Hace años que me peleo con la neutralidad. Mejor dicho, batallo contra la afirmación que proclama una actividad, una frase, un lugar como neutral.
Bebo de una certeza; cualquier aproximación a la realidad es eso, una aproximación. Y sin buscarlo a priori en esta frase recojo lo que quiero compartir en este post.
La realidad es compleja, poliédrica, imposible de abarcar en su totalidad. E impactados por el vértigo de semejante afirmación construimos una especie de baldas artificiales dónde almacenar ordenada toda la información a la que accedemos. Son las ideologías, perspectivas, corrientes, religiones,…
En el oficio de acompañar personas, equipos y organizaciones me muevo entre estas dos orillas del mismo río:
- Desde la mirada limpia del que desconoce, la confianza de trabajar con las personas verdaderamente expertas en lo que ocurre, abierto a lo que ocurra, acompañando por “caminos de jabalí” (como me contaba una amiga hace unos días. De ese que vas eligiendo según avanzas)
- Desde esa mezcla de ideas fuerza que comienzan a ser mi particular modelo para entender dinámicas, personas,… Esa caja de resonancia en la que nos convertimos que es cada vez más rica gracias a las experiencias, el aprendizaje, el crecimiento personal y profesional.
