Mugalaria hego eta ipar Euskal Herriaren muga zeharkatzen laguntzen duen pertsonari deritzo.
(Traducción: Persona que ayuda a cruzar la frontera entre Euskal Herria norte y sur)
Me leía deseando un año “Mugalari”. Es como jugar con el idioma de casa, el que solo hablamos los nuestros. Y pensaba si el idioma es una frontera. Para mi, y hoy, es la puerta de acceso al mundo de lo íntimo, la manera de contarme un poco más…
¿Dónde y cómo te pilla el cambio de año? ¿Sois de quemar pólvora? ¿Coméis uvas? Si piensosiento en mis cambios de año, si algo sobresale de lo demás, son los abrazos y los besos. Están llenos de deseos para la gente que quiero. Este momento, el del segundo que cambia de calendario, me conecta con lo que quiero que ocurra. No con nada especialmente concreto, pero sí con las sensaciones importantes. Una especie de “¡¡Que nos vaya bonito!!”
Sigo TRANSitando, VULNERHÁBIL y ejercitando el músculo del PRECINISMO. Esta vez haciendo hincapié en la experiencia de cruzar límites y fronteras.
Mi experiencia me dice que poner límites hace que aparezcan nuevos límites. La mirada genera la diferencia. Decidimos dividir lo que es uno. Y entonces otro piensa que todavía hay una categoría por descubrir, que daría pie a otro subconjunto o territorio limítrofe. Y lo mismo que pienso y siento esto que escribo, también he sufrido cómo la negación y el desprecio por la diferencia nos coloca en la necesidad de reivindicarnos para protegernos de lo homogéneo e “hipercosmopolita”.
Pensando también ahora si una de estas líneas de colores en la tierra pudiera ser la que me protege, la que cuida de mi territorio, de los míos, de lo mio… La que empiezo a reconocer como importante, quizás invadido por lo urgente, siempre urgente.
Citaría y citaría autores y autoras. Hoy menciono a Jorge Wagensberg que escribe sobre las disciplinas y la fantasía que las sostiene: “La pureza es una mezcla de referencia”.
Vivir en la frontera te coloca en construcción permanente. En duda militante. Tan en el borde del precipicio del impostor que a veces una mirada intransigente nos desarma. No sabemos responder con rotundidad, ya hemos visto suficientes cuestionamientos de certezas para defender una aproximación frágil, tentativa y consciente.
Tiene algo esta internet, que tanto nos da, de irreal. Alimenta la fantasía de poder saberlo todo, de estar en cualquier lugar en todo momento. La experiencia de límite y frontera me hace consciente. Cruzar estas líneas con todo su esfuerzo tiene sentido. Si no existieran habría que dibujarlas. Es como si cruzando líneas nos dibujaran un poco por dentro; como si pisando amarillo sintieramos platano, oro, limon, lapicero BH, sol…
Ahora a pisar la delgada línea que separa 2017 del 2018. Saboreando nuestras recreaciones del pasado y los futuros que cristalizan.
MUGALARI 2018