Gestión de la información: ecos de una experiencia

El próximo miércoles día 11 de Noviembre (competimos con el congreso sobre innovación y Tom Kelley de IDEO) se va a celebrar una presentación de un proyecto I+D+I financiado por bbk y realizado por Fundación EDE. El objeto del proyecto es testar la salud de los sistemas de gestión de la información en las entidades del tercer sector y comenzar a orientar las líneas de futuro de este reto compartido por las propias organizaciones, la administración pública y las consultoras sociales. Como soy colaborador de la casa hace un montón de años y todavía piensan que tengo algo que aportar me han pedido que dinamice la mesa redonda del segundo tiempo.

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He leído el informe y me parece un trabajo extenso, apoyado en un montón de material recogido de primera mano y que llega a marcar deberes para todas las partes. Por lo tanto acertado. Tras la presentación os facilitaré el enlace al lugar dónde lo alojen desde la entidad organizadora.

Según lo iba leyendo había partes de las tripas que se me movían y es que uno no puede despegarse absolutamente de su condición por muchos años de educador social y gestor de una pequeña organización sin ánimo de lucro. Y como en el último tiempo cada vez que me ocurre esto lo escribo lo hice. Y además como cuando pienso que le puede interesar a más gente (a veces aun pensando lo contrario) lo cuelgo en este blog.

Estas son algunas de las ideas que se me ocurrían y que las aporto como una visión complementaría a un texto que considero acertado en contenido y forma  y que enfoca la situación apuntando a lugares muy interesantes. Están referidas al sector no lucrativo pero creo que hay ideas que se pueden aplicar a otros terrenos.

Parte importante de la gestión de la información tiene un nombre bastante standarizado y generalizable; comunicación. Este Perogrullo me sirve para hablar de las dos dimensiones de este ejercicio de interacción; el contenido y la relación. A veces centramos nuestro trabajo en rescatar a la información como objeto y plantear entonces modelos de gestión. Creo que un abordaje del fenómeno como algo más complejo, subjetivo y comunicacional hacen al debate, la investigación y las propuestas más “reales”. Considero, en esta línea, muy acertados la intuición de la información como valor añadido en los posicionamientos estratégicos y en clave de proactividad y como elemento de cohesión interna.

Creo que estamos en un momento en el que la información está más disponible que nunca y en el que la estrategia tiene que ver no tanto con cómo hacernos con la información si no como digerirla, ordenarla y exprimirla para llegar a matices nuevos que nos sirvan para llegar a diferentes lugares. Por tanto la intuición de gestión de la información es clave.

Cuando hablamos de compartir información con la red tengo en la mente de manera continua las estrategias de construcción e innovación abierta tan desarrolladas en los últimos años en otros sectores, tan propias del asociacionismo más histórico y que tan escasas experiencias de construcción colectiva y mantenimiento de proyectos entre diferentes en el tercer sector que gestiona servicios ha propiciado. La web 2.0 y la reflexión sobre innovación abierta, I+D+I me parecen horizontes interesantes para volver la mirada a nuestros orígenes y valores.

También es importante ser conscientes de que muy a menudo, la innovación, la creatividad y las nuevas propuestas se viven como amenazas. Son la nueva información que cuestiona la existente y los cambios no son un reto interesante para nadie –familias, usuarios, profesionales, organizaciones, administración pública- cuando la precariedad y la inestabilidad son constantes. Un nuevo proyecto basado en un análisis real de demanda que no entra en las carteras de servicios en creación o en el reparto de competencias no existe en el mapa por importante que quede demostrada su pertinencia.

En los últimos diez años ha sido constante el interés por parte de las administraciones públicas con hacerse con el saberhacer de las organizaciones del tercer sector. A ritmo de tres encuestas al trimestre, grupos de discusión, foros de debate sobre tal o cual ley. La información más matizada y contrastada se halla ahora en manos de consultoras, administración pública y, de alguna manera, en las organizaciones que participaron en dichos procesos. Nunca hubo tanto material por escrito para conocer dimensiones, acciones, proyectos,…

Creo que algo que ocurre es que esta búsqueda de información ha servido para orientarnos hacia lugares más formales, medir impactos en base a números, plantear reajustes de peso en los servicios, mejora de condiciones laborales,… pero quizás hayan sido “escuchas vampiro”. De las que lograban mucha información pero poco valor añadido para las organizaciones. Respecto a estas, las que se sitúan cerca de las organizaciones y les acompañan en formaciones desde la experiencia, sistematización de proyectos, espacios para la supervisión y el desarrollo organizacional, no ha habido apenas reconocimiento, casi nula financiación cuando no barreras y fronteras.

Estas reticencias tienen que ver con la standarización en base a contratos de gestión de servicios dónde la gestión de personas (incluida la formación, porcentajes e incluso contenidos) y los procesos de evaluación, por poner un ejemplo, están absolutamente limitadas a lo establecido por el concurso público. Cuando una empresa de cualquier otro sector gana un concurso público o privado y dos maneras de producir entran en choque (con sus ISOS o cualquier otro sello que certifique calidad) se da una conversación que en el mejor de los casos acogerá lo mejor de cada una de ellas.  En este sector no es así.

Hay otro fenómeno que se sitúa también en contra de estos procesos de adentro hacia afuera. Algunas entidades del tercer sector, en un modelo de supervivencia que les obliga a crecer en servicios, y consultoras sociales han sistematizado su experiencia y la venden a la administración pública. Una vez comprada, por ejemplo cierto sistema de cuantificación de la tarea, se impone a todas las organizaciones gestoras de tal o cual servicio sin tener en cuenta lo que se estaba desarrollando con anterioridad. Es una manera de imponer criterios e incluso modelos de intervención.

Creo que en este tema también  tenemos que hacer un hueco a la participación de las personas usuarias. Creo que es clave entender a las personas con las que trabajamos como informantes privilegiados de su realidad y la de su comunidad. Y además como receptores de una información construida en una organización de la que forman parte –incluso si no se entiende así por parte de trabajadores y lideres de dicha entidad-

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Estas son algunas de las ideas que me surgían. A buen seguro alguna será material de debate aunque el texto origen apunta hacia otros lugares igual de interesantes o más. Nos vemos el miércoles 11.