“No se aprende a boxear leyendo libros. Yo conozco esos libros, dentro hay fotos y dibujos que muestran cómo colocar los pies y los brazos, el ángulo de tu brazo y todo eso, pero todo parado. No hay ninguna sensación de movimiento. El boxeo es movimiento, lo que cuenta es el movimiento»
Esto lo dice Deedee el entrenador del gimnasio del Bronx dónde Loïc Wacquant escribió “Sobre las Cuerdas”.
Hay algunos aprendizajes que apenas necesitan de teoría y comprensión intelectual. El Boxeo es uno de ellos. Los golpes en tu cara te recuerdan levantar la guardia y los que llegan a tus costados que sería bueno bajar los codos para proteger las costillas. Además hay una colección de matices en la postura que solo se quedan si los pruebas con tu cuerpo y en relación con otra persona.
De alguna forma cuando hablamos de competencias como foco de una planificación o de una formación, también hablamos del cuerpo en acción. Hacemos hincapié en la integración en marcha de actitudes, conocimiento y habilidades. Por separado no son competencia, cobran esa categoría en relación actuada.
A veces hablo de pensar con los dedos, de pensar haciendo (base en la aproximación de, por ejemplo, el pensamiento y diseño o “design thinking” o del trabajo de psicodrama, constelaciones,…). Los kinestésicos exploran/exploramos el mundo probándolo.
En el mundo del trabajo con personas el contenido y los saberes, lo que llegamos a comprender cognitivamente, es solo una parte pequeña de lo que nos interesa. Hay un mar de datos y conocimientos que, no solo se escapan de lo que alcanza nuestra cabeza, sino que a menudo se diluyen ante nuestra inercia al análisis.