Somos, también, lo que leemos. Resumen de mis lecturas de julio 2025.

Ahora que voy abandonando algunas redes sociales donde compartía lecturas, voy a hacer un pequeño post con las lecturas de este julio, el comienzo del verano de 2025.

Comencé con el libro “El informe Penkse” de Jaime Rubio Hancock. Me conecté con el humor, la burocracia y la capacidad de procrastinar. Me sirvió, primero, para reírme —algo que no suelo hacer con novelas humorísticas— y, después, para conectarme con el mundo del trabajo desde una perspectiva diferente.

“Visión Nocturna: Un viaje filosófico a través de las emociones oscuras” de Mariana Alessandri me ha parecido un libro impresionante, uno de los mejores ensayos que he leído en los últimos años. Me ha ayudado a entrar en el mundo de la depresión, la ira, el enfado y la tristeza de una manera distinta, complementaria a la que suelo manejar. Me ha llevado a territorios donde habitualmente no estoy. Gracias. 

“209 rue saint-maur, parís. Autobiografía de un edificio” de Ruth Zylberman me gustó mucho. Esa forma de hacer historia desde un punto geográfico concreto, de entrevistar y observar no solo a las personas que pasaron por el edificio, sino al propio edificio, me pareció muy potente. Me conectó con la dureza de lo vivido por el pueblo judío durante la Segunda Guerra Mundial y con el silencio cómplice de parte del pueblo francés. También me hizo pensar en el dolor y el tormento que se está viviendo ahora mismo en Palestina, aunque la autora no lo mencione explícitamente.

“Breves amores eternos” de Pedro Mairal me sorprendió desde el comienzo, no esperaba relatos eróticos y me pareció una buena forma de disfrutar el verano desde otra dimensión :D. Además, me reconectó con su escritura y con otros textos suyos que ya había leído como “La Uruguaya”, “Salvatierra” o “Una noche con Sabrina Love” 

Los dos libros de Theodor Kallifatides —un autor que no conocía— me conectaron mucho. He leído “Madres e hijos” y “Otra vida por vivir”. Su manera de escribir, aparentemente sencilla, me dio ganas de seguir escribiendo, de seguir experimentando con eso de contarme desde las palabras. Me gustó esa cercanía con la descripción, tanto interna como externa, y esa transparencia de lo íntimo.

“Los náufragos del Wager. Historia de un naufragio, un motín y un asesinato” de David Grann, me pareció especial. Una aventura muy bien escrita, con datos e información interesantes. Me gustó esa suma entre bitácora rigurosa y narración bien contada.

Por fin pude leer “A sangre y fuego”, de Manuel Chaves Nogales. Había intentado leerlo en dos ocasiones y no lo había conseguido. Esta vez sentí que era el momento. Me resuena esa “tercera vía” que menciona en la introducción, y su mirada crítica no hacia un bando, sino hacia el fracaso que supone una guerra. Me sigue resonando la pregunta de como responder a la violencia sin alimentarla.

Por último, “Las Maravillas” de Elena Medel me pareció un libro bonito y duro a la vez. Atraviesa el mundo de la precariedad y los cuidados desde la perspectiva de distintas mujeres, hilando diferentes historias familiares. Me gustó la forma de presentarlas. Siempre necesaria incorporar esta mirada que corremos el peligro de olvidar. 

“Te veo, te escucho, te reconozco” de Teresa Arsuaga me ha regalado estructura para ordenar las ideas que he ido construyendo estos últimos meses en talleres de regulación de conflictos. Además me ha ayudado a seguir pensando sobre la necesidad de sentirnos vistos como algo profundo e importante. Seguimos bailando en la frontera entre agradecer, reconocer y adular.

Espero que todas estas lecturas que hago sigan hackeando un poco la manera en que veo la realidad. Me gustan las lentes que me han ofrecido estos nuevos libros. Seguimos para agosto.

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