No corras

El otro día se me paso por la cabeza hacerme un tatuaje con esta frase; no corras.

En este master de la profesión que ha supuesto este ultimo año como autónomo ando aprendiendo cosas del otro lado de la moneda. Cierto ejercicio de poner en valor, de mirar alrededor y comprobar que ya son más de tres lustros de practica profesional y otros tantos de formación continua (con doble dirección; sistematizando–compartiendo y aprendiendo), que mis dudas y tensiones son producto del perfeccionismo y que hay otras maneras más relajadas de hacerlo mejor (muy recomendable el post de Paz Garde sobre los objetivos y la flexibilidad)

Y además de ir encontrando mi lugar en relación a experiencia, formación y edad, necesito recordarme algo muy sencillo. Solo se puede ser sabio siendo viejo. ;D

Las causas son muchas pero como hemos aprendido que no acaban de servir estos ejercicios de buceo causal para encontrar caminos de solución, no escribiremos sobre esto.

Es una sensación extraña, combinando con ataques de fragilidad y vulnerabilidad repetidos e intensos, a veces me gustaría saber, bailar, dibujar, acompañar, escuchar, hablar, presentar,… como mis maestros y maestras… Además ya.

by Leo Reynolds cc

Una impaciencia casi infantil. Y obviamente con sus consiguientes toneladas de ansiedad y desconexión continua con el presente, con lo que toca vivir… Y como adivinareis (creo que esto ocurre a otra gente con diferentes grados de patología) aumentando aun más la inercia de esta rueda.

No voy a definir más todo lo que ocurre en el “estado de pequeño que quiere ser mayor muy rápido” pero esta frase, que no es más que una imagen que reduce, me ayuda a caer en la estupidez. ¿Para que correr? Si al final no hay nada. Si lo que se juega se juega en el camino.

En estas semanas un par de relaciones laborales me devolvían a esta idea:

  • Necesito coger distancia del nivel “guru” Jajaja Compararme no me ayuda y además creo que en algunos niveles cercanos a esas nubes sin olor, la desconexión con la realidad es muy grande. No me hace bien. Ya sé que las acepciones de la palabra “guru” y su aplicación tiene tantos matices como el txakoli (o chacoli para los cantabros). Algo escribía en esta casa y era algo así como “gente grande que me hace pequeña” De todas las personas podemos aprender algunas cosas y otras no. Incluso de estas ultimas, de las que estas personas no saben, tenemos la oportunidad de reflexionar sobre como su ignorancia nos afecta y que activa en nosotros.
  • Hace unas semanas en una de las organizaciones en las que estoy trabajando comentábamos con gerencia y dirección los diferentes modelos de explotación de productos en su sector en relación a los tiempos. Presos del síndrome del “pelotazo”, rodeados de burbujas en muchos casos aupadas por acción continuada de empresas parapublicas, la opción por generar músculo, conocimiento y red es un modelo que necesita de una “filosofía” especial que sirva de base para apuesta de medio y largo plazo.

Así que un doble aprendizaje en este “no corras”; aplicado a mi pequeña neurosis y como una de las claves en el acompañamiento a personas y organizaciones.

Y todo esto lo escribo en el hospital, entre antibiótico y calmante de las 00.30 y 1.00, junto a la cama de mi hijo pequeño Martín que desde el lunes se recupera de una neumonía. He reducido mi agenda laboral a mínimos y con cada sobresalto del proceso sigo haciendo reajustes de supervivencia. Un buen momento para recordar que lo importante esta aquí y ahora y con las personas que tengo más cerca. Escribo estas líneas, también, para recordarlas cuando podamos saltar en la cama (en un acto casi simbólico de patear el puto colchón dónde parece pegado hace días), que confío en que sea dentro de pocos días.

Actualización. Jaxinto Gómez Viniegra me regala este video: «Para, no corras tanto si es a ti mismo al que estas buscando…» «¿De donde sale tu arte? Que sabio es el que comparte…»