Compartía con vosotros y vosotras hace unos días la experiencia tocando tambores y alguna iniciativa parecida.
Me recordaban a un texto que escribí hace unos meses para reflexionar sobre estas actividades dirigidas a la cohesión de grupo. Mi amiga Maria me recordaba el texto esta mañana. Ahí va.
«Esta semana discutíamos, más bien hablábamos porque llegamos a lugares parecidos, sobre el camino que separa al “ovillodelana” del “plangeneralcontable”. La sensación compartida era que muchos de los valores y maneras de hacer que han sido marca del voluntariado, la educación no formal, el tercer sector,… nos estaban llegando desde otros lugares como si fueran grandes descubrimientos.
Las reducciones siempre mienten, esta también. Tiene algo más de merito. Nos llega sistematizado lo que vivimos y pocos fueron capaces de encerrar en palabras, transmitir en laboratorio, devolverlo a su tiempo y escuchando necesidades. Ha entrado en contacto con estructuras más formales, diseñadas para alcanzar objetivos y ser eficientes (quizás eficaces). Incluso, y gracias al dinero que se mueve en algunas organizaciones y no en otras, comenzamos a tener argumentos de carácter científico que apoyan la importancia del bienestar y la cohesión de grupo en el rendimiento, por poner un ejemplo.
Un reto, otro más. O mejor dicho un juego, una oportunidad, otra más. Apartar lo escrito y recordar, repensar lo que nos hizo bien y mal, lo que nos gusta y lo que no, lo que funciona y lo que también. Partir de papeles en blanco, no de cortar y pegar.
Un ejercicio: De todo lo que sabes, ¿qué es lo que sientes como lo más importante?, ¿esa habilidad que pones en practica más veces?, ¿en los momentos más complejos?, ¿dónde la aprendiste?, ¿con quien?,…»