Sé que también os ocurre a vosotros y vosotras. A veces tengo la sensación de esta atendiendo a una idea que coge una forma diferente a las anteriores, se parece a cosas que he leído, escrito, escuchado y tiene algo de todo esto y además, quizás por la capacidad de mezcla, comienza a ser algo nuevo. Ya me he creído en alguna ocasión anterior “inventor” y por eso sé que lo que está ocurriendo no es tan importante pero reconozco que es una sensación con la que disfruto.
Leyendo primero sobre Holacracia y más tarde, hace ya un tiempo, el trabajo de Frederic Laloux y su conceptualización sobre “Propósito evolutivo” me conecto con fuerza con otra idea con la que hemos trabajado en organizaciones y que yo aprendí de la mano de Katia del Rivero; el “Principio Rector”.
Principio rector
Se trataba de preguntar a la organización por el motor que lo impulsó en el comienzo. Lo que la organización es en esencia. Qué es lo que ofrece a la sociedad. ¿Qué es lo que no podemos dejar de hacer? Aquella fuerza que le ha permitido sobrevivir a situaciones críticas.
La metodología desarrollada por Rivero tuvo mucho éxito entre las personas que participamos de aquellos encuentros formativos. Generábamos junto a la organización un listado de aspectos claves que luego ordenaban en un ranking donde se seleccionaba el aspecto clave y luego se ordenaba el resto en relación al apoyo a este principio guía.
Nos servía para reflexionar sobre las claves que eran importantes para las organizaciones con las que trabajamos. Además y como resultado del ejercicio generabamos un pequeño ranking o escalera con el poder que tienen todos los modelos que pueden atrapar la realidad y simplificarla.
Reconozco que mi mirada a este concepto y sus metodologías siempre ha sido más “constructivista”. Creo que lo realmente interesante de este ejercicio son las conversaciones que se generan y la simplificación que ayuda a dar pasos.
Además rescato del concepto algunas claves muy importantes en mi aproximación al trabajo con organizaciones. Necesitamos mirar al origen de las organizaciones, sus primeros pasos, a las personas que dieron ese paso, sus motivaciones y objetivos. Escuchar las metas para las que surgió la organización y comprender sus motivaciones iniciales nos hace sensibles a posibles rupturas origen de las dificultades actuales. ¿Ha podido sentir alguien que hemos dejado de ser leales a los valores originales? ¿Hemos olvidado a las personas pioneros y sus intenciones? A veces esta ruptura puede manifestarse con el cambio de una imagen corporativa por ejemplo.
Los espacios para reconectar con el origen son una oportunidad para dotar de mayor congruencia y sentido a la organización. Además cuando miramos a la historia de la organización podemos atrapar algunas otras claves que pueden ser importantes para entender el momento actual y estar abiertas al futuro que emerge. Escribimos hace unos años en este blog sobre la construcción de los relatos.