminar o controlar su extrañeza. (…) definir al extraño que es siempre un otro, como si este otro cupiese dentro de una categoría conocida y propia. Continuamos mirando con los ojos de Colón cuando identificamos lo desconocido con lo conocido, lo complejo con lo simple, lo otro con lo mismo”. (p.145)
Tiburi, M (2019) «¿Cómo conversar con un fascista?: Reflexiones sobre el autoritarismo de la vida cotidiana» Ed. Akal/Inter Pares
“La distancia entre la cosa y el punto de vista normalmente se olvida o no es tenida en consideración por el “punto de vista”, que sólo es punto de vista por su propia posición en un sistema en que se disputa la “verdad””. (p.155)
3 comentarios para “«¿Cómo conversar con un fascista?» Ideas rescatadas del texto de Marcia Tiburi”
Alejandro Feijoo Iglesias
Me gustaría hacer el siguiente comentario.
Si la fascia es el tejido conectivo que envuelve, rodea y protege cada órgano, cada músculo en el cuerpo, cumpliendo con varias tareas, entre las que están la sujeción, que cada uno ocupe su posición, colaborar o facilitar con la realización de su función. Entonces, desde un punto de vista político, se podría decir que el fascismo sería el movimiento complementario al nacionalismo. Uno presta atención al todo, la unidad, el conjunto, y el otro presta atención a cada parte, sus necesidades y desarrollo.
Confundir fascismo con autoritarismo es como confundir el qué con el cómo. En una visión más amplia y completa, diría hasta sistémica, no serían nunca encontrados el fascismo sin el nacionalismo, y se podría estudiar cómo se equilibran mutuamente.
Por supuesto, que la forma de imposición de una u otra postura, que sean violentas o autoritarias, es una cuestión diferente. Pero confundir el fascismo con la forma que tiene o tuvo de ejercerlo, es desde este punto de vista un tremendo y miope error.
Asier Gallastegi
Bienvenido a este blog Alejandro. Leo tu comentario con atención y tras contrastar tu afirmación con algunas paginas web y la biografía novelada de Mussolini M, que leí el verano pasado, no encuentro conexiones. Rescato el origen etimologico tal y como lo explica Benjamin Veschi, Fundador y Autor de Etimologia.com «Bajo la estructura lingüística de esta palabra de connotaciones políticas y simbólicas se enmarca una referencia en el italiano, como fascio, con raíz en el latín fasces, que se observa literalmente como -haz-, no en relación a -hacer- sino apenas como parte de la técnica de un manojo de -varas- que se agrupaban con una cinta de cuero rojo, hasta conformar una especie de cilindro que sujetaba un hacha; esto se constituiría en el emblema de la ideología en torno al concepto. Se lo acompaña por el sufijo -ismo, que refiere a la idea de doctrina o corriente.»
Dicho esto me permito comentar dos ideas más:
Creo que hay una inflación en el uso de la palabra «fascismo» y «fascista». Yo la uso en este post haciendo referencia al titulo de un libro que me parece muy pertinente y útil (siempre desde mi punto de vista) Sé que el uso despierta diferentes reacciones y creo que sería interesante comenzar a utilizar otras palabras que puedan servir de puente, incluso con quien quiere destruirlos.
Y la última idea que me resuena leyendo tu aportación es reflexionar sobre la Miopía y la Hipermetropía. Nos invitas a enfocar en un detalle y quizás, una clave interesante, esta en ampliar la mirada. Abrirnos a un uso de las palabras que nos ayude a entendernos y converger (solo si queremos). Situar a las palabras en su contexto y por lo tanto entender a esta como el nombre de una ideología, movimiento político y forma de gobierno que ha inspirado muchísimo dolor en nuestra historia reciente.
Lo dicho. Un placer conversar.
Alejandro Feijoo Iglesias
Hola Asier, un placer conversar de nuevo contigo.
Te aseguro que no tengo ninguna afinidad ni simpatía por un movimiento político que como dices ha generado tanto dolor. Totalmente de acuerdo.
Sin embargo, las palabras, la naturaleza humana, y en general la naturaleza, a veces son un interesante espejo en el que mirar. Y en este caso, el estudio de las fascias en el cuerpo humano está en el centro de la osteopatía, hasta el punto de afirmar su Andrew Taylor Still que la fascia es el lugar donde debe buscarse la enfermedad, antes incluso que en los órganos.
Creo que la analogía es atrevida, pero compara el cuerpo y su funcionamiento con la sociedad es inspirador, y precisamente amplia zoom. Y por ello reitero que si la fascia o tejido conectivo excede sus funciones y agrede a los órganos, enfermedad grave. Pero también lo es cuando parte de los órganos de un sistema deciden ir por libre o de forma egoísta o independiente. Enfermedad también.
Pero bueno, no deja de ser un juego de espejos que puede parecer truculento, ventajista, rebuscado o casual. Pero a mí me encanta jugar con el zoom en los espejos.
Un abrazo, espero que volvamos a coincidir algún día como en el primer seminario Ner en Bilbao.