No recuerdo quién me lo dijo pero sé que lo he utilizado varias veces este año. Soy veranista. Hay personas más de navidades, otras de septiembre, primavera… mi momento favorito del año es el verano. Ya sé que no voy a contracorriente ni soy demasiado rupturista.
Terminaba de leer estas semanas el libro de Parisi sobre los sistemas complejos, la ciencia y las metáforas que ayudan a construir modelos. Hay un capítulo donde se para a describir los procesos de creación y vuelve a recordarnos que junto a una exploración rigurosa, contraste de fuentes, experimentación y profundización en un tema, necesitamos, para lograr un salto en la investigación y creación de nuevas posibilidades, que nuestra mente divague, se pasee por otras realidades de manera abierta. En una pequeña conversación u observación relajada puede emerger la forma en las que, por ejemplo, ideas dispares pueden encontrarse. Steven Jhonson hablaba de “colisiones de corazonadas” en aquel libro que tanto nos gustó “Las buenas ideas”.

El maestro Julen Iturbe acuñó hace años el neologismo “Trabacaciones” para hablar de este tiempo de descanso y actividad. En nuestra familia hace años que procuramos alargar este tiempo de descanso en verano aunque suponga mantener cierta actividad “laboral”. Cada año lo he llevado de una manera distinta y ha tenido que ver, entre otras cosas, con la carga y la exigencia. Este año ha sido más baja y me ha permitido conectar también con el placer de mantenerse activo en tiempo de descanso.
Bajo mucho el pistón en julio y agosto. La lectura, los paseos, jornadas de playa, conversaciones con amigas, fiestas populares del entorno… tienen prioridad frente al resto. Y esto no me ha impedido leer algunos ensayos, escribir algunas notas, redactar un informe y adelantar parte del trabajo que me espera en septiembre.
Me he quitado de Instagram en agosto. Todavía no soy consciente de lo que significa pero creo que es bueno y me ha permitido dedicar parte de ese tiempo para otras actividades.
Este estado de “descanso activo” o “actividad relajada” me gusta mucho. ”Vindicación de la vida holgada” subtitula Valls Boix su libro “El derecho a las cosas bellas”. Disfruto de esta suerte de duermevela. Cuando duermo ligero (o mucho) sueño y recuerdo lo que sueño. A veces me despierto con ideas que me parecen maravillosas. En algunas ocasiones son más bien ruidos que me impiden conciliar el sueño. En otras ocasiones las veo más como semillas con todo el potencial que pudieran germinar en diferentes formas y tamaños, solo con la atención adecuada. Suelen ser distintas maneras de contar algo que rumiaba hace tiempo. Posibles proyectos de futuro. Lugares donde me gustaría estar un tiempo el curso que comenzará dentro de unas semanas… Esto es para mi el verano: Vivir, soñar, registrar, rumiar, compartir…
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