Primer txombo. Crisis de valores y las dos horas de digestión

En mi casa «txombo» es sumergirse en el agua de cabeza. Yo lo uno directamente al momento en el que cuando viene la ola decides avanzar cruzándola por debajo en vez de saltándola pataleando mientras la cabeza queda, aun seca, en el aire.

Pues estas semanas voy a compartir algunas ideas locas, cosas sencillas, pensamientos de cerveza y playa.

El primero tiene que ver con una teoría sobre la crisis de valores. Llevo toda mi vida escuchando preocupación por parte de generaciones anteriores sobre las posteriores. Ahora la gran CRISIS ha focalizado toda la atención y el post-post-modernismo no parece lo peligroso, ni tan siquiera parece viable a la falta de su gran gasolina; el dinero.

itxasoa by gallas

Se ha invertido mucho espacio y energía en buscar los orígenes de esta crisis, la anterior, la más moral. Básicamente y obviando los matices, parece que se trata de un desengaño. Los nuevos, más listos, nos dimos cuenta de que algunas de las cosas que parecían importantes y claves para los viejos, no lo eran y que los horizontes más jugosos e interesantes estaban, a menudo, justo en el punto cardinal contrario.

Hay temas importantes que sustentan esta ruptura de confianza entre generaciones. Yo estas vacaciones lo he visto claro. El engaño que más daño hizo a la gente de mi generación y colindantes era el de las dos horas necesarias para la digestión. Un tiempo absolutamente aburrido, soñoliento que en los días de playa y en la mejor de sus ediciones se convertía en grandes castillos de arena.

En mi casa había incluso un familiar lejano muerto por un corte de digestión cuando se acercó a recoger una pelota de tenis en la orilla.

¡Era mentira! Joder. Como íbamos a creernos otras patrañas si esta tortura cotidiana en el verano se sostenía en otra creencia falsa. Con la lucidez propia del verano comparto con vosotros el verdadero origen de la crisis esta que estaba antes que la gorda.

Seguire sacudiendo.