El «antropólogo inocente» y la consultoria artesana

Horas antes de coger un avión para cruzar el charco, mi amigo Teo me recomendó un libro de titulo sugerente “el antropólogo inocente”. Me resonaba, había leído alguna referencia, alguien me había hablado de este texto, o sencillamente era un apodo perfecto para mi rol profesional y personal en el ultimo tiempo.

El texto lo firma Nigel Barley y es autobiográfico. Un profesor de Universidad que marcha hasta Camerún con el objetivo de “estudiar” al pueblo de los “dowayo”. Como me comentaba mi amigo, los paralelismos con las personas que acompañamos equipos y organizaciones es recurrente, para alguien que use nuestras lentes, y la ironía perfecta.

Comparto con vosotros y vosotras algunas de las lineas que decidí marcar por interesantes, divertidas o acertadas. Esto es una mezcla. No dejen de leer el libro.

Sobre los diferentes estilos o maneras de abordar una realidad que desconocemos por completo:

“Ellos estaban allí para compartir conocimientos, para cambiar la vida de la gente. Yo lo único que pretendía era observar, y con mi interés podía alentar las supersticiones paganas y el atraso. A veces, durante las silenciosas vigilias nocturnas, yo también pensaba en ello, lo mismo que en Inglaterra había dudado del sentido de la vida académica. No obstante, en la práctica parecía que los resultados que obtenian eran mínimos. Por cada problema que resolvían, creaban otros dos. Tenía la impresión de que los que afirmaban ser los únicos poseedores de la verdad eran los que más debían inquietarse por el trastorno que causaban en la vida de los demás. Aunque sólo sea por eso, del antropólogo se puede decir que es un trabajador inocuo, pues el oficio tiene como uno de sus principios éticos interferir lo menos posible en lo que uno observa.” Pag 39

¿Y como explicamos nuestro trabajo?, ¿como es hacer consultoría?, ¿coaching?, ¿supervision?,…

“Después de todas estas penas y trabajos, por fin me encontraba en medio de «mi» pueblo, disponía de ayudante, de papel y de lápiz. Habiéndome enfrentado a tantos impedimentos, me di cuenta, no sin un pequeño sobresalto, de que me hallaba por fin en situación de «hacer antropología». Y cuanto más meditaba sobre este concepto menos claro lo veía. Si me pidieran que describiera a una persona dedicada a esta actividad, no sabría cómo reflejarla. Sólo se me ocurriría representar a un hombre subiendo una montaña (camino del lugar donde hará antropología») o redactando un informe (después de «hacer antropología»).” Pag 70

Me gusta como describe un mecanismo rudimentario pero basico de la escucha activa. ;D

“Y cuál no sería mi aflicción al descubrir que no podía sacarles a los dowayos más de diez palabras seguidas. Cuando les pedía que me describieran algo, una ceremonia o un ammal, pronunciaban una o dos frases y se paraban. Para obtener más información tenía que hacer más preguntas. Aquello no era nada satisfactorio porque dirigía sus respuestas más de lo que aconseja cualquier metodo de campo fiable. Un día, después de unos dos meses de esfuerzos bastante improductivos) comprendí de repente el motivo. Sencillamente, los dowayos se rigen por reglas distintas a la hora de dividir una conversación. Mientras que en Occidente aprendemos a no interrumpir cuando habla otro, esto no es aplicable en Africa. Hay que hablar con las personas físicamente presentes como si se hiciera por teléfono, empleando frecuentes interjecciones Y respuestas verbales con el único fin de que el Interlocutor sepa que lo escuchamos. Cuando oye hablar a alguien, el dowayo se queda con la mirada fija en el suelo, se balancea hacia adelante y hacia atrás y va murmurando «sí», «así es») «muy bien» cada cinco segundos aproximadamente. Si no se hace de esta forma, el hablante calla de Inmediato. En cuanto adopté este método, mis entrevistas se transformaron” Pag 88

Los contextos, la interpretación, lo que es importante y superfluo, las superficies y los fondos,…

“Las «explicaciones» de los dowayos llevan siempre aparejados numerosos problemas. En primer lugar, suelen pasar por alto el detalle esencial que da sentido a toda la explicación. Nadie me contó, por ejemplo, que aquella aldea era donde vivía el “señor de la tierra”, el hombre que controlaba la fertilidad de todas las plantas, ni que, en consecuencia, varias partes de la ceremonia se celebrarían aquí de forma distinta de cualquier otro sitio. Pero era comprensible; algunas cosas son demasiado evidentes para explicarlas. Si nosotros enseñáramos a un dowayo a conducir un coche, le hablaríamos de las marchas y de las señales de tráfico antes de indicarle que había de intentar no chocar con otros vehículos.” Pag 107

Y se empeñan en dar sentido global a matices concretos y a descubrir símbolos en aspectos rutinarios y emociones espontáneas,…

“…y no se trataba de un fenómeno aislado. Las más sencillas preguntas sobre pájaros o monos llevaban aparejada una respuesta de la más pasmosa complejidad que poco tenía que ver con las declaraciones del tipo «Los dowayos creen que…» que solemos leer en las monografías. Qué creían los dowayos era una cuestión difícil de esclarecer por el sencillo método de preguntárselo. Si se pretendía hacer honor a la verdad, a cada paso aparecía un abanico de interpretaciones posibles.” Pag 125

Y hasta sobre organizaciones abiertas e innovación.

“En las sociedades primitivas, el saber pocas veces es de libre acceso, constituye más bien una propiedad privada. Cada uno es dueño de sus conocimientos, ha pagado por ellos y sería una tontería cedérselos a otro sin compensación alguna, de la misma manera que nadie entregaría a sus hijas sin recibir un pago a cambio. Era lógico que me cobraran. Por otra parte, los dowayos evalúan los remedios según su antigüedad. Un remedio antiguo es mejor que otro nuevo, en consecuencia, al no llevar el imprimatur de los antepasados, las innovaciones despiertan desconfianza; de ahí la falta de interés por encontrar remedios nuevos.” Pag 134